«LAS CIEN PRIMERAS»

Publicado el 18 enero 2024 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Eugenia Díaz Aedo es la autora del libro tributo que reúne la biografía de las 100 primeras enólogas de Chile.

WiP conversó con ella, la número 35 de la lista, sobre este reto y el de las mujeres en los últimos 70 años de historia.

Hasta antes de la pandemia, Eugenia Díaz Aedo, Agrónoma Enóloga de la Universidad Católica de Chile y quinta mujer en recibir el Premio al Mérito Vitivinícola de Chile en 2011, realizaba asesorías a tres bodegas chilenas y daba clases. En sus más de 30 años como enóloga nunca ha dejado de hacer vinos. Conversamos con ella para saber más sobre el libro que escribió para reunir la vida de las 100 primeras mujeres enólogas de Chile. Libro «Las Cien Primeras» publicado en amazon.com en su versión de e-book. y papel.

¿Cómo llegas al mundo del vino?

Yo saqué las dos especialidades, fruticultura y enología. Y en ese tiempo, en la década de los 80, pensar trabajar en vino era una utopía. Primero, porque era una carrera considerada de hombres. Segundo, las pocas posibilidades que había se las daban a los hombres. Y, tercero, en ese tiempo las viñas no tenían enólogos de planta. Tenían asesores enológicos. Estaba Mario Espinoza, Don Goetz, Alejandro Hernández, Jaime Ríos… Entonces, un pequeño grupo de profesionales ocupaban todas las asesorías. Así es que dije, voy sacar Fruticultura pero siempre pensando en llegar a trabajar en Enología. Trabajé 8 años en la fruta, hasta que en el año 89 lo logré. De tanto molestar y tocar puertas, me dieron la oportunidad. Mi primer trabajo en vinos fue con Alejandro Hernández, un año en Portal del Alto. Justo en ese momento se abrió un concurso en Viña Concha y Toro y yo quedé en la terna final, inicie las entrevistas de rigor y claramente ellos no pensaban en una mujer para el cargo, buscaban un hombre y me lo dijeron: «No queremos mujer, pero tienes el mejor perfil de la terna, lo que queremos  es contratar a un bodeguero». Les dije, contrátenme, me puedo hacer cargo de la bodega. Estaba feliz porque iba a trabajar en vino. Después de un año ellos mismos reconocieron que el trabajo lo había hecho de excelencia y me incorporaron. Me dijeron ahora te aceptamos como enóloga y estás en el equipo, y de premio te invitamos a la Vinexpo. Era el año 91. Y bueno, y de ahí en adelante ya fue todo sin parar. La verdad es que hubo muchos éxitos, sin dejar que hubiera lágrimas de repente también. Pero siempre la balanza al lado más positivo. Trabajé ocho años en Viña Concho y Toro, y después me fui a trabajar con Pablo Morandé a la Vina Morandé; ahí trabajé siete años con él, y después me fui a trabajar a la Viña Canata en Biobío, por seis años. Coincidió el sexto año con la enfermedad de mi segunda hija. Ahí fue que empecé con las asesorías; iba los sábados a Viña Sutil, y empecé con la Viña La Posada, donde sigo hasta hoy.

«Si le agregas 20 años al 54, cuando se fundó la ANIAE,  en el 74 eran recién un 10% de mujeres enólogas, del total de enólogos. Después, en 94 era un 20%. Exactamente en 2023, fuimos 30% del total».

En tus inicios, en 1989 cuántas mujeres trabajan en la industria del vino.
En ese tiempo éramos muy poquitas, piensa que la primera enóloga chilena, y que además fue la primera de Sudamérica, fue la señora Lila Carrasco. Ella fue la única mujer entre 16 enólogos que formaron y que crearon la Asociación de Agrónomos y Enólogos de Chile (ANIAE) en 1954. Fue fundadora, pero en ese tiempo, cuando no se daba el examen para ser enólogo, a ella se lo pidieron. Eso pasó porque, me contaron sus hijos, ella estaba trabajando en el SAG, y no en una bodega. A partir de esa prueba, se fueron creando las bases y empezaron a dar los exámenes escritos que se siguen exigiendo hasta hoy. Lila Carrasco da el examen en 1956 y así se convierte en la primera mujer enóloga de ANIAE y Sudamérica. Hasta el año 1966 eran muy poquitas enólogas, eran tres. Si le agregas 20 años al 54, cuando se fundó la ANIAE, en el 74 eran recién un 10%de mujeres enólogas, del total. Después, en 94 éramos un 20%. Exactamente en 2023, fuimos 30% del total. De 1.256 asociados de ANIAE ahora somos 300 y tantas mujeres. Esta información la saqué año por año y así vi que casualmente cada 20 años logramos ir del 10% al 20, y al 30%.

