BURBUJAS DEL SUR

Publicado el 31 diciembre 2018 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Desde rincones tan sureños  como Osorno, Malleco y Lago Ranco, llegaron para refrescar la oferta de vinos espumantes en Chile y brindar por un gran 2019.

La historia para adentrarnos en los espumantes del sur nos la narra Christian Sotomayor,  Export Director de Viña Valdivieso. El mismo que le dio nombre al vino leyenda de la misma viña, Caballo Loco.

Era el año 1999 y con mi primo hermano Alejandro Herbach buscábamos que más hacer en un campo ganadero y remolachero donde ambas actividades estaban muy deprimidas y con malos precios. Entonces pensamos en Nueva Zelandia y los regios vinos de Borgoña y definimos hacer un experimento: mi primo asignó 1,5 ha de su campo para esto y el año 2000 plantamos la Viña Los Castaños la que hoy produce los vinos de Ribera Pellín, muy cerca de Osorno. El pellín es un roble viejo, que quedó en medio de la viña. Las parras traídas desde Curicó demoraron varias temporadas en adaptarse al cambio de clima y condiciones generales del terroir. Las primeras cosechas las perdimos por el oídio, los zorzales y las avispas chaqueta amarilla”.

Viñedos de Viña Aquitania en Malleco

El principal problema fue, y sigue siendo – agrega Sotomayor en su relato-  la inexistencia de personal entrenado en el manejo de viñedos. “Es por esto, que durante estos 18 años, aclara, sólo hemos producido 8 cosechas. El real éxito a nuestro entender fue el haber definido hacer vinos espumosos en vez de vinos tranquilos como primer producto, más que nada por la falta de sol /calor y bajo grado Brix, (azúcar), a la cosecha”. Hoy el campo lo maneja un yerno del Herbach, el  ingeniero agrónomo radicado en la zona, Rodrigo Moreno.

Christian Sotomayor no se equivoca en su entender, tal como lo entendieron en Champaña siglos atrás, cuando la región en el norte de Francia, era extremadamente fría y lluviosa: los espumantes han sido joyas que brillan hoy en los viñedos en el extremo Sur de Chile.

Viñedos de casa Silva en Lago Ranco, D.O. Futrono

Hablamos de zonas tan extremas en la Región Austral del vino chileno,  como el mismo Osorno, donde nace el espumante Ribera Pellín, ya con varios premios a cuestas; así como el Fervor de Viña Casa Silva en el Lago Ranco, y  el Sol de Sol de Viña Aquitania en Malleco (Región del Sur). Todos, elaborados con el método champenoise o tradicional; con su segunda fermentación dentro de cada botella. Un método que efectivamente implica más trabajo manual que el charmat, pero a la vez menos tecnología.  Y cuyo resultado bien vale la pena: pues da vinos más complejos gracias al mayor contacto con sus lías. Lo que sin duda es un aporte para la alta acidez que aporta el clima del sur.

Juan Aurelio Muñoz es el enólogo detrás del espumante de Ribera de Pellín desde el año 2009, desde cuando solo han lanzando al mercado  2010 y 2012, la cual está actualmente en el mercado y resultó uno de los tres mejores espumantes de la Guía Descorchados 2019. El vino es un Brut 100% Pinot Noir y estamos seguros de que es actualmente en Chile, el espumante con más acidez y garra que se haya hecho ahora en este país. Un sello que también tiene ya un segundo espumante del Sur, el que comenzó a hacer Muñoz para  Viña La Ronciere en un campo propio en la localidad de  Selva Oscura en Victoria,  del año 2016.  La larga guarda con sus lías, es otro factor común de este espumante 2016 que saldrá recién el año 2020 a la venta.

Juan Aurelio Muñoz

Muñoz había comenzado a hacer espumantes en La Ronciere con un campo de la viña en Colchagua, y a pesar de que el resultado había sido más que satisfactorio (incluso ganó Medalla de Oro en Catad’Or Santiago 2016), al llegar al Sur se dio cuenta que el clima frío era otra cosa: un salto que le permitiría hacer grandes cosas. Porque para Muñoz (quien asesoró el espumante de Viña Tamaya en la costa del Limarí, y hoy asesora la producción de un espumante de Viña Errázuriz en Aconcagua Costa) el clima frío es la clave de la acidez. «El suelo, dice, no es tan relevante, cuando estás en el clima adecuado».

En el Lago Ranco la familia Silva, dueños de Casa Silva en Colchagua, vieron justamente en el clima más frío del lugar una oportunidad para hacer espumantes  de la mano de su asesor técnico Mario Geisse. Geisse es un reconocido experto en espumantes de la zona fría del sur de Brasil; donde, una vez más, debido al clima extremo de la Sierra Guacha, los espumantes brillan con luz propia.

Fue así como a la par que fueron desarrollando vinos tranquilos con cepas de clima frío, como Riesling y Sauvignon Blanc (las dos variedades estrella de la viña por los momentos en el Lago Ranco), empezaron a hacer experimentos para tener un gran espumante método tradicional.

Para los Silva, así como Geisse, sin embargo, el suelo fue un factor igualmente determinante, pues sabían que con más de 1.000 mm de agua caída al año, en la zona del Lago Ranco no podrían plantar en cualquier lado. Así fue como llevaron sus viñedos hasta las empinadas laderas del campo, sobre suelos de grava, que son rocas de río pequeñas. Una ayuda indispensable para el buen drenaje de las lluvias que caen durante todo el año; incluso, al igual que en Champaña, en verano. De los tres espumantes del Sur que conocemos, Fervor  (mezcla 50 Pinot Noir y 50% Chardonnay a $21.990) es el que muestra más evolución en botella hoy y su acidez está en su justa medida, delicada, acompañada de notas de bizcocho y membrillo, además de una suave burbuja.

En Malleco en tanto, Felipe de Solminihac, socio y enólogo de Viña Aquitania lleva también varios años haciendo un espumante de un equilibrio perfecto. Su estilo se ubica entre el filo de Ribera Pellín y Fervor de Casa Silva.

El espumante de estilo Brut Nature  Sol de Sol de Aquitania es 60% de Chardonnay y 40 % de Pinot Noir ($22.990) y no tiene azúcar  añadida en su licor de expedición. Fue fermentado en barricas, antes de tener una guarda de 36 meses con sus lías. Una guarda en madera que bien puede verse como un sello impuesto por uno de los socios de la viña, el francés Ghislain de Montgolfier, quien a su vez fue presidente de la casa Bollinger (reconocido  Champaña  por su estilo vinos, por su  guarda en barricas). Lo comenzaron a hacer el año 2012, y desde entonces solo producen entre 1500 y 1900 botellas por año; pequeñas cantidades como las de sus vecinos. Han comercializado solo 2012, 2013, 2014, las cuales se acaban como el pan caliente. Este espumante tiene un equilibrio perfecto, entre acidez y dulzor, y hoy resulta entre los tres espumantes del Sur el más equilibrado, con gran cuota de frescura y complejidad. Juntos cada uno a su manera nos invitan a celebrar el atrevernos a  explorar siempre más allá en busca de lo excepcional.

 

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