MÁS PENAS PARA FRAUDES EN EL VINO
La corte de San Francisco sentenció días atrás la pena de seis años y medio al empresario John Fox, quien llevaba -como la misma corte definió- veinte años dirigiendo un «imperio de decepción». Como parte de su sentencia, Fox deberá restituir US$45 millones a 9.000 clientes que nunca recibieron los vinos por los cuales pagaron.
La empresa Premium Cru fue fundada en Berkely, California, por Fox y su socio Héctor Ortega en 1980, quienes construyeron su marca vendiendo vinos europeos en verde, antes de que se vendieran en su origen, a precios más bajos que la competencia y con la promesa de entregarlos en apenas seis meses. Fox vendió US$20.000.000 entre 2010 y 2015, malversando fondos que les debía a consumidores y proveedores. Para 2004 los precios que ofrecía la empresa habían bajado hasta un 40%, y eran más bajos que los precios que los mismos productores tenían para sus distribuidores.
Entre tanto los consumidores empezaron a demandar a la empresa por los vinos que nunca llegaron, lo que llevó a la empresa a cerrar en diciembre pasado. En enero de este año se declaró en banca rota con deudas por sobre los US$70 millones. En agosto Fox se declaró culpable.
El caso recuerda sin remedio a Rudy Kurniawan, un ciudadano indonesio de origen chino, quien falsificaba vinos caros en la cocina de su casa en Arcadia, California, incluyendo los grandes cru de Borgoña y Burdeos. En 2007 se creía que Kurniawan era el dueño de la mayor y mejor bodega privada del mundo; su nivel de vida era de extremos lujos. Se calcula que llegó a vender casi US$ 2.5 millones de dólares sólo en vino falso de Borgoña. El problema surgió cuando empezaron a aparecer más botellas de las que se habían producido de una determinada añada o salían a subasta añadas de vinos que no se habían producido nunca. Por ejemplo, aparecieron botellas de Clos Saint Denis del Domaine Ponsot de cosechas entre 1945 y 1971. Laurent Ponsot, el jefe de la casa, lo encontró sorprendente ya que su familia no se inició en la elaboración de vino hasta 1982. Por lo que comenzó a investigar, mientras en paralelo Bill Koch un coleccionista, encontró falsas varias botellas que le había comprado a Kuriawan. Kuriwan fue juzgado y condenado en 2014 a 10 años de prisión por cometer el mayor fraude que el mundo del vino ha conocido jamás. Su historia ya está en Netflix en el documental Raisins amers (Uvas amargas).