FINIS TERRAE CUMPLE 30 AÑOS

Publicado el 27 septiembre 2024 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

El primer blend de Cousiño Macul llega a las tres décadas con una imagen en busca de conquistar nuevos consumidores. Repasamos su historia en el Maipo Andes.

 

Rojo fuego, como el color del renovado logo de la histórica Viña Cousiño Macul, es la apuesta detrás de la nueva etiqueta de su gran clásico Finis Terrae, conocido como la primera mezcla tinta de la bodega con viñedos en Peñalolén.

Para celebrar el lanzamiento de su última cosecha, la 2018 ($22.900), y con ella sus tres décadas de historia, fue que la bodega decidió realizarle un gran cambio de imagen, radical. Actualmente dirigida por la Verónica Cousiño en la gerencia general y Rosario Palma en la gerencia enológica, la apuesta busca darle más vitrina entre nuevos consumidores y diferenciarse de su hermano mayor, Lota ($130.000) la también mezcla tinta, nacida en 2004  de los mismos viñedos antiguos ubicados a los pies de los Andes, dentro de Santiago.

No es la primera vez que una mujer trae cambios en la Viña Cousiño Macul. La primera de ellas, fue Isidora Goyenechea, viuda del fundador, quien al hacerse cargo de la viña se preocupó de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, estandarizó la producción de los vinos y supervisó la construcción de la icónica bodega del viñedo que hoy es monumento histórico. Debió sí, pasar más de siglo y medio para que otra mujer, su tataranieta  Verónica Cousiño volviera a dirigir la viña. Venía desde su departamento de marketing, donde estuvo por diez años. Entonces, en 2019, me dijo sobre la ausencia de mujeres en cargo directivos, desde que Isidora falleciera en 1898: “no es de machistas que en el pasado hayan sido solo hombres de la familia en la viña. La generación de mi papá son tres hermanos hombres, mi abuelo, era hijo único, y mi bisabuelo fue el único hombre de su generación, porque sus dos hermanas se fueron a vivir a Europa y nunca volvieron a Chile.  Ahora nos tocó a nosotras. Yo soy la mayor de las primas, y cuando me ofrecieron venir a trabajar, me vine feliz… Nos tocó ser mujeres, como generación, en un momento cuando es demasiado bueno…»

Repasando la historia de Finis Terrae, Verónica recordó durante su reciente lanzamiento que el año 1929 se había plantado un cuartel de Merlot. “Carlos, fue el hijo único de Arturo, mi bisabuelo, y por ende le había puesto así a su mejor cuartel de Merlot. Por eso Finis es el vino de mi tata Carlos…  No siempre es el precio, los puntajes, sino lo que a uno le recuerda el vino, y para mi Finis es mi tata Carlos», conto Verónica. «Él  fue una de las islas de mis emociones, por eso no puede no ser mi vino favorito. Es un vino de una presencia señorial, mi abuelo media dos metros de altura, es un blend bordelés, por lo que uno se imagina algo grandiosos, inalcanzable, pero a la vez cuando lo prueba se encuentra con un corazón gigante, aterciopelado, amistoso. Todo lo que un vino necesita ser”.

El primer Finis, explicó Verónica , “se hizo hace ya 32 años por primera vez, de un año infernal para la viticultura, porque en 1991 nevó para Navidad, y llovió, se quemaron las viñas; sin embargo, mi abuelo decidió hacer el vino premium de la viña esa cosecha”.

En cuanto al nombre, Finis Terra era como se conocía Chile en los primeros mapas que se dibujaron de América. “Después de Argentina, más abajo del Perú, era tierra de nadie, se acababa el mundo. No fue hasta que alguien valiente se atrevió a cruzar la cordillera, que se descubrió que todavía había un poquitito de tierra, y que esa tierra pasó a llamarse Chile». Ese mapa, en rojo fuego, vemos ahora en el fondo de la etiqueta 2018.

La nueva edición 2028

Finis Terrae 2018, nos dice Rosario Palma, la primera enóloga que ha tenido la viña desde su fundación en 1856, es un vino que viene cargado de cambios, aunque lo más obvio es su packaging. Rosario explica que Lota y Finis Terrae vienen ambos del mismo viñedo en Peñalolén, absorbidos por el crecimiento hacia el sur de la ciudad Santiago. Las únicas diferencias que tienen entre sí, es que las mejores barricas que eligen cada año van a Lota.

