Desde Los Oasis de Pica, Quisma y Matilla hasta el valle del Elqui,  las vendimias se registraron adelantadas,  debido a altas temperaturas, incluso antes de lo normal.

Mientras la cosecha 2024 tiene  recién sus últimos movimientos de uva en el sur de Chile, en el extremo Norte las bodegas ya tiene vinos secos y listos para embotellado o crianza.  Este primer informe nos llevará precisamente  mucho más allá de las  D.O. de Chile,  que comienzan en la Región de Atacama, también llamado Norte Verde. Territorios éstos, en el Norte Grande, con menos extensión de viñedos y que suelen quedar excluidos injustamente de nuestro territorio vitivinícola, históricamente.

REGIÓN DE TARAPACÁ (también se siguen produciendo vinos en la Región Arica Parinacota (los Pintatani), aunque solo de venta local).

Comenzaremos este informe de Vendimia WiP.cl por La Cooperativa Lagar de los Oasis, la cual lleva ya varios años con la misión de revivir junto a sus agricultores la tradición de producir vinos en el desierto.

(Valga  la explicación: Tradición que debió desaparecer por los más injustos motivos. Como que el Estado de Chile, tras la Guerra del Pacífico, desterró a sus exitosos viñateros de nacionalidad peruana; a los que quedaron impusieron impuestos impagables, hasta que, finalmente, les quitaron el agua de sus canales de riego, para abastecer la ciudad de Iquique. En sus huertas, sin embargo,  quedaron viñas, y varias de sus cepas están en todo Chile, como la Huevo de Gallo, Cristal o Blanca Ovoide; otras se ha recién descubierto, por análisis de ADN,  y son realmente  únicas, como la llamada Pica).

Sergio Jara, enólogo Cooperativa Lagar de los Oasis, en la Región de Tarapacá, nos cuenta que esta – su tercera cosecha en la zona del Norte Grande- llegó con un mes de anticipación. Básicamente, explica, por temperaturas muy elevadas (por sobre los 35°C) los diez últimos días de enero, justo durante pinta o envero. Las variedades que allí se desarrollan – Pica (cepa local N/N), País, Moscatel, Canela y Cristal o Blanca Ovoide– explicó, experimentaron subidas de azúcar y alcohol potencial muy rápido, por lo que estuvieron midiendo su alcohol potencial todos los días para que no se fuera a pasar. Las lluvias aquí, a diferencia del sur, destaca Jara, no son un problema entre agosto 2023 y marzo 2024. De hecho, destacó, no ha caído ni un milímetro de agua, apenas 0.5 mm en noviembre y 0.4 mm en febrero.

La particularidad de esta zona que se compone por los Oasis de Pica, Quisma y Matilla, y donde se ha vuelto después de décadas de olvido a plantar viñedos y vinificar sus uvas, explica Jara, es que las aguas son subterráneas. Recordemos, nos dice, que el Desierto de Atacama fue fondo de océano, y como no llueve, las sales de ese océano nunca se han lavado.  Jara destaca a su vez, que en este Norte Grande los vinos 2024 ya están terminados y los están embotellando para proteger de las altas temperaturas en sus bodegas sin climatización. Ello, debido a que las variedades que poseen, son de poca acidez natural.

En cuanto a rendimientos de fruta cosechada, cuenta que este año los pájaros se comieron la mitad de las uvas de Felipe Loaiza, el viticultor pionero en esta versión 2.0 de los vinos del Oasis. Creen, porque este año, curiosamente, hubo baja producción de mangos. Eso sí, lograron misma cantidad de uvas que el año pasado, gracias a que sumaron nuevos productores. El ataque de pájaros fuera de lo normal no ha sido exclusivo del oasis, según hemos podido saber, también se ha sufrido en otras regiones vitivinícolas como en Lo Abarca, donde este año los viñedos de Casa Marín, bendecidos al fin por las lluvias de invierno,  comenzaron a cultivar bajo los principios de la agricultura regenerativa. Aquí, a los ataques de pájaros se sumaron conejos. Siempre hay algo de lo cual aprender en cada vendimia, nos dice Felipe Martín, enólogo de la viña.

REGIÓN DE ANTOFAGASTA

En la región Antofagasta, Fabián Muñoz enólogo de los vinos Ayllu (Cooperativa Lickan Antay en los oasis de  San Pedro Atacama, Toconao y Socaire) nos cuenta que este ha sido  el año más cálido que han tenido. Con un invierno más o menos templado que indujo brotaciones adelantadas, aunque con buena cuaja. Debido al alza de temperaturas en verano se adelantaron las cosechas alrededor de dos semanas y media y hasta cuatro, semanas en algunos sectores.  Estas condiciones, explica, fueron demasiado cálidas para los blancos, y a la vez más positivas para los tintos, porque sus vinos vienen un poquito más concentrados. Al no haber tenido invierno altiplánico, condición que baja las temperaturas entre enero y marzo, tuvieron una mayor exposición solar y mayores temperaturas.

