“LA VIUDA DE CLICQUOT”, LA PELÍCULA

Publicado el 25 febrero 2025 Por Maximiliano Mills

Maximiliano Mills, nuestro comentarista de cine, vuelve sin filtros para hablarnos de un guion inspirado en la historia y logros técnicos de una de las grandes mujeres de la Apelación Champaña. De los cuales, por cierto,  poco aprenderemos viéndola.

 

Es probablemente una de las películas que fui a ver con las más altas expectativas, creyendo ampliar con nuevos conocimientos e historias de lo que ya sabía sobre la mujer que cambió para siempre la creación del champán en las décadas y siglos por venir. Ya al comenzar, después de la tercera o cuarta frase pronunciada en pantalla quedó algo claro de inmediato: fue un gran error que esta película no fuera hablada en francés. Si bien, por mi abuela materna Courtin tengo descendencia francesa, nunca he tenido afinidad con el idioma y en el colegio detestaba las clases de francés. Quizás la mejor explicación –según la Física Cuántica– es que “no vibro en la misma frecuencia” del lenguaje francés ¡Pero daría cualquier cosa por volver a ver esta película en el idioma original en que se expresaba la empresaria Barbe Nicole Clicquot-Bonsardin!

Si bien se describe como una película dramática para mí es una película histórica, aunque falla finalmente en esta faceta. Es una coproducción internacional entre Reino Unido, Francia y Estados Unidos dirigida por Thomas Knapper y basada en el libro “The Widow Clicquot” de Thilard J. Maceo. Está protagonizada por Hayley Bennett y Tom Sturridge. Tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Toronto en septiembre del 2023.

A los pocos minutos de avanzada esta película ya se ve que está contagiada con ese enquistado y auto-convencido virus de que “mientras más en penumbra se filman las escenas estas más cerca al Cine Arte”, algo que podría entender. Lo que no puedo entender es cuando se filma al mediodía en los viñedos una escena con el sol en posición cenital, mostrando una cosecha ¡Y aun así la imagen resulta oscura! Esto para mí se contrapone con lo que es realmente la existencia de un viñatero en tiempos de vendimia: es luz, es sol, vida, es energía, es nutrirse del calorcito que te entrega el final del verano cuando estás cosechando los racimos. Entonces, dar esta impresión en una película que es netamente una historia agrícola con la imposición del mismo filtro para escenas de exterior e interior pareció antinatural. No me fui del cine solo porque quería saber si es que aprendía algo más de la vida de esta mujer excepcional.

 “La Viuda de Clicquot” se puede ver como un drama romántico e histórico en que no es necesario ser un enófilo para apreciarla y aunque nunca hayas probado un champán o una botella de espumante como Prosecco o Cava. El otro tipo de espectador es alguien que sabe que existe la zona de champán y que es famosa mundialmente por sus vinos con burbujas y Denominación de Origen. Este quiere conocer a través de la película sobre algo más sustancioso. Y en tercer lugar están los espectadores que son enófilos y que ya saben la historia de Madame Clicquot. Los que realmente esperan que el gasto en la entrada les pueda contar algo que no sabían, o si ya conocían el episodio por lo menos verlo recreado en la gran pantalla.

Siempre es admirable cuando alguien no toma el camino más fácil que en el caso de Barbe-Nicole Clicquot (nacida en Reims en 1777), hubiera sido vender el viñedo una vez que enviudó de su marido Francois a los 27 años. Pero como sabemos, los viñedos crean fuertes lazos con sus propietarios. Y aunque se hubiera asegurado un tranquilo pasar y también la educación para su hija Clementine, prefirió quedarse con sus parras y asumir el desafío de no descontinuar su operación siendo la primera mujer en dirigir una empresa de champán. Además desarrolló técnicas innovadoras para su producción siendo su principal mérito la invención del «girado» o “remuage”; proceso que permite eliminar la sedimentación de las botellas lo que mejora la claridad en la champaña. También se destacó por su habilidad para comercializar y exportar sus vinos, estableciendo la marca Veuve Clicquot como una de las más reconocidas y demandadas a través de Europa.

Es durante este proceso cuando se da cuenta que las mujeres no podían ingresar a negocios masculinos como el vino –siendo más subvalorada aún por ser viuda– y es aquí cuando descubre las bases para el vino espumante como se conoce hoy. Pero al final, lo único que hace admirar más a “la gran dama del champán” es cuando bajo bandera estadounidense envía sus botellas para ser vendidas por toda Europa, a pesar del bloqueo inglés debido a las guerras napoleónicas. Hoy las personas se quejan por el tiempo que tarda un contenedor en llegar a Europa o Asia. Ella mandaba su producción de botellas en carretas tiradas por caballos y sin saber si iban a llegar hasta el comprador. Podían desbarrancarse bajando una cuesta o podían ser robadas perdiendo toda su inversión. Esto es un recordatorio de que en este siglo XXI a pesar de todas sus adversidades, la vida hoy es bastante más fácil como personas planetarias.

Es una responsabilidad ser comentarista de cine porque es muy fácil destrozar una película. Yo siempre intento encontrar algo positivo, algo que no sabía, algo que me sorprendió. Aunque sea una escena, un diálogo, el diseño de vestuario, el sonido, la edición. Pero a mí en esta película me cuesta. Me cuesta porque hasta incluye la típica e innecesaria escena de sexo que distrae, incluida en casi todas las películas inspiradas en Francia. Me cuesta recomendarla por su fotografía lúgubre que la transforma en soporífera. Si quieren ver una biografía que es parecida-a-muchas-otras-biografías-de-sobresalientes-mujeres-empresarias en diferentes rubros y no piden más, es una película recomendable después de haber leído su biografía en Wikipedia. Pero si la van a ver al cine, que sea después de la siesta porque 89 minutos mirando escenas en penumbra puede ser agotador.

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