¿Cómo se te ocurre la idea de hacer el libro sobre las mujeres del vino?

Desde chica siempre tenía el mismo pensamiento cuando estaba en un funeral. Me preguntaba si las personas tenían idea de quién era y cuánto sabían de la persona que moría. ¿Quién va a contar su historia? Eso era el pensamiento infantil, y cuando han ido falleciendo personas relacionadas al rubro me he seguido haciendo la misma pregunta. Un día, de repente, dije chuta, hay que hacer algo para que esa pregunta tenga más respuestas a las nuevas profesionales y mejor contar la historia de las personas vivas que esperar a que fallezcan. Además de la admiración que les tengo, porque tengo la suerte de conocer a la mayoría.  Entonces dije, voy a hacer un libro. Empecé a ver las estadísticas y dije, no puedo sumar más de 100 porque con la número 100 hay ya 70 años de ejercicio y se puede contar una historia. Y dije: voy a hacer un tributo biográfico a estas primeras 100 enólogas que en rigor tienen una gran relevancia. Las historias de sus vidas son muy disímiles; pero todas con mucha fuerza. Incluso, aquellas que, claro,  no lograron ejercer su profesión.
¿Por qué no pudieron ejercer?
Posibilidades… Pienso en todas las mujeres que se titularon entre el año 71 y 74. La Unidad Popular, el Golpe de Estado… todos los temas políticos hicieron que estas mujeres tuvieran cero posibilidades de trabajar. Estaba la Reforma Agraria, la pérdida de las tierras, entonces la actividad profesional en el agro era bastante complicada y básicamente las que se desarrollaron, cuentan en su historia, lo hicieron profesionalmente en el Servicio Agrícola y Ganadero, y otra en la misma CORA.
¿Todos organismos del Estado?
Claro. No había otra opción en el área privada. El único hilo que las une es que todas son mujeres enólogas registradas en ANIAE, porque obtuvieron el título de enólogas, sin necesidad de que hayan ejercido. Y por eso yo no dejé ninguna fuera del libro, salvo aquellas que fallecieron o aquellas que fueron inubicables. No logré ubicar a 20, y siete más desistieron de participar. Yo hice una red enorme con las universidades, con los profesionales de la época, compañeros de Lila. No hubo forma de saber de ellas. Pero aunque no las ubiqué, van a estar. Va a haber un poema, alguna línea, un tributo las acompaña.
¿Cuándo partes con el libro y cómo es el proceso?
La idea ya se me concretó el año 2018. Me fui a viajar, igual como estuve ahora tres meses en España. Estuve con muchas amigas, colegas, que tuve la suerte de recibir en Chile. Y conversábamos de todo, del rol de la mujer, la actividad de las enólogas en estos países. Y dije, ya es hora de que pueda iniciar este libro. Pero escribir un libro, sabía y no me equivoqué, demanda mucho tiempo. Entonces empecé una revisión bibliográfica el año 2019. Y en 2020 empiezo con mis contactos. En pandemia hice reuniones virtuales por Zoom. Después fueron reuniones presenciales, tomando una copa de vino, y luego mandando un set de preguntas para que completaran toda la información. Yo fui escribiendo la historia de cada una, y a medida que la escribía me daba cuenta de lo que faltaba. Y así yo les hice un feed back de preguntas y respuestas. Cuando las tenía listas, se las mandé para que ellas me editaran, ya fuera agregando, editando, cambiando la redacción, verificando fechas. Todo para que no hubiera ningún error… La única que no está viva, fue la señora Lila Carrasco, que era el número uno. Me reuní varias veces con dos de sus cuatro hijos. Ellos hicieron la biografía de ella… Para hacer el libro tomé un curso, de un año, lo empecé en enero del 2023 con un profesor español y con la empresa de él. Ellos te hacen toda la gestión para poder publicar en Amazon, y hasta que el libro no sale con fecha de lanzamiento, uno puede modificar y sobre todo el e-book. Una vez que el libro electrónico se vende, completa las mil unidades, Amazon empieza a imprimirlo en papel. Ahora, con el libro no hay ni un interés de ganar plata, o sea, es una satisfacción mía, que me tiene muy, pero muy contenta, porque te juro que varias, ya de edad, se pusieron a llorar. Se dieron cuenta de muchas situaciones sensibles, y están muy contentas. Entonces, lo que yo pensé, que era algo simple, es súper valioso para ellas. Con eso, para mí,  ya estoy pagada.
¿Qué fue lo más duro entre las historias?
Tal vez lo más duro de esas historias es la falta autoestima. Muchas creen que se les hizo un favor. Agradecidas de la oportunidad que se les dio. Yo también soy muy agradecida. Pero también hice ver lo injusto cada vez que la decisión era por un concepto machista; y ese perfil mío reclamón pudo generar asperezas hacia mi. Nunca acepté situaciones que fueran sexistas o machistas. El trato diferenciado para las primeras mujeres fue solo porque éramos mujeres. No se nos estaba evaluando la eficiencia, ni el profesionalismo. Bajo la misma situación, yo muy molesta porque no me dejaron hacer todo lo que quería. Incluso algunas colegas me dijeron: qué te voy a contar, si yo no he hecho nada… En la parte positiva hay muchas historias power. Yo particularmente creía que había hecho mucho, pero hay otras que se sacaron los zapatos tratando de lograr sus sueños. Ahora,  cuando lo leamos, vamos a ver que las que realmente lograron desarrollarse en la enología, fue por mucho, mucho sacrificio, muchos costos… Sentí cuando las entrevistaba después, la segunda y tercera vez, que se daban cuenta de que habían hecho algo mucho más grande de lo que realmente expresaron verbalmente. Ese es mi objetivo con el libro: que se visibilicen ellas, o que se den cuenta que son un aporte para lo que es Chile hoy en el mundo del vino.

