HIJOS DE UVAS

Publicado el 02 junio 2020 Por Mariana Martínez de Aparicio Bering @reinaentrecopas / Editora Isidora Díaz @isidoradiaz

Son muchas más de 5 y nuestra editora se quedó con las ganas de lo imposible; no dejar a ninguna fuera. He aquí su selección de vinos con carácter hechos por mujeres en Chile, para el especial #FemPower de revista Jigger.

Se lo habíamos prometido pero no llegaba el texto final para el súper numero hecho 100% por mujeres de revista Jigger… Pues aquí está. Justo en el mejor momento para que a nadie más le falten nombres ni proyectos al pensar en mujeres que están haciendo vinos en Chile. Y es que la verdad con dolor tuve que dejar a muchas fuera por esas limitantes tan propias del formato revista de papel.

Sus proyectos gritan que atrás quedaron las viñas con nombres de devotas esposas; que para gestar grandes vinos ya no se requiere copiar fórmulas francesas. Los invitamos a conocer a este grupo de jóvenes agrónomas-enólogas, con la pasión y energía para hacerlas todas. Son profesionales, madres, parejas, amigas, vendedoras, comunicadoras, puentes. Y no hay cómo no encariñarse con sus atrevidos hijos de uvas, cada uno con esa vuelta de tuerca que tienen los nuevos vinos de Chile.

Fotografías de Sysa Osorio Martínez.

Schwaderer Wines Blanc de Noir País 2018, Maule. Constanza Schwaderer, madre de tres hijas de carne y hueso, tiene gran experiencia en proyectos personales. Primero, como García-Schwaderer; ahora, con su hermana Marianne. Dentro de su ecléctico portafolio, reina este innovador espumante de cepa País. De fabulosa etiqueta, entrega una inesperada elegancia para la malquerida variedad española también llamada Mission. Su color, apenas rosa viejo, es muy delicado, igual que sus aromas a frutos rojos. Su fuerza está en la boca e invita a esperarlo más para ver hasta dónde puede llegar.

Cucha Cucha Moscatel de Alejandría Pieles 2019, Itata. Ana María Cumsille está a cargo de los viñedos que Forestal Arauco compró por obligación y que resultaron ser un tesoro invaluable del vino chileno. A la vez, ella debe ser puente para el desarrollo de pequeños productores del Itata, cuyas uvas se venden a los precios más miserables del mercado. Con ello en mente, de la cosecha 2019 logró dos vinos de la cepa blanca Moscatel, totalmente opuestos: uno, fresco y chispeante; el otro, elaborado con sus pieles [antiguo saber hacer que hoy está de vuelta] goloso y de compleja personalidad.

 

Johana Pereira Rosé País y Pinot Noir 2019, Paredones. Johana Pereira es enóloga de Viña Estampa en Colchagua. En la bodeguita de vinos que tenían en casa junto con su ex-marido –también enólogo–, ella quiso hacer lo suyo. Primero vinificó uva de viejos Países, provenientes de Paredones, la zona más fría del valle. Tan frío es el lugar, que debió sumar a su mezcla un rosado de Pinot Noir. El resultado es esta nueva dimensión rosa, austera en frutas y muy jugosa en la boca. Un súper vino. johanapereira.wines/

 

Veramonte Ritual Sauvignon Blanc 2018, Casablanca. A la espera de su segundo hijo, en estos días Sofía Araya avanza en la cosecha 2020 con la prioridad de manejar sus viñedos con productos orgánicos, sanos para nosotros y el medio ambiente. A la vez, busca hacer más que vinos frescos de aperitivo, en este valle de clima frío. Por eso, fermentó su Sauvignon Ritual 2018 en huevos de cemento, más allá de las clásicas barricas de roble. Así dio con mayor volumen y fuerza en boca: una invitación a sentarse sí o sí con él a la mesa.

 

Carmen D.O. Quijada Semillón 2018, Colchagua. Emily Faulconer se ve mucho más joven de lo que es y tiene mucha más experiencia de lo que parece. Al llegar a Carmen a mediados del 2017 heredó la línea D.O. formada por terruños formidables, como el de este Semillón de la familia Quijada. Aquí ha puesto su obsesión: la frescura. Por eso, este 2020 ya cosechó 15 días antes de lo normal. ¿Qué esperar? Más acidez –como si las versiones 2017 y 2018 no tuvieran ya suficiente–. He aquí otro blanco de gran carácter, con ricas notas de polen y caramelo.

 

San Pedro 1865 Tayú Pinot Noir 2018, Malleco. Viviana Navarrete llegó a Viña Leyda en busca de la perfección en sus Pinot Noir y por eso le encargaron otro reto desde la bodega hermana San Pedro: buscaban dar un paso más como Empresa B. Así nació Tayú, elaborado a partir de viñedos plantados en colaboración con dos familias mapuches en la zona de Buchahueico. Está dentro de la línea 1865, que busca crecer en volumen y así sumar más familias al proyecto. 2018, su primera cosecha, es una delicia, lleno de aromas y sabor a murtillas y frambuesas frescas del Sur.