“Rosado, naranjo y tintos vienen bien, pero tuvimos que hacer manejos en viñedos para dejar un poco más de hoja que cubriera el racimo y así generar un poquito más de frescura en los vinos. Eso sí, acá aumentaron la cantidad de kilos. «Pasamos de 18.000 kilos en 2023 a 20.000 este 2024, considerando además que tuvimos menos superficies de plantación, porque pasamos de 5,2 hectáreas a 4. Sacamos la vendimia en tres meses, de enero a marzo, lo que fue un año bueno por un tema de logística. No vamos a hacer dulce, solamente el tinto dulce que va por ahí una línea Zinfandell dulce, pero contentos porque los vinos  están bastante ricos con una evolución  prometedora. Ahora, agrega, ya están preparándose para el próximo año», concluye Muñoz.

REGIÓN DE ATACAMA

En la Región de Atacama, el equipo enológico de Viña Ventisquero ya tiene sus vinos de la línea costera Tara,  con fermentaciones terminadas y entrando a crianza. Aquí -nos explican Felipe Tosso y Alejandro Galaz mientras regresaban de cosechar las uvas de su joint venture en el viñedo más austral del mundo (en Chile Chico)- la madurez llegó tres semanas antes de lo normal; definitivamente por un calor más intenso de lo habitual y temperaturas en promedio más altas durante la temporada. En contraste, en Chile Chico, la vendimia a mitad de abril se aceleró tras el susto de una helada que llegó a los -4 centígrados, y que si bien no afecta uvas, sí a las hojas encargadas de la fotosíntesis y de entregar energía a la planta para que continúen madurando sus frutos.

REGIÓN DE COQUIMBO

Si seguimos a la siguiente región, en Coquimbo, Héctor Rojas, viticultor de Viña Tabalí, explicó que tuvieron un invierno 2023 muy suave, con lluvias de apenas 50 mm y un julio tan cálido como suele ser el mes de octubre; lo que activó la brotación en variedades precoces como Chardonnay y Pinot, adelantándose más de un mes con respecto a las fechas normales. «Luego, las temperaturas de agosto a septiembre fueron más normales, pero se volvieron a activar a fines de diciembre e inicio de enero. Llegamos a cosechar los primeros lotes para espumantes cerca del 16 de enero, 10 a 15 antes de lo normal, y las primeras uvas para vinos tranquilos desde el 24 de enero en adelante. A veces las fechas marean, pero fuimos sacando lotes uno a uno, con madurez precisa. Creo esa decisión de cosecha oportuna, con los años de experiencia, permitió tener muy buenos vinos, están muy interesantes, y nos gustan mucho. Tienen buen balance en acidez y estructura en boca».

Eduardo Jordán (recién elegido Enólogo del Año por Tim Atkin) quien  vinifica Chardonnay de Talinay para Miguel Torres, destacó que la zona está afectada por una sequía grande. «El embalse de arriba, llego a 9 o 10% la capacidad. Entonces se partió con una sequía grande y una primavera súper cálida, más de lo normal. Lo que gatilló que todos los estados fisiológicos se fueran adelantando. Y finalmente la cosecha este año fue 20 días comparado con el año anterior». En términos de producción, dice hay de todo, porque está muy vinculado con la disponibilidad de agua que tuviera cada productor. Hay productores que tuvieron una baja chica, entre 5 o 10%, y hay otros de hasta un 30% menos.

«Aunque fue un año cálido, destaca Jordán, fue importante la fecha de cosecha, se mantuvo la acidez alta. O sea, aumentó el grado, la acumulación de azúcar, pero la acidez se mantuvo alta.  Entonces los vinos están con un buen equilibrio y están muy bien, además de súper salinos. Porque en año seco, las sales suben, entonces eso se nota mucho en el vino.  La prioridad ahora, destaca es que llueva en invierno, los que pueden, están buscando sumar más pozos de agua.

Quienes ya celebran que haya llovido este otoño, son los agricultores del Valle del Elqui, donde su invierno 2023 templado y sequía extrema también se vieron reflejadas en una cosecha 2024 menor. Sofia Fillol, enóloga residente en Viñedos  Alcohuaz, en el sector más cordillerano y alto del valle,  registró una baja de hasta 30% en sus Syrah. Sin embargo, enfatizó,  además de que la vendimia 2024  se adelantó justo una semana, «de lo poco que hay, esta muy bueno».

Misma visión tiene Gabriel Mustakis, enólogo de los vinos de alta gama de Viña San Pedro. Con viñedos en Elqui Costa, en sector La Roja (antes del embalse Puclaro) donde, destaca, tienen mayor incidencia directa del mar, fue un año en general más cálido y más adelantado. «Si con Pinot partimos normalmente a mediados de febrero o el 20 de febrero, este año partimos los primeros días de febrero, y anduvo súper bien: alcohol moderado, rica acidez, buena madurez. «Al que más  impactó el clima fue al Syrah, con la que siempre se termina la vendimia a principios de mayo. Este año las condiciones lo ayudaron muchísimo.  La pinta llegó temprano y seguimos con temperatura hasta finales de marzo o quizás inicios de abril, cuando empezó a hacer más frío y se fue suavecita la madurez. Lo cosecharlo a mediados de abril. Es lo más temprano que hemos cosechado el Syrah en la historia de nuestro viñedo en Elqui.  Quizás, a diferencia de la zona Central Costera, donde también fue año frío, destaca Mustakis, acá, por quizás ese calor inicial, la variedad logró madurar súper bien, con buenos grados, rica acidez y muy rica concentración. Estamos hablando de 14°A o 13.8 por ahí, con rica acidez y un muy buen color, porque en general las bayas fueron más chicas este año».

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