EL BACK STAGE DE DON MELCHOR 2018

Publicado el 15 diciembre 2020 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Fue el primer vino chileno pensado para llegar a ser un ícono en la década de los 80.  Esta es su historia y cómo se hace hoy, 31 años después a partir del mismo terruño atrapado por la ciudad.

Enrique Tirado, el enólogo de Don Melchor desde 1997, cuenta que la primera vez que fue con el equipo al viñedo donde nace este gran tinto de Viña Concha y Toro, observó expresiones muy diferentes en su follaje. Enseguida pensó que les estaban tratando de decir algo. Fue en ese camino de entender qué querían decían esas 127 hectáreas de viñedos en Puente Alto empezó un camino sin terno. El mismo que con la cosecha 2018 le llevó a tener 151 sectores diferentes del mismo viñedo para hacer una gran mezcla  final.

“Lo que nos permite hacer este Cabernet Sauvignon es la diversidad de sus parcelas”, explica Tirado durante una degustación en la histórica casona de Don Melchor (al lado del centro de enoturismo de Viña Concha y Toro, en Pirque) y durante la cual nos explicó el complejo engranaje que implica elaborar la mezcla de este vino nacido con la cosecha 1987 con la intención de llegar a ser el primer ícono de Chile.

Eso no quiere decir, se apura a aclarar Tirado, que cada año cada parcela se comporte igual. Muy por el contrario dice: “con cada nueva vendimia trato de partir de nuevo de cero, estando tranquilo de que la expresión va a estar”.

Tirado se refiere a que el terruño excepcional de Don Melchor siempre está. Lo está como en cualquier gran origen, como una cadena de factores que actúan de la mano. En el caso de Don Melchor, y todo el viñedo original de El Tocoronal (donde también nace Viñedos Chadwick, otro gran Cabernet ícono de Chile) es su ubicación clave:

  • a 650 metros sobre el nivel del mar
  • en la ribera Norte del Río Maipo
  • muy cerca de la Cordillera de los Andes
  • sobre terrazas aluviales
  • con variedades tintas llegadas desde algún lugar de Burdeos, Francia, en el siglo XIX
  • Un lugar que recibe vientos fríos que bajan de la Cordillera al final de cada tarde de verano y otoño.

“El hombre no es capaz copiar tal condición vital para el Cabernet Sauvignon, con la restricción de agua para la época de pinta, lo justo como para que frene su crecimiento vegetal y se concentre en la madurez de la fruta”, dice Tirado cuando se refiere al factor suelo.

Ante la pregunta ¿Qué tan importante es en carácter del vino el agua del Río Maipo con grandes cantidades minerales, como cal y potasio, un factor que suma a su terroir Pablo Morandé, el anterior enólogo de Don Melchor), Tirado nos dice: “Para mi sin duda el agua es parte de la particularidad de su suelo y lo veo como un conjunto”. Tampoco niega que el alto contenido de potasio sea e la cuenca del Río Maipo cada vez más un problema mayor ante la escasez de las lluvias, debido al calentamiento global.

«Este viñedo excepcional, llamado hoy Don Melchor, dice su enólogo, permite llegar cada año a la madurez precisa de las uvas del Cabernet con la armonía perfecta entre elegancia y fuerza”.

 

Más datos curiosos sobre este terruño legendario: El viñedo en producción de Don Melchor más antiguo data de 1979, mientras, el promedio de edad de sus plantas es de 30 años. Ello, por qué cada año se van replantado nuevos lotes con el mismo material que hace 15 años seleccionaron del mismo campo. Ahora si vamos más atrás, sabremos que el campo que pertenecía al gran fundo El Tocoronal lo compró Viña Concha y Toro en 1962.

Es en 1987 cuando nace la primera cosecha de Don Melchor, luego de que su equipo técnico y comercial le preguntaran qué potencial tenían los vinos de la bodega al mayor experto de la época, el francés Émile Peynaud, conocido como el padre de la enología moderna.

Claro que de las 127 hectáreas del viñedo Don Melchor no todo va a Don Melchor, en general es entre un 60 y 70%, y si el año es difícil como 2016, con lluvias en abril, pueden quedarse sólo con el 50%. ¿A dónde va lo demás? Gran parte, al Cabernet de Gravas del Maipo, otra línea menos conocida de Concha y Toro, y de la cual está a cargo la mano derecha de Enrique, la joven enóloga Isabel Mitarakis.

De las 151 parcelas separadas justamente por la diversa composición del suelo profundamente estudiado desde 1997 (gracias en parte a una tesis de Grado de Pedro Parra) y también sus diversas variedades, para la cosecha 2018, la que acaba de salir al mercado ($139.900), obtuvieron 76 de vinos de la primera prensa o vinos gota y 105 vinos de prensa. Por qué más prensas que vinos gota? Porque las presiones diferentes se separan. Para hacer la cosa más compleja, se mandaron los 181 vinos en pequeños formatos hasta Burdeos, para donde como cada año, Eric, el hijo de Jaques Bouisenot (asesor desde la primera cosecha del proyecto) ayuda en llegar a la mejor mezcla posible.