 

Carter-Mollenhauer Aurora de Itata Cinsault 2018, Guarilihue Alto Itata. Karine Mollenhauer se embarcó en este proyecto familiar, aportando lo aprendido por años en grandes viñas: logística, ventas y exportaciones. Edgar, su marido, ve la compra de uvas a productores y hace los vinos. Juntos, deciden las mezclas finales. Así embotellaron este Cinsault, otra cepa tinta sacada del anonimato en los últimos años. Sus uvas son de José Vera y familia, en Itata. El vino encanta por lo liviano y refrescante, con aromas y sabor a frutos rojos y kumquat, esa pequeña naranjita amarga.

Catalina Ugarte País 2018, Secano Interior Ranquil, Itata. Catalina Ugarte, además de ser enóloga, tiene un Diploma en Patrimonio y Turismo Sostenible, lo que le ha llevado a trabajar como asesora de pequeños productores de uvas y vinos del secano costero. Su primer vino nació para mostrar que la antigua cepa País es más que uva mal pagada. Para ello, rescató un viejo viñedo y lo vinificó con cariño. Bien porfiada, logró su objetivo. El suyo es un vino ligero y con garra; y, como pocos Países tintos, amable y muy fresco en su final.

 

Garage Wine & Co. Bagual Vineyard #69 Garnacha Field Blend 2015, Maule. Pilar Miranda es la única mujer en este proyecto de tres amigos, nacido en el garaje de su casa. Como ellos mismos dicen, Pilar es el pilar del proyecto que partió a fines de los 90, cuando le ponían número a cada nuevo vino hecho con diferentes lotes de uvas. Así llegaron a este #69, un tinto elaborado con Garnacha y otras cepas tintas de un viejo campo del secano del Maule. Con cinco años de vida, su tanino parece estar al fin domado; pero qué va, todavía es pura vida gracias a su nerviosa acidez.

 

Ina Wines Galla de Pelea Carmenère y Syrah 2015, Maipo. Carolina Fernández, mejor conocida como Ina, trabajó por muchos años con vinos de uvas orgánicas y con foco en el cuidado de su guarda en barricas. Después de una estadía en Australia –siempre inquieta–, actualmente elabora vinos para terceros y para su marca propia. Esta mezcla poco usual es su estrella y el nombre bien le representa, porque originalmente era Gallo de Pelea. De precio justo, ofrece fuerza, buen cuerpo y extra fruta por mucho más tiempo.

 

Casa Bauzá Presumido Carmenère 2018, Maipo Norte. Natalia Poblete ya se ha hecho de un nombre con cepas poco tradicionales para su proyecto personal Moretta Wines y también con la tinta emblema de Chile para Casa Bauzá, donde es enóloga en jefe. Después de mucho experimentar con diferentes técnicas, Presumido 2018 es sin duda su versión más osada, por culpa de un 6% de Carignan y 5% de Cabernet Sauvignon. Las tres cepas, juntas, han dado paso a otra dimensión, con más tensión y profundidad en boca, pero sin dejar de ser lo que gusta: un Carmenère amable.

 

Lapostolle VIGNO 2018, Empedrado Maule. Andrea León es enóloga de Lapostolle, donde ha tenido diversos roles, entre ellos el de estar a cargo de sus comunicaciones. Multitasker como es, quiso salir fuera del clásico portafolio de cepas francesas y hacer este Carignan para formar parte de VIGNO [agrupación que busca proteger e impulsar esta cepa donde mejor se da: el secano del Maule]. El suyo, para Lapostolle, es del sector más costero; es muy fresco, liviano y de textura muy suave. ¿Por qué no decirlo? El más femenino entre todos los VIGNO.

 

Emiliana Coyam 2017, Colchagua. Noelia Orts, de Valencia [España], está hoy detrás de Coyam, el primer vino biodinámico de Chile –ahora también vegano–. De uvas cultivadas bajo las energías invisibles de la luna, la versión 2017 posee Syrah, Carmenère, Cabernet Sauvignon, Mourvèdre, Petit Verdot, Carignan, Malbec, Garnacha y Tempranillo. Aquí se cumple aquella norma que predica: la suma de las partes es mejor que cada una de ellas por separado. En resumen: complejo, vivaz y seductor, como su autora, radicada en Chile hace ya 11 años.

 

L’ Entremetteuse E 2017 Colchagua. La francesa Laurence Real, con marido e hijos chilenos, se entromete en Colchagua en busca de uvas para hacer vinos que muestran su gran diversidad. Eso es justo lo que hizo con este gran tinto, mezcla de cepas tintas –más no revela su etiqueta–. “E” es el más intenso y rudo de este grupo, aunque también el más estructurado y profundo. Desborda taninos y fruta negra y madura; una rica acidez final levanta cierta melancolía. ¿Es masculino? No: lleva toda la fuerza del ser mujer.


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