GIRA «20 AÑOS DE LA CATA DE BERLÍN» CIERRA EN CHILE
Con cuatro grandes tintos de su portafolio, en diferentes añadas, Eduardo Chadwick culminó en Santiago un año de viajes alrededor del mundo. Así confirmó en casa, su compromiso por posicionar la bandera de Chile entre los grandes vinos de lujo.
«Déjenme comentarles, dijo Eduardo Chadwick para recibir a las más de 150 personas que reunió en el gran salón del Hotel Ritz-Carlton Santiago la semana pasada: “Esta es la última cata que hacemos este año de celebración de los 20 años de la histórica Cata de Berlín. Partió en enero (2024) con la invitación de los críticos internacionales de todas partes del mundo. Hicimos catas en Berlín, Londres, Sao Paulo, Río, Tokio, Hong Kong, Guangzhou, Shanghái, Beijing, Zürich… Así que ha sido un año de viajes, de poder poner en valor y recordar la calidad potencial de los granos vinos de Chile”.
Flanqueado en el escenario por quienes lo acompañaron allí mismo hace 20 años (el Master Sommelier Héctor Vergara, y los periodistas Ana María Barahona (editora de La CAV; y Patricio Tapia (autor de la Guía Descorchados), Chadwick, presidente del grupo Viñedos Familia Chadwick, comenzó la actividad conmemorativa que prometía la degustación de grandes vinos, con un viaje al pasado; destacando -lo que consideró- el inicio de los vinos finos: su gran obsesión desde que se hiciera cargo de la viña familiar (Viña Errázuriz) en 1983.
La obsesión por se reconocido entre los más grandes vinos finos del mundo
“Yo lo que quiero, dijo Chadwick, es reflexionar con ustedes sobre el hecho de que los vinos finos tienen quizás menos de 200 años. La primera región clasificada fue la región de Burdeos en el año 1855, cuando Napoleón organizó la Gran Exposición de París”. Entonces, se hacen de un lugar en el comercio en un mundo de tranquilidad financiera, hasta la llegada de las dos Guerras Mundiales y posteriores revoluciones. En este contexto, el vino fino, explicó, realmente empezó a darse a conocer fines de los 60’.
“Quizás el primer vino fuera de Francia que logró tener éxito fue el italiano Sassicaia… y si vamos al Nuevo Mundo, en Norteamérica, la primera región que empezó a ser reconocida por vinos de terroir o vinos de calidad fue California, y fue allí, quizás, donde uno de sus grandes hitos fue el Juicio de París. En el que Steven Spurrier (crítico inglés, quien falleciera en 2021) desafió en París a los mejores vinos de California, con los mejores vinos de Burdeos y Borgoña en 1976. El resultado fue una gran sorpresa: ganaban los californianos». Dos años después, en 1979, el Barón Philip de Rothschild se asociaba con Robert Mondavi, en el valle de Napa, para crear el gran tinto Opus One.
Luego, vino la era de Robert Parker, “porque él creó la clasificación de los 100 puntos…» Es con la cosecha 1982 de Burdeos, cuando Parker gana fama mundial, pronosticando que ésta será una gran añada. Es en este período -llamó Chadwick la atención- que Chile inicia sus exportaciones de vino, primero a Latinoamérica, y en el año 89 se abre la frontera para empezar a exportar a Europa y Norteamérica; una década después, hacia Asia.
«El problema que teníamos era que los máximos puntajes que nos daban los críticos extranjeros eran con suerte los 90 puntos, venían una vez cada 10 años, muchos de ellos ni vinieron, como Parker. Yo recorría el mundo presentando mis vinos y al final de las catas me preguntaban, ¿qué puntaje tiene su vino? No tenían puntajes. Y así, de esta frustración nace la idea de hacer una cata a ciegas para que los críticos pudieran evaluar al vino chileno sin el sesgo negativo de ser un vino chileno».
La realidad, ha explicado Chadwick una y otra vez, es que no había mercado de alta gama para los vinos de Chile, considerados buenos, bonitos y baratos, y era muy difícil convencer a los críticos, así que ese fue y sigue siendo su desafío. “Yo siempre pensé, y pienso, que posicionar a Chile en las grandes ligas, entre los grandes vinos, es una necesidad país y un desafío teniendo los elementos que tenemos de calidad”.