Un detalle más, para Enrique, los 181 lotes del 2018, fueron vinos de una cosecha perfecta, desde la brotación hasta la vendimia, con 348 mm de lluvia. Lo que no necesariamente, dice, hace el trabajo más fácil. El resultado sí fue especial y así lo explica:

“Donde se mirara era una cosecha especial: hubo equilibrio en toda la temporada y la uva maduró bajo un clima fresco que dio una madurez fresca… Al escribir mis notas de cata recuerdo que me dije 2018 es emoción al máximo”.

Y aunque en la degustación la madera no fue tema, este gran tinto siempre la tiene. La cosecha 2018 la tuvo por 15 meses con un porcentaje de 72% nuevas y 28% de un eso.

¿Fecha de cosecha se preguntarán? Tirado cree que para hacer un gran vino, complejo, con la estructura para resistir la madera y el paso del tiempo, la madurez debe ser óptima. Nada de adelantarla varias semanas, como es hoy la moda en busca de frescura y menos grados de alcohol. Probar sus versiones anteriores de años cálidos, como 2008, sólo pueden decir que en el lugar correcto, si es que podemos y queremos esperar un vino por décadas, Tirado tiene razón.

¿La mezcla final 2018? 91% de Cabernet Sauvignon, 5% de Cabernet Franc, 3% de Merlot y 1% de Petit Verdot.

El primero y el actual Don Melchor, 31 años de historia.

Para el lanzamiento de Don Melchor 2018 tuvimos la oportunidad de probar además parte de su pasado. Así revisamos 2008, 2013 y 2015. También durante un almuerzo, un lujo, el primero de todos, 1987. Al final detallaremos cada uno de ellos, y ese 1987 con 31 años de historia a cuestas.

Antes, contarles que la cosecha de Don Melchor 2018 muestra efectivamente una elegancia y frescura sin igual. Ya con un año apenas en botella es suave, sin perder su firmeza, equilibrado en todas sus dimensiones, y largo, muy largo en su paso por la boca. Para beber ya, como los grandes 2018 y para guardar también por muchas décadas más.

No será por casualidad, que el crítico norteamericano James Suckling le dio por primera vez 100 puntos a esta la cosecha 2018 de Don Melchor. O, acaso era una deuda, pues ya casi todos los vinos íconos de Chile los tienen.

Otro dato interesante para los fanáticos de Don Melchor, es que su casona y parque son protagonistas de un tour que lleva su nombre. Y, aunque este plan ya existía, lo nuevo es que el parque de 22 hectáreas (diseñado por el paisajista francés Guillaume Renner a inicios del siglo pasado) está siendo restaurado -dentro de las estrictas exigencias que implica ser Monumento Nacional- por el arquitecto chileno Juan Grimm, y ya es parte del recorrido. ¿Valor del tour de hora y media? Lo mismo que una botella de Don Melchor.

La casona de Don Melchor y su jardín centenario actualmente son Monumentos de la Nación.

Un viaje al pasado

1987. Se trata de la primera cosecha de Don Melchor, pensada por Rafael Guilisasti y ejecutada por el enólogo Goetz Von Gersdorff. Un lujo que aún queden muchas botellas de él; también que esté impecable con sus 31 años a cuestas. Su color delata por supuesto la evolución y oxidación del tiempo, pero la fruta sigue allí, roja, recordando guindas secas e higos, acompañando la tensión de su taninos aún firmes. Fabulosa compañía para quesos maduros de la zona.

2008. De color evolucionado, nunca tanto como 1987, pero a la vez el más cremoso y seductor de todos. De aromas a guindas secas y notas herbales, no deja de reflejar la calidez particular de su añada y la tensión que aporta su terruño. Lleno aún de frutas rojas en boca e higos secos. Su mezcla posee un 3% de Cabernet Franc.

2013. Es el más largo de todos los Melchores catados, y el más potente; nacido de un año frío. En nariz recuerda al dulce de guayaba y en boca envuelve lleno de tensión. Lo que habla de su larga vida en botella aún por delante. Su mezcla posee 9% de Cabernet Franc.

2015. Nacido de una año promedio, sin excesos de calor es el menos expresivo del grupo y el que siente más parco, por no decir austero. Tal vez golpeado por la fuerza e impacto del 2013. Su entrada en boca es cálida, igual que su paso por la boca, potente, de tanino aún muy firme, incluso secante. Guardar guardar… porque mucho tiempo tiene por delante. Su mezcla posee 92% de Cabernet Sauvignon, 7% de Franc y por primera vez un 1% de Petit Verdot.

¿Cómo se viene el futuro de Don Melchor ante el calentamiento global y el crecimiento de la ciudad? Peligra, ya lo dijimos por la escases de agua de lluvias, pero mientras haya agua de deshielos, habrá soluciones. Entre ellas, construir un tranque dentro del campo, lo que hicieron este año. Imaginen el valor cúbico de ese agua acumulada desde el Río Maipo. Imaginen el valor de Don Melchor y su legado para haber hecho tal inversión y, cómo no, todas las demás. Eso sí, el sueño de la casa o la bodega propia, aún tendrá que esperar.

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2 comentarios

  1. […] Sabemos además del gran trabajo de Don Melchor, ahora sumergidos en darle vida a sus suelos; un trabajo en detalle extraordinario, y cuya diversidad de cuarteles / componentes se utiliza para darle calidad año a año a unas 17 […]

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