Publicación: 05 abril 2022

PALABRAS DE PABLO MORANDÉ

El enólogo compartió con WiP su discurso para agradecer distinción y a la vez hacer un par de llamados: a las anteriores generaciones, a trabajar por viñateros campesinos, y a las nuevas, a atreverse a pensar fuera de la caja.

Con copa en mano del Carignan Viña Roja 2008 de Cauquenes (la que pronto, cuenta, debió bajar por miedo a cortar la cabeza a algún cofrade cercano) Pablo Morandé, fundador de Viña Morandé y Bodegas Re, agradeció con el siguiente discurso ser nombrado presidente honorario de la Cofradía del Mérito Vitivinícola de Chile días atrás en Casablanca; el valle, por cierto, en el que es considerado pionero. Sus palabras resumen lo que ha sido la vitivinicultura moderna de Chile y un camino a tomar.

«Brindo con este humilde pero grandioso vino, proveniente del Maule ignoto u olvidado, de esos humildes y pobres viñadores, que dan lo mejor de sus vidas, para cultivar sus pequeños viñedos, con esfuerzos gigantes y sus cosechas siempre son esperanzas que no llegan a la realidad.

Me pregunto el por qué los ignoramos por 500 años, como si sus viñedos como anfiteatros naturales, crecen poniendo un manto verde sobre sus doradas lomas. Y ahí estaba este Carignan, escondido y avergonzado por ser un bastardo, cuyo nombre era imposible de usar… Nadie sabe de malos comportamientos de sus hermosas parras. Ya de 72 años, cuando las conocí en 1995, me miraron intensamente y me acerqué a ellas para acariciarlas en un acto de amor correspondido…

Hubieron de pasar 3 cosechas vestido de una aventura eno-arqueológica, para con la cuarta ponerme en su lugar y llevarlo por el camino alfombrado para  los nobles cortesanos. Fue aceptado en las cortes y dejó de ser bastardo, lució con orgullo su afrancesado nombre que le hacía más fácil de integrarse.

Pero los pequeños y humildes viñadores, seguían labrando la viña con azadón que sostenían con sus manos curtidas y sudorosas, como para regar cada planta con cada golpe.

Así, golpe a golpe el viñador va imaginando su cosecha, cosecha de esperanzas y cuando finalmente la termina, señala “la próxima será mejor”.

Hoy que después de años de invisibilidad, los visitan como si fuesen piezas de Museo, se hacen fotos con ellos, les prometen que volverán por sus hermosas uvas y antes aparecen los compradores locales, que con pocas monedas se tragan las esperanzas del Viñador, una y otra vez, año tras año, les arrebatan las esperanzas… Pero hay nuevos soles sobre estas viñas y Vigno es uno de ellos. Nosotros los Cofrades debemos trabajar por ellos.

Ahora que veo jóvenes enólogos  y con el respaldo del aniversario 40 de Casablanca, les confidencio que fue muy difícil hacer posible el Casablanca buscado. Hubo muchas luchas que vencer: luchar contra el clima, nemátodos, desconocimiento de los trabajadores, agua de regadío, ignorancia y malos augurios de agricultores locales e ignorancia y calificativos poco auspiciosos y carentes de solidaridad, amistad y por último carentes de curiosidad, de tradicionalistas.

Pero después de 3 años ya con pequeñas cantidades de vino de calidad desconocida en el país, pude decir, Casablanca fue posible. Casablanca derribó las barreras de los límites de la viña tradicional chilena, los límites de los viticultores conservadores y fue modelo para que otros miraran hacia el mar, en todos los valles de la zona central.

A los jóvenes les digo: hoy en Chile no hay límites, tengan la libertad de pensar fuera de la caja de la generación anterior y desarrollen una enología libre y libertaria, que solo así la actividad perdura.

Agradezco a todos que hayan venido a mi casa, donde está mi familia representada en ellos, mi hija y nietos, a regalarme tamaña distinción».

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