AMELIA CRECE CON NUEVO PINOT NOIR

Publicado el 18 junio 2021 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

El histórico Chardonnay nacido en el Limarí desde el año 2016, suma ahora un nuevo hermano del mismo valle. Conversamos con su enólogo Marcelo Papa, para saber más, mucho más.

Marcelo Papa, el actual director técnico de Viña Concha y Toro, es un enamorado del Limarí desde que empezó a hacer vinos en este valle del llamado Norte Chico de Chile; eso fue el año 1996. En un live esta semana en Instagram, él mismo nos contaba que tiene una botella guardada bajo llaves de su primer vino de la zona, un Chardonnay. Puede que nunca lo vaya a abrir, nos confesó; tal vez, nosotros haríamos lo mismo. Más pesa sin dudas su historia, que la curiosidad de saber cómo estará; especialmente sabiendo todo lo que desde entonces han avanzado en calidad, gracias a ajustar varias varias tuercas.

De ese ajuste nos contó Papa, y de cómo Amelia Chardonnay ($24.900), el más grande Chardonnay de Viña Concha y Toro hasta ahora al menos, pasó de tener su origen en el entonces naciente Valle de Casablanca de los años 90, hasta el Valle de Limarí en el año 2016. El motivo detrás de este encuentro virtual (pueden ver acá grabación), era presentarnos además de su nueva cosecha, la 2018, y a su hermano: el primer Pinot Noir Amelia nacido del mismo Limarí cosecha 2017.

Para entender el foco de Papa hoy en Limarí Costa, hay que saber que según la nueva estructura en el equipo técnico que dirige, cada enólogo se ha ido especializando con un valle de Chile; y desde ese lugar, Marcelo los ve desde más arriba como en una gran panorámica. Su mayor foco, con sus manos en la uva, lo pone en los Cabernet estrella del Maipo, pensados para la línea Marqués de Casa Concha y los Chardonnay y Pinot Noir del Limarí. También, en estas dos cepas del Limarí para Amelia.

Si repasamos la historia de Amelia, veremos que detrás ha tenido enólogos épicos. El primero, fue Pablo Morandé, desde que nació en el viñedo del Triángulo alrededor del año 93; hasta que Morandé se independizara para fundar Viña Morandé, y pasara su rol otro grande, Ignacio Recabarren (en el 1997). Sería en 2016 cuando Marcelo Papa tomó la posta y se encargó de Amelia; entonces, enseguida decidió mudar su origen a Limarí.

«Nunca habíamos tenido tantos premios con Amelia Chardonnay» como ahora, nos dice, Papa, sin tener necesidad de dar más explicaciones del por qué del cambio. Pero para explicar ese éxito, vuela a Limarí y nos cuenta de ese ajuste de tuercas que han hecho, y da el “por qué” desde el día uno.

Ubicación de Quebrada Seca en Costa del Valle del Limarí. Desde allí, hacia del otro lado de la Ribera Sur del Río Limarí se encuentra el Campo Santa Cristina.

La cercanía de 22 kilómetros al mar, sumado a la neblina matutina propia de la zona, ayudan a la madurez más lenta y a preservar acidez, explica Papa: pero, además debemos sumar en Limarí el factor suelo calcáreo; ese que permite que las uvas y sus vinos hablen más de mineralizad que de frutas dulces y voluptuosas en la boca.

Amelia Chardonnay, explica Papa, nace del viñedo #9 dentro del campo Quebrada Seca, el cual según un profundo estudio de terroir que coordinó Rodrigo Ortega junto a un grupo de geólogos, es el que posee más presencia de carbonato de calcio (debido a la descomposición de fragmentos bioclásticos). Ello, debido a un coluvión en la ribera Norte del Río Limarí (cuenca por cierto, de la cual no es parte el sector Quebrada Seca). Este coluvión tendría alto contenido de calcáreo debido a que arrastró el material bioclástico desde lo alto de Cordillera de la Costa (período Jurásico). Cordillera ésta, más antigua que la de los Andes, y que emergió desde la profundidad del mar, exponiéndose así al aire, viento y lluvias. Del mismo viñedo, con ese mismo perfil de suelo que posee visibles vetas carbonatadas, explica Papa, pero cuartel #5 proviene Amelia Pinot Noir.

