TAYU PINOT NOIR UNA APUESTA SOCIAL & SOSTENIBLE
Celebramos la llegada de marzo con un reto personal de nuestra editora: destacar los vinos de agrónoma-enóloga chilena durante todo el mes. He aquí el gran primero.
Les habíamos prometido que les contaríamos de Tayu el Pinot Noir de Viviana Navarrete para la Viña San Pedro. Así es que con él abrimos este reto dedicado a las mujeres del vino en Chile. La idea surgió con una invitación de la revista Jigger.cl para hacer una selección de vinos hechos por ellas. Lo más difícil del encargo fue decidir quién quedaba dentro en los siempre reducidos espacios del papel. Para saber sobre esta selección final habrá que esperar a que salga del horno la Jigger a fines de este mes, el mes de la mujer. Mientras, la idea en WiP.cl es tener un registro de vinos hechos con manos de mujer. Para ponernos al día, luego cada mes, iremos sumando más. ¿La razón? Como bien sabemos, pero no siempre hacemos, si queremos generar cambios el ejemplo debe empezar por casa. Desde ya les contamos que varios más cambios vendrán para WiP.cl este nuevo año escolar, pero vamos con calma. Más vale pájaro en mano que cien volando.
TAYU PINOT NOIR UNA APUESTA SOCIAL + SOSTENIBLE
La agrónoma enóloga de Viña Leyda, Viviana Navarrete nos cuenta que el proyecto TAYU comenzó el año 2015, como una asociación entre comunidades mapuches y la viña San Pedro. Entonces, el gerente agrícola de la viña, Juan Cury, junto con Pedro Izquierdo, asesor vitivinícola (quien venía haciendo un trabajo con pequeños productores de uva del Sur), buscaban un nuevo lugar frío para plantar Pinot Noir; más allá de las zonas costeras que han dejado de ser, dice Navarrete, tan frías como antes. «La apuesta más obvia, explica, era moverse hacia el Sur y bajo los principios de hacer algo sostenible, porque la Viña San Pedro hace rato que viene haciendo un trabajo en esta dirección. Así fue como estos dos fueron los pilares».
Una vez elegido el lugar, Malleco, se decidió trabajar en conjunto con comunidades indígenas locales dueñas de tierras. En el lugar, explica Navarrete, existen muchas comunidades mapuches y de varios tipos. Las estudiaron y eligieron una de ellas en Purén, a 38 km del mar. «El lugar, cuenta, se llama Buchahueico; es de gente muy linda, muy trabajadora, honesta, apegada a la naturