GIN, EPISODIO II
Alessandra Lanzarini, nuestra bar consultant nos presenta sus dos amores, Dry v/s Dirty Martini. Uno solo será su número uno.
No es fácil para quienes nos apasionamos por un algo, independientemente de lo que ese algo sea, acotar, resumir, discriminar o jerarquizar la vorágine ansiosa del discurso «de seducción» de la forma más clara posible a todo aquel dispuesto a prestar atención o evidencie un poco de interés, ojalá, echárselo al bolsillo y finalmente evangelizarlo…
Ese afán tan adolescente de querer que todos quieran lo mismo que tú quieres.
Pero, como decía mi abuela “No por que seas vegetariano, un tigre va a dejar de comerte”.
Pero bueno, hablaremos de coctelería, no de tigres, en este episodio, y en particular de Gin y Martinis.
El Dry Martini se merece, dado su protagonismo incuestionable en la coctelería clásica, ser invocado una y mil veces, dejándole abierta la puerta. Siempre querremos volver a pasar por ahí. Icónico. Sin embargo, son tantas las cosas que me pasan con el Sucio, el Dirty Martini.
Debo confesar que una de las grandes razones de mi abanderamiento estricto con el Dirty Martini tiene que ver con su turbidez. Y su sabor, como a mar. Algo que me recuerda a la Cenicienta, pero al revés.
Eso de quitarle su transparencia, por la intervención de un excéntrico jugo de aceitunas, que en verdad no es jugo. Es la salmuera en la que se encurten. Es el agüita que las aguanta.
Uno de los cócteles que requieren mayor cuidado o exigencia; es más, uno de los tragos con los cuales se confirma la calidad del bartender es el mentado Dry Martini o Dry Martini.
¿Por que tan difícil si sólo tiene dos ingredientes? Ah? y la aceituna…
Suena simple, y sí, manejando las siguientes variables fundamentales…
Primera, segunda, tercera y décima prioridad… ¡La temperatura!
Nuestro cóctel, y por lo tanto los ingredientes involucrados siempre deben estar fríos, como también la copa. Se debe bajar la temperatura sin aportar agua, eliminándola con un Colador de Oruga o Hawthorne Strainer.
Luego… ¡El balance!
La potencia del gin vs la complejidad del vermut armonizando perfectos en su copa.
Las características y proporción de gin y vermut deben equilibrar… Claro, no como Hemingway con su 15:1. La proporción clásica es de 5:1.
Al final… ¡La transparencia!
Tanto la copa, como el líquido en su interior, deben ser perfectamente traslúcidos e impecables.
Pero el Dirty Martini, a modo muy personal, me parece aún más complejo….
Sí, mucho más complejo, seductor y rebelde.
Se dice fue que uno de los primeros cócteles en beberse oficialmente en la Casa Blanca después de la ley Seca en 1933. En su origen, en vez de Gin era preparado en Vodka.
Transgresor y jugado.
Amo su osadía.
No se me hace fácil esto del corazón dividido, pero es grande y querendón, entonces ¿volvamos nuestro Martini Dry?
Tal es su fama, que da nombre a la más universal copa para cóctel, de forma triangular, denominada copa de cóctel o de Martini. Belleza.
El Mito.
Con el dolor de mi alma (y de mi abuela, que en paz descanse) la preparación del Martini Dry representada en la cultura popular por nuestro beloved James Bond, que lo pide “Shaken, not stirred” (Agitado, no revuelto), se denomina en rigor un «Bradford«.
El purismo de la coctelería declara “un Martini debe siempre ser revuelto, no agitado”, de modo que las moléculas descansen sensualmente unas sobre las otras». La diferencia entre mezclar o agitar el cóctel es indistinguible, y la elección de uno u otro método recae en la creencia de que, de algún modo, la bebida se ve afectada por el modo de su preparación.
Continuará…
Colador de Oruga o Hawthorne Strainer
Esta herramienta de bar es perfecta para colar los cócteles, se utiliza para retener hojas, trozos de frutas o bien el hielo dentro de la coctelera, vaso o copa.
Cuenta con una parte plana y redonda con orificios, un par de patas o pinzas de enganche, un asa de sujeción y un espiral en todo el contorno que le permite ajustarse a la boca de vasos, cocteleras o copas.
Alessandra Lanzarini Olivari Sommelier & Bar Consultant. Curiosa siempre, comenzó estudiando Ingeniería en Acuicultura en la Universidad Andrés Bello, pero suspendió para explorar su interés en los cruceros. Lo que la llevó a descubrir su pasión por la gastronomía y la hotelería. Después de regresar a Chile, estudió Comercio Internacional y Administración de Empresa; mientras, trabajaba en destacados hoteles y restaurantes. Posteriormente, ingresó a la Escuela de Sommelier de Chile, y trabajó en diferentes restaurantes, explorando vinos y destilados nacionales y extranjeros. Actualmente, trabaja de forma independiente como sommelier, asesora de bares y desarrollo de coctelería. Sus grandes pasiones: escribir, hacer arte y experimentar con sabores.
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