«Varias de ellas sufrieron acoso laboral,  las castigaban; las forzaban para que se fueran porque le estaban quitando el puesto a un hombre… ¿Pero para qué reclama que le paguen más si usted tiene un marido que la mantenga? Como que el salario de la mujer que trabaja es como una yapita, y no tiene el mismo valor que el sueldo del hombre. «

Y en cuanto al tema demográfico, donde están, porque Santiago no es Chile…
Las primeras están desde La Serena hasta Punta Arenas, porque hasta allá las mandó el SAG. Las mandaron. Eso es lo otro, una parte media bizarra de estas situaciones tan brutales. Varias de ellas sufrieron acoso laboral,  las castigaban; las forzaban para que se fueran porque le estaban quitando el puesto a un hombre. Y como ellas no se iban, no renunciaban, las mandaban a los últimos rincones de Chile para ver si se aburrían. Las cambiaban de un sector, de una sección a otra. Y si a eso se suma, que son mujeres que tienen hijos, no es llegar y mandarte a cambiar a Santa Cruz, a Punta Arenas, a Valparaíso. Es un juego tétrico. Les decían: «Oye, le estás quitando el lugar a un hombre». A mí me tocó vivir eso y sí me lo dijeron: «¿Pero para qué reclama que le paguen más si usted tiene un marido que la mantenga? Como que el salario de la mujer que trabaja es como una yapita, y no tiene el mismo valor que el sueldo del hombre. Entonces desde ese punto de vista, una mujer trabajando le estaba quitando el puesto a un hombre, al proveedor de la familia. Y a eso, debes sumar el rol de tu pareja, porque aparte de lidiar con el ambiente laboral, también hay que conciliar con lo que pasa en casa… El libro, te digo, me reveló muchos escenarios que yo estaba súper lejos de buscar. Mostraron muchas situaciones de injusticia para estas profesionales.
¿También situaciones de acoso sexual?
Todo tipo de acoso. Y en eso no hablo más porque no me está permitido. Una de ellas sí me dijo quiero que salga. Otras lo decían entre líneas, y me daba cuenta. Entonces sí puedo decir que hubo todo tipo de acoso, pero obviamente no es el objetivo del libro. Yo te diría que todas hemos sufrido de acoso, con la única diferencia entre quienes culturalmente consideran que eso es normal. Entonces, no les llamaba la atención la diferencia del salario para un mismo trabajo. Por suerte hoy día se da menos, pero igual existe. Yo lo viví, cuando entré a Concha y Toro mi pretensión de sueldo, que yo pedí, se me pagó. Pero al otro año, cuando reconocen mi trabajo, sin decir nada, me lo subieron siete veces. Yo pedí lo mismo que estaba ganando antes. El plus para mí era que iba a trabajar con vino.

«Pensé por qué me voy a estar desvirtuando si soy feminista, soy defensora del rol de la mujer que lo único que quiere en el mundo es tener la misma oportunidad que el hombre, y no es más que eso. Por otro lado, a pesar de que históricamente nos ha costado en todas partes, en Chile de alguna manera hemos ido incluso más adelante que el resto de Europa, que son continentes mucho más antiguos».

