PRIMUS CARMENÈRE 2017
Con tanto calor, es tiempo de blancos cierto, pero para cuando cae la noche, al lado del asado, con pescados, vegetales, cortes de res bien veteados… este Carmenère sabrá a unas buenas vacaciones.
Ayer mientras escribía la nota sobre Maucolén, el nuevo proyecto inmobiliario en el Valle de Casablanca, me recordé del Carmenère que alguna vez hizo en este valle de clima frío la Viña Veramonte. Cruzar las ideas no era ninguna casualidad. Al ver las imágenes de la locación de Maucolén recordé haber estado ahí, debajo de ese gran árbol que está casi al final de predio, donde además hay un tranque y viñedos, y alrededor, como un gran anfiteatro, dispuesto un impresionante bosque de flora nativa, que sube hasta la cima de los cerros. De allí, el sector más cálido del campo, recuerdo venía la mezcla tinta Primus, el gran vino de la Viña Veramonte, a inicios de este siglo, suena lejano, pero no lo es tanto.
Por su gran carácter herbal, o derechamente verde, ese primer Primus generaba odio o amores. El motivo de ese carácter era la supremacía en la mezcla de la cepa Carmenère, la misma que plantaron en el Valle de Casablanca para probar que cepas podrían darse bien. Igual como hicieron los expertos franceses, que no cachaban nada de Chile, siglos atrás, y tenían que asesorar a las viñas chilenas.
Lo que nos demostró el tiempo, fue que el lugar ya no era el paraíso vitivinícola del cual todos hablaban en los 80. Esto era Casablanca, el primer valle de clima frío del país. Aquí había heladas de primavera y poca agua, suelos pobres. Por eso el tranque, por eso aquel fatal accidente en Viña Veramonte años atrás, protagonizado por un helicóptero mientras mezclaba con sus aspas aires fríos y cálidos al amanecer, tras un episodio de heladas.
La cosa es que no sólo Veramonte plantó Carmenère en Casablanca, otros también. Pero con el tiempo se dieron cuenta que ésta, la cepa más tardía en nuestros viñedos (se llega a cosechar en mayo), no tenía aquí su mejor lugar. Sólo unas pocas viñas siguen teniendo la cepa en el valle, y como una proeza. Viña Terranoble es un buen ejemplo.
Veramonte, hoy en manos del grupo español González Byass, entre tanto, decidió cambiar de valle para hacer sus Primus (porque ya son tres, con el Blend original, además de un Cabernet Sauvignon) y en esa búsqueda de uvas llegó a Viña Neyén, en Apalta, Valle de Colchagua. Tal vez no fue así el orden de las cosas, pero lo cierto es que Viña Neyén ahora es propiedad de Veramonte, y Primus se convirtió en una viña independiente, o marca independiente de Veramonte. Y con razón, porque ya no es su origen Casablanca; su casa está ahora en Apalta, un valle cálido.
Como debe ser, de la nueva D.O. Apalta, viene Primus Carmenère 2017 ($15.490), cosecha ahora en el mercado. Tiene, nos dice su ficha técnica, 12 meses de guarda en barricas de roble francés, el 20% solo de ellas de primer uso. Además su uvas son orgánicas y biodinámicas, un trabajo que comenzó con fuerza Rodrigo Soto, quien desde el año pasado está trabajando con Huneeus en su bodega de lujo en Napa, Quintessa. Huneeus debe haber probado este vino, y sumado los 100 puntos de la pluma de James Suckling que sacó el Malbec Neyén (oriundo por cierto, de este mismo lugar) y debe haber dicho: a Soto me lo llevo a Napa para repetir la hazaña. A cargo ha quedado Sofía Araya, mano derecha de Soto en el proyecto.
Hoy, mientras el Malbec Neyén es un espécimen re-difícil de conseguir, porque prácticamente nadie lo ha visto, porque es muy poco lo que de él se produce, Primus Carmenère debería ser una leyenda viva y está a la venta en puntos muy precisos de las vacaciones de los chilenos más pirulos (ver detalles más abajo). Es decir, busque y lo encontrará.
¿Cómo es Primus Carmenère 2017? Una delicia. Así de precisa la nota de cata. Alguien en mis clases me preguntó la semana pasada qué era un vino redondo; éste lo es. No tiene aristas en ningún punto de su paso por la boca, es una seda, con peso y agarre. Y en nariz por supuesto, perdón la nariz, la olvidaba… hay frutas negras maduras, especias, y algo herbal, pero algo muy sutil; nada hay de aquel verdor del Primus de Casablanca. Para los que buscan emociones más fuertes, este Carmenère no será una buena idea, pero para los que quieren encantar a la mayoría, sí lo será. Para los que estén ya veraneando, sentirán en él la suavidad de los días sin horarios; lo mismo será, para los que aún no salen y deciden beberlo cuando el fresquito se apodera al fin de la ciudad. Eso sí, como tinto en verano, servir heladito, recién sacado del refrigerador, en la copa solito llegará a la temperatura perfecta: entre 14 y 16ºC.
Primus Carmenere 2017 está a la venta en La Vinoteca de Santiago, Bodegón de Leo en Maitencillo, Supermercado Iguazú de Algarrobo, Las Brisas de Santo de Domingo en Ranco. Por copa pueden probarlo en los bares Jerónimo y Barrica 94 en Santiago.
1 Estrella: Muy probable es que no haya en este vino más que la intención de producir grandes volúmenes a bajo precio. Recomendamos comprar sólo si es una verdadera ganga y tienes por delante muchas bocas con sed que saciar.
2 Estrellas: Bueno vino, simple, aunque nada en él sobresaliente. Vale pena comprar si es que tiene rica fruta y su precio parece una buena oferta. Si fuera un vino caro, de seguro muestra molestias no menores, como una fruta verde o sobremadura, exceso de madera, mucho amargor final o un tanino secante que nunca se suavizará.
3 Estrellas: Se las damos a un vino muy bueno, sabroso, con buenas intenciones y con un marcado carácter de su cepa o su origen. Sólo habrá un pero menor para llegar a esa perfección que buscan los expertos. Si su precio no es excesivo, no lo dejes pasar.
4 Estrellas. Tiene todo lo que uno esperaría por su precio, por su origen y por su autor; aunque incluso parezca ser un vino caro. Si es barato, compre por cajas. Desde su color hasta su sensación final en boca no tendrá ningún pero y será siempre una gran compra.
5 Estrellas. Es un vino sobresaliente, con el factor WiP, ese que nos hace decir Wow. Imperdible ya sea porque su origen es extremo, su producción limitada o su carácter diferenciador; porque te hará ver estrellas, sino es hoy, en al menos 10 años más. Su precio puede ser elevado y hasta podría tener algún detalle menor, pero todo lo anterior lo justifica. Si no valoras la imperfección ni la producción limitada, déjalo pasar.
Un comentario
Marcelo quintana dijo:
Muy buenos comentarios
Cada dia, cada copa , cada enseñansa
Gracias!salud!!