Detalle del suelo en el Campo Quebrada Seca, Valle del Limarí.

¿Alguien recuerda un Pinot Noir llamado San Julián, era Pinot superior de la Viña Maycas del Limarí (propiedad esta también de Concha y Toro, después de que comprara viñedos y bodega a Francisco de Aguirre /Cooperativa Capel, en Limarí). Bueno, San Julián no es el mismo origen del Pinot de Amelia. Y, lamento contarles que toda la viña Maycas del Limarí parece estar al menos en receso por ahora. Por eso, mientras tanto, las uvas de San Julián van ahora a Marqués Pinot Noir, sumado con algo más de uvas que vienen de Quebrada Seca.

Para entender cuáles son las diferencia entre aquel voluptuoso Pinot San Julián y el Amelia, debemos entender que su viñedo en el campo Santa Cristina del Limarí, sí está dentro de la cuenca del Río Limarí; de hecho, está en su ribera Sur (el campo Quebrada Seca está hacia el Norte). Originario de un período más joven (Cretácico Inferior), estos suelos con presencia de rocas cubiertas por material calcáreo, tienen mayor cantidad de arcilla, lo que le da a los vinos, especifica Papa, mayor volumen en boca, y también menos tensión.

Otro ajuste de tuercas, explica Papa, en dirección a los mayores puntajes = más reconocimientos = más calidad, ha sido el cambio en fechas de cosechas, buscando cortar las uvas antes de que comiencen a perder frescura. A cambio, reconoce, de perder el mayor volumen o grasa que antes parecía ser mucho más prioritario en grandes Chardonnay del Nuevo Mundo.

Serie de suelos en campo Santa Cristina y en campo Quebrada Seca.

El otro ajuste que han hecho dice Papa, es el manejo de las barricas. Efectivamente, cuenta, han paseado por todo tipo de recipientes, cemento, huevos de cemento… «pero ya volvimos al punto de partida, la madera». Por algo en Borgoña, la meca de ambas cepas, nos recuerda, usan madera. Aunque no se crea, la guarda en barricas además de tensión, potencia la acidez. El cemento, agrega, nos llevaba en la dirección contraria. De ahí, que buscar las mejores barricas con el tostado preciso, fue el trabajo final.

De la importancia de las barricas en Chardonnay hablamos esta misma semana para el lanzamiento de Agranat. Seguro lo seguiremos haciendo.

Amelia Chardonnay 2018 y Pinot Noir 2017, los protagonistas de esta nota.

Para mi el Chardonnay Amelia 2019 sí muestra algo del dulzor de su guarda en madera y también voluptuosidad… Cómo negar además ese cielo con mucha más radiación que en Borgoña o el Sur de Chile, especialmente a partir del mediodía; ese que produce sí o sí más madurez en las uvas, más volumen y más dulzor en el vino. Como sea, lo que creo seduce de él, es su deliciosa acidez final que queda dando vueltas en la boca, invocando su suelo calcáreo.

El Pinot Noir Amelia 2017 ($22.900 en www.descorcha.com) va en la misma dirección del dulzor de la fruta que nace bajo el sol del Norte Chico de Chile; su fruta es roja y azul, neta, dulce pero sin ser melosa. Y igual que su hermana mayor. Su boca de cuerpo medio, tiene taninos suaves que a la vez muestran garra o tensión. Su acidez final es justa, precisa. Muero, debo decir, por probar ya su versión 2018 para sentir una acidez con un poco más filo. Y bueno… también nosotros ajustamos algunas tuercas en nuestro paladar durante todos estos años.

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