¿Que aprendizajes sacas al hacer el libro?
Hay cuatro capítulos más que se agregan: uno pequeño que es la Historia del Vino de Chile y hay otro que es Mujeres que cambiaron el Mundo del Vino. También abarco a todas las mujeres de la historia que dieron algo para Chile. En algún momento yo miré el libro y dije como que me estoy desvirtuando del objetivo. Pero pensé por qué me voy a estar desvirtuando si soy feminista, soy defensora del rol de la mujer que lo único que quiere en el mundo es tener la misma oportunidad que el hombre, y no es más que eso. Por otro lado, a pesar de que históricamente nos ha costado en todas partes, en Chile de alguna manera hemos ido incluso más adelante que el resto de Europa, que son continentes mucho más antiguos. Cuando yo fui a hacer una vendimia a Burdeos ya trabajando en Cocha y Toro, estaba a cargo de la bodega en Puente Alto, y un día a la semana íbamos con el enólogo francés a recorrer bodegas para probar vinos, y les pregunté. Las mujeres solamente estaban supeditadas a laboratorios, lo mismo en California. Entonces de alguna manera hemos ido un poquito más anticipados que el resto de los otros países, en la participación femenina.
¿Mensajes para las futuras generaciones?
Fue el mensaje que más se repitió, y que encontraba yo misma  muy fome. Ahora termino diciéndote lo mismo: que las mujeres crean en sus sueños, que sigan sus metas, que se puede. Yo en lo personal, y ha sido el lema de mi vida porque tuve la suerte de tener un papá que me lo dijo desde chica, porque somos cuatro mujeres y un hombre. El papá nos decía siempre: estudien porque ustedes van a tener un mundo difícil. Tienen que estudiar para que nadie en su vida les impida alcanzar sus metas. Eso creo que es así. Incluso haciendo el libro, varias personas me dijeron, pero cómo vas a escribir un libro si tú no eres periodista. Pero si he aprendido tantas cosas increíbles con el vino, cómo no voy a poder hacer un libro y bueno, leí y aprendí. Y como dice el refrán: mejor hecho que perfecto. Por eso, a las enólogas y a las mujeres, les digo que suban su autoestima y se crean el cuento, porque los sueños se pueden lograr.
El precio del libro electrónico es de U$1,99 y el libro físico a U$25,00. Para poder la compra la versión online, cada persona debe estar registrada en Amazon (primero) y luego en Kindle (ambos gratuitos). La lectura sólo se puede hacer a través de Kindle, por eso hay que bajar la aplicación al teléfono, donde se puede leer sin problema. ¡La versión en papel ya está disponible!

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8 comentarios

  1. Luis mariano Díaz aedo dijo:

    Querida hermana,sólo me queda alabarte por tu trabajo y lucha por todo lo que lograste y lograrás,y sobretodo por la lucha a la igualdad de sexo para despertar a tantas mujeres y hombres para lograr que algún día los hombres se percaten que gracias a la mujer existimos…

  2. Tengo la fortuna de conocer tu trabajo desde tus inicios, como amigo de toda una vida, no soy enólogo, pero gracias a ti he conocido este embriagador disfrute del vino. Soy testigo de tu enconado esfuerzo por sacar adelante tus proyectos y cuando me hablaste de este libro, no tuve dudas que sería un trabajo de excelencia y que su éxito estaría asegurado.
    Felicitaciones amiga, ya es realidad tu tercer hijo, las cíen mujeres!!!

  3. […] el viernes 01 de marzo a las 18:00  en Viña La Posada será la presentación y firma del libro «Las Cien Primeras» escrito por Eugenia Díaz Aedo. Además, el Restaurante Rayuela de Viu Manent ha organizado tardes de tapas y vinos desde las […]

  4. […] Fue un tema. La Elizabeth es parte de la historia. Esta acá desde el 76; ella es la cabeza viva de la última parte de nuestra historia. Entonces, efectivamente es una de las cosas que llama la atención hoy en día, con la mentalidad de hoy. Pero yo me acuerdo cuando entré al vino, no era tema, éramos puros hombres, salvo ya en el 92 un par de mujeres enólogas. Me recuerdo de la Vesna, la veía porque trabajaba en Viña Undurraga. Pero claramente, si te vas más atrás, casi no existían, Afortunadamente estuve viendo en una nota de wip.cl  que hoy ya el 30% de las enólogos son mujeres. […]

  5. Luis Rafael Jofré dijo:

    Felicitaciones, Eugenia. Mis respetos, LRJ

    • Eugenia Díaz Aedo dijo:

      Mi querido hermano Mariano, un gran hombre que supo vivir con 4 hermanas, respetarlas y animarlas en todas las tareas que emprendíamos.

      Wilhem, amigo, fuiste uno de los pocos amigos hombres que tuvimos en la infancia y adolescencia y seguro hincha N°1 de sus amigas, las hermanas Díaz Aedo.

      Gracias LRJ, espero que puedas leer el libro, saludos.

      Muchas gracias Jorge por sus palabras, salud!!!!

  6. Felicitaciones Eugenia por crear un libro necesario para que la historia no borre el aporte de mujeres valiosas.
    Sabemos de su profesionalismo al participar como enóloga en el alumbramiento de nuestro primer vino, un Cabernet sauvignon alabado por todos.

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