«El problema que teníamos era que los críticos que venían a Chile, y los máximos puntajes que nos daban eran con suerte los 90 puntos, venían una vez cada 10 años, muchos de ellos ni vinieron, como Parker. Yo recorría el mundo presentando mis vinos y al final de las catas me preguntaban, ¿qué puntaje tiene su vino? No tenían puntajes. Y así, de esta frustración nace la idea de hacer una cata a ciegas para que los críticos pudieran evaluar al vino chileno sin el sesgo negativo de ser un vino chileno».
La Cata de Berlín, Alemania 2004. La que hizo historia.
En enero de 2004, treinta y seis de los críticos de vino más reconocidos en Europa, junto a periodistas y compradores, se reunieron en Berlín, tras la invitación de Eduardo Chadwick para catar a ciegas 16 vinos. Steven Spurrier, presentó la degustación que incluía diferentes añadas, todas excepcionales.
El evento comenzó con un seminario técnico presentando dos terruños de Chile, Aconcagua y Maipo, en el contexto de las apelaciones más renombradas del mundo.
Luego, el grupo participó en la cata comparativa entre grandes vinos de Burdeos, italianos, la mayoría de los cuales habían ya obtenido los 100 puntos del crítico norteamericano Robert Parker. Más tres de Chile: Don Maximiliano, ícono de Viña Errazuriz; Seña, joint venture de Errazuriz con Robert Mondavi, y Viñedos Chadwick, un tributo a Alfonso Chadwick.
Los vinos fueron servidos con cuidado y los resultados fueron compilados y calculados. Luego, lo inesperado sucedió. «Cuando Eduardo supo que tenía un vino en el top 5, se relajó – contaría Spurrier para el libro que narra la historia completa de aquella cata a ciegas y puede ser descargado gratuitamente aquí- Luego, los dos siguientes vinos develados fueron franceses y los dos superiores fueron sus vinos. Él no esperaba un resultado como ese, ni yo, ni nadie más».
… Él (Eduardo Chadwick) no esperaba un resultado como ese, ni yo, ni nadie más», contaría Spurrier.
Después de Berlín, esta experiencia que sacó varias portadas en medios internacionales, fue recreada en las capitales del vino del mundo: São Paulo primero, luego Tokio, Beijing, Londres, Nueva York, Hong Kong… Fueron 10 años de recorrer el mundo junto a Steven Spurrier -contó Chadwick- para quien pidió un gran aplauso. “Fue un gran, gran embajador de nuestros vinos en el mundo y él fue el que le dio notoriedad. Spurrier le dio el sello de ser algo histórico… Hubo muchos reportajes, muchos críticos que escribieron y básicamente el concepto era Chile crece, Chile se reconoce. Esta cata abrió los ojos. Ayudó, aceleró el reconocimiento de los vinos por principales críticos y empezaron muchos de ellos a venir», dijo Chadwick.
Desde 2004 a 2014 se realizaron 22 seminarios con el mismo formato. “En cada cata teníamos un promedio de 80 personas y en el 90% de las ocasiones tuvimos uno o dos de nuestros vinos en los top 3. O sea, fue muy consistente», recordó Chadwick. Este ciclo de catas también se cerraron en Chile, en el año 2013, con vinos de Italia, España y Estados Unidos. ¡Cómo olvidarlo!
Antes de degustar 10 vinos del grupo Viñedos Familia Chadwick, formado por las Viñas Errazuriz, Chadwick, Seña y Arboleda, el anfitrión repasó la historia de Viña Errazuriz, fundada en 1870, y con ella la historia moderna del vino de Chile.
Entre los principales atributos del país, para producir vinos de clase mundial, destacó “Chile tiene la ventaja de nuestro clima, que nos permite ser sustentables. Además, destacó «Lo más importantes, es el equipo humano que ha logrado estos grandes éxitos». Chadwick mencionó a los miembros de su equipo histórico, y a los nuevos en llegar, como Tomás Muñoz y Emily Faulconer, y en especial a Francisco Baettig quien fue nuestro director técnico durante más de 20 años y hoy es consultor. “Estas son las cabezas, dijo, pero por supuesto hay 200 personas más que trabajan en la viña”.