Además, Finis Terrae ahora tiene un porcentaje de Syrah. El aporte del Syran por cierto, ha sido responsabilidad de Rosario, pues fue quien lo puso en la mezcla. Para Rosario, está en la mezcla porque es una variedad muy versátil, que aporta color y complejidad.

“Los cuarteles de Peñalolén ya están realmente adaptados a esa zona, es una zona muy especial, da unos vinos frescos, con taninos muy redondos, elegantes”. El Cabernet viene de un viñedo de 60 años y el Merlot tiene más de 80.” El porcentaje de Syrah, en tanto, viene del nuevo campo de la viña en Paine, desarrollado para reemplazar un paño importante en Peñalolén que fue urbanizado.

Los cambios, en el vino en sí, explica Rosario, implican pequeños detalles y que se han ido consolidando, como por ejemplo, el uso de la madera. “Ahora estamos usando barricas de 225 litros y de 300 litros. Usamos un porcentaje nuevo y un porcentaje de segundo uso… ya tenemos nuestras tonelerías preferidas, que funcionan muy bien con nuestros vinos. Hemos ajustado también la fecha de cosecha. Nos guiamos por análisis y por degustación, principalmente de los taninos.

Desde el 2018 además Rosario tiene como asesor a Felipe de Solminihac, quien fuera enólogo de la bodega y justamente en ese andar, fue como llegó a comprar tierras vecinas para desarrollar el viñedo de Viña Aquitania, sociedad que formaría con amigos franceses.

FINIS TERRAE EN VERTICAL, LA CÁPSULA DEL TIEMPO

Finis Terrae en vertical. 2018 la ultima cosecha en el mercado, muestra su nueva imagen, de cambio radical.

Parte de poder hacer una cata vertical es darnos cuenta que el tiempo pasa y que ese paso significa de repente hay botellas que no están en su 100% y otras que están sobresaliendo, dijo Verónica como introducción a la cata vertical que nos llevaría de paseos por las tres décadas de historia de Finis Terrae.

Así fue como dimos con ese primer  1992, mezcla 95 % Merlot  y 5 % Cabernet,  con su color rojo teja, propio para sus 32 años. Su nariz es herbal y con notas a frutas rojas secas, muy limpio, en boca suavemente envolvente. Con 12.4 °A sus taninos se sienten suaves junto a una acidez que sigue aportando nervio. En esta cosecha estaba a cargo en la enología Jaime Ríos y recién entraba Matías Rivera. Mientras, dejaba la viña Felipe de Solminhac.

El mismo equipo dirige la cosecha 1996, siguiente en la vertical. Su mezcla pasa a ser 48 % Cabernet y  52 % Merlot. Tiene 12.8 °A. El vino se disfruta con su fruta roja, dulce con más tensión y estructura. Su nariz más fresca y más herbal, deja un retrogusto a té negro, delicioso.

Avanzamos a Finis Terrae 2004, mezcla 58 % Cabernet y 42 % Merlot. Con 14.5 °A,  sus enólogos ahora son Matías Rivera y Pascal Marty. Este mismo año se lanza Lota, por lo que podríamos decir que Finis pierde sus mejores barricas. El vino en todo caso se siente mucho más potente y voluptuoso (cambio de estilo) con madera nueva, ahora en más porcentaje, muy presente.

Finis Terrae 2008 es el primero con Syrah de Paine en la mezcla. En la enología está Pascal Marty y se suma Rosario Palma.  La mezcla es 60 % Cabernet, 30 % Merlot y 10 Syrah. Una variedad que entra en la mezcla por Rosario, y sale, justamente, mientras ella está de viaje fuera de Chile. El vino toma una dimensión más oscura, de fruta negra. Muy vivo aún.

Finis Terrae 2012, mezcla 65 %Cabernet y 35% Merlot es el más elegante y sedoso, es el waow de la serie. Su fruta negra llena la boca, intensa, sabrosa.

El nuevo en llegar. Finis Terrae 2018 es mezcla 51 % Cabernet y  41 % Merlot de Peñalolén y % 8 Syrah de Paine. Tiene 14°A. Impacta la nota de guayaba, perfumada, dulce, en nariz; así como su tanino fino y con fuerza. Con cuerpo medio tenso, sigue siendo delicado. Como diría Verónica,  es un tinto «de corazón gigante, aterciopelado, amistoso. Todo lo que un vino necesita ser”.

 

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