EL ELEGIDO DE SAN JOSÉ DE APALTA

Publicado el 13 abril 2021 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Tal vez por ser más que una contradicción, un gran hallazgo, nuestra editora eligió refrescantes burbujas de la bodega que suma de 300 hectáreas sólo de viñedos en el Valle de Cachapoal.

 

San José de Apalta, en el Valle de Cachapoal, es una viña familiar que partió sus operaciones en la década de los años 70, con el negocio de los vinos chilenos tradicionales de la época, envasados en garrafas y chuicas. Para poco a poco, a fines de los años 90, dar el giro para dedicarse al vino fino envasado en botellas de 750 ml y el mundo de las exportaciones que entonces ya tomaba fuerza.

En aquellos años, nos cuenta su enólogo Raimundo Barros, Apalta era una zona dentro del Cachapoal, con una escuela que lleva su nombre. Mientras, el pueblo de Apalta, desde hace tres años una D.O. del vecino Valle de Colchagua, no comenzaba todavía a hacer ruido en el mundo del vino. De ahí, muchas veces la confusión sin intención del nombre que desde los 90 lleva este proyecto.

Raimundo Barros es enólogo de la bodega que tiene una capacidad para cinco millones de litros.

Hoy, la Viña San José de Apalta del Cachapoal, tiene 3 unidades productivas bien definidas, y separadas, como la ley lo exige, compuesta por 1.20o hectáreas de cultivos, entre cerezas, uvas de mesa y uvas de vino. De ellas, 300 hectáreas son de viñedos para vino, y se encentran principalmente en la zona de Peumo, conocida por la calidad de sus Carmenère. Además, tiene viñedos en Rengo, zona destacada como Cachapoal Andes, y de donde obtienen sus mejores Cabernet Sauvignon. Es justamente su Gran Reserva Cabernet Sauvignon 2015, uno de mis vinos favoritos de esta viña, el que se pelea por ser el elegido para este especial de Viñas de Cachapoal en WiP.

La particularidad del origen de este Cabernet, es similar al de su más afamado vecino, Maipo Andes; pues no sólo comparten la gran amplitud térmica entre días y noche, sobre todo en esta época del año, el otoño; sino los suelos aluviales que ayudan a restringir agua a las plantas, para producir pocas uvas y de madurez justa.

Cuando el origen de los vinos de San José de Apalta es principalmente la zona de Peumo llevan la D.O. Rapel.

Lo que me gustó de esta versión Cabernet Gran Reserva 2015, ya con sus años de guarda, es que aun se siente ese frescor de su origen en Cachapoal Andes, y también la fuerza de sus taninos que con la guarda se han pulido, pero además han sumado complejidad a sus aromas a frutas rojas. El conjunto es vivaz, gracias una rica acidez y su jugosidad en boca. Valor $8.900.

Otro gran tinto de la viña es el Cabernet Sauvignon – Carmenére en esta misma categoría de precios, mezcla de las dos mejores variedades de cada uno de sus viñedos en diferentes sectores del mismo Valle. Siendo el Carmenére de la zona más cálida, Peumo, con suelos más profundos. Origen, éste por cierto, de otro par de candidatos a favoritos de San José de Apalta: el jugoso Syrah Single Vineyard 2019 ($6.800) y el Petit Verdot del mismo año, que aún no sale al mercado, pero que es una bomba de fruta negra ya domada. Atentos a su llegada.

Atentos también al live que haremos este martes 13 de abril a las 19:30 horas, por Instagram @reinaentrecopas junto a Raimundo Barros. Habrá concurso para disfrutar seis vinos de seis viñas del Valle del Cachapoal.  Están todos invitados.

EL ELEGIDO DE SAN JOSÉ DE APALTA

Mi favorito, de seguro para vuestra sorpresa, es el Espumante Brut de San José de Apalta; tal vez porque es el vino que uno menos espera que te atrape de un valle famoso por sus tintos. Tal vez porque es el que más seguridad tengo de que encuentren en Chile, sobre todo considerando que la gran parte de la producción de esta viña del Cachapoal, se va a Asia. Tal vez, por su excelente, relación precio/calidad y elegante etiqueta dorada ($7.800).

Este espumante método Charmat es un Brut, con apenas 8 gramos de azúcar por litro. Su encanto está en esa frescura que nos entrega en la copa gracias a su fruta cosechada tempranamente. Mayoritariamente se trata de un Chardonnay de Peumo, con algo de Pinot Noir, de aromas sutiles y frescos, y una burbuja cremosa. Su muy rica acidez y sabroso final, dejan un retrogusto frutal y refrescante; ideal para un aperitivo en la terraza bajo el sol de otoño.

Una elección, tal vez, que también nos habla de la buena fruta que tiene Chile y San José de Apalta, pero también de la necesidad de cuidar su expresión con la guarda en maderas, que aunque la exijan ciertos mercados de exportación, no siempre terminan siendo un verdadero aporte.

De seguro, camino al sur de Chile por la autopista, habrán visto a la altura de Rengo, a mano derecha, esta bodega blanca con su gran cartel fuera. Así es que la próxima vez que pasen por allí, si es de día, deténganse para visitar su sala de ventas. Si no son vergonzosos, pidan pasar al casillero subterráneo que muestra el perfil del suelo aluvial,  sobre el cual crecen sus viñedos.

 


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