Los diez vinos protagonistas de los 20 años de la Cata de Berlín en Santiago
Errázuriz Don Maximiliano 1983, Valle del Aconcagua
Es el primero vino diseñado como vino de alta gama en Viña Errázuriz, Panquehue, Valle de Aconcagua. Nace como un Cabernet Sauvignon 100%, añejado de 5 a 7 meses en viejas cubas de raulí (madera chilena). Fiel a los vinos de aquella época, suma apenas 12.5 grados de alcohol (°A). Su color teja muestra con honestidad su edad, ¡41 años! Llevados muy bien hay que decir. Tan bien como lo probamos en 2022. El vino se muestra muy limpio en nariz, y con fuerza en boca. Encantan sus notas a frutas rojas secas, como guindas deshidratadas y un dejo herbal delicado. A pesar de tener apenas una acidez justa, se siente fresco y en equilibrio. Liviano de cuerpo, y tanino suave pero aún con garra. Una botella endiable.
Errázuriz Don Maximiliano 2010, Valle del Aconcagua
De una cosecha reconocida como fría, y tras años de trabajo en viñedos y bodega para modernizar la enología, el vino tuvo guarda en barricas francesas por 22 meses. Ya no es 100% Cabernet, sino 78 %, más 10% de Carmenere, 7% de Petit Verdot y 5 % de Cabernet Franc. De color rojo burdeos, destaca su nariz con notas dulces y terrosas; el Carmenere habla! Además de notas a frutas secas, a guinda. En boca sus taninos tienen mucha fuerza, y su alcohol (14°A) deja una sensación cálida. Con tanta fuerza y cuerpo guardaría una década más al menos, no tres. Su sensación a barrica y licor en el retrogusto nos hablan de su momento enológico, conocido como la era Parker, cuando la extracción máxima, sobremadurez y barricas nuevas al 200% eran la moda.
Errázuriz Don Maximiliano 2021, Valle del Aconcagua
Conocida como una cosecha perfecta, por su madurez lenta, 2021 mezcla el Cabernet Sauvignon en un 63%, con 22% de Malbec, 8% de Carmenere y 7% de Petit Verdot. Es el primer vino responsabilidad de Tomás Muñoz, joven sucesor de Francisco Baettig. El vino aún muy joven (13.5°A) con mucha fruta negra, es elegancia con su plena juventud. Se siente una nota herbal, delicada. Con gran potencial aún para sí, 40 años más. Con la fuerza elegante del Cabernet cálido de Aconcagua cálido. Su nariz es más austera. Su elegancia y equilibrio, a pesar de habar de un origen cálido, destaca.
Errázuriz Kai Carmenére 2021, Valle del Aconcagua
No es la primera cosecha del gran Carmenére de Errazuriz, lo fue 2005, sin embargo, aquí está mostrando la añada que hoy está en el mercado. Y representado al triunfo del Carmenene Kai en la cata de Berlín realizada en Nueva York. 2021 es Carmenére en un 85%, complementado con un 11% de Syrah y un 4% de Malbec. Destacan sus notas a ceniza, y abajo una fruta negra, madura, con un dejo herbal y a campo, que evoca un toque animal. En boca es un vino delicado, con fuerza a la vez. Especiado y muy largo, en su retro gusto. Leve amargor final. Elegante y muy sabroso. Con una nota cálida a jengibre. A diferencia de Don Maximiliano es un vino extrovertido, lleno de fruta negra, especias, y tanino sucroso.
Seña 1995, Valle del Aconcagua
Seña nace del propio joint venture entre Mondavi y Viña Errazuriz, esta es su primera cosecha, es historia. Nació de una añada cálida, como mezcla 70% Cabernet Sauvignon y 30% Carmenére. No puedo negar que en mi copa, Seña 95 se sintió mucho más evolucionada y cansada incluso que Don Maximiliano 85. Mostró un mismo color teja muy evolucionado y notas a frutas rojas secas junto a un dejo herbal, a raspón, sin encanto. En boca, delicado, liviano, pero con cálido y secante final. El apuro de salir al mercado tal vez…
Seña 2015, Valle del Aconcagua
Se nota ya un trabajo más reflexivo. Marca el cambio, claramente, hacia la frescura dejando atrás la era Parker de los excesos. 2015 es mezcla de 57% Cabernet Sauvignon, 21 Carmenere, 12% Malbec, 7% Petit Verdot y 3% Cabernet Franc. A su guarda en barricas de roble francés se suman los fudres de mayor tamaño. Muy bonito color rojo-burdeos, es un vino muy jugoso, de rica acidez. Con gran equilibrio entre frescura y fuerza. Desde 2000 el proyecto, con viñedos propios mas cercanos a la costa que Don Maximiliano, se introduce en el mundo de la biodinámica, práctica que mantiene hasta hoy.
Seña 2021, Valle del Aconcagua
Sale el Franc. Su mezcla es 50% Cabernet Sauvignon, 27% Malbec, 17 % Carmenere, 6 % Petit Verdot. Y así se acerca mucho, mucho, a la mezcla de Don Maximiliano 2021, sin perder su propia personalidad: más amable y jugosa. Sigue siendo elegancia, con mucha fruta roja y negra frescas. Un vino profundo, con volumen. Algo especiado en su carácter.
Chadwick 2000, Maipo Andes
Cuenta la historia que Alfonso Chadwick, corredor de vinos, compró en 1943 unas 300 hectáreas con viñedos en Puente Alto; era la Viña San José de Tocornal. Luego parte de la viña se vendería, para dar vida a lo que serían los viñedos de los premiados vinos Don Melchor y Almaviva. Eduardo, hijo de Alfonso, quien cambió la pasión de su padre por el polo, por los vinos, plantó en lo que fuera la cancha de polo, nuevos viñedos. La primera cosecha de esta propiedad de 15 hectáreas, es precisamente la 2000, y nace en honor a su padre. ¡Más historia en una copa! En color y nariz el vino muestra la buena evolución de 24 años, sin desviaciones. Austera, intrigante, con notas sutiles a heno, pólvora y yodo. Su paso en la boca se siente delicado en texturas, mostrándose como un cabernet muy fino y liviano, y a la vez con mucha fuerza de taninos. Largo y licoroso, con una evolución impecable, muy fina. Este Cabernet Sauvignon 100% se guardó por 18 meses, todo en barricas de roble francés.
Chadwick 2014, Maipo Andes
Conocida como una cosecha excepcional en Tocornal, 2014 comenzó con heladas de primavera que dejaron muy pocas yemas en el viñedo y así pocas uvas para cosechar bajo un fin de verano e inicio de otoño frío pero seco. Su color violeta es intenso, y su nariz con notas de yogur, higo fresco y especias dulces. En boca, es un vino delicado en taninos, pulidos, y de final intenso, cálido. Piernas densas deja en la copa (14°A). Sería el primer vino del grupo y de Chile, al que James Suckling le daría 100 puntos en 2016.
Chadwick 2021, Maipo Andes
El más premiado de la casa, tras una cosecha perfecta, fresca y seca. También obtuvo los 100 puntos de James Suckling y además, los más esperados 100 puntos de la publicación Wine Advocate de Robert Parker, firmada por el español Luis Gutiérrez. También los obtuvo del inglés Tim Atkin, y de la revista local La CAV. Quien se los ha negado sigue siendo Patricio Tapia, quien en esta misma cata, en el podio destacó su terruño como uno de los granes del mundo. Desmintiendo, o restando importancia, de alguna manera, a lo que dijera semanas atrás en un diario argentino. Con tanto puntaje acumulado uno esperaría que el vino hiciera magia en la copa… Su nariz levemente herbal, con notas sutiles a ceniza o pólvora, austera, de gran fineza, nos trae de vuelta a tierra. En boca su entra es mu suave, sus taninos pulidos la recorren sin embargo con gran fuerza. “Un puño de hierro envuelto en guante de seda” muy bien lo describiría el Master Héctor Vergara. De acidez justa, en perfecto equilibrio con su delicadeza. La fuerza que esconde, es tan elegante como austera (¡su magia!) Fácil es de beber hoy, sí. La pregunta sería por qué beber hoy ($400.000), si seguirá mejorando con cada década.
Tener a tres granes de la misma añada, y poder volver a ellos una y otra vez, fue un sueño cumplido para todos los presentes. En resumen, comparativamente hablando, cuatro grandes: Kai 2021 es el amable, sabroso, y a la vez el extrovertido; Seña 2021 el más frutal y jugoso, sin excesos, con un delicado equilibrio; Don Maximiliano, la fuerza voluptuosa de un clima cálido, y Chadwick 2021, la fuerza austera de su histórico clima templado.
La celebración culminó con Eduardo Chadwick junto a dos de sus cuatro hijas en el escenario, como una manera de reconocer el trabajo que ya están haciendo como nueva generación, ocupando cargos en la viña familiar, y el rol que tendrán en el futuro… por al menos por 20 años.
Los Vinos de la línea Pizarras Chardonnay, Pinot Noir y Syrah de Aconcagua Costa, fueron protagonistas de un cóctel posterior, una extraordinaria tríada de clima frío que el mismo Chadwick define como vinos de autor y cuyo posicionamiento a nivel internacional, representan ya su el reto del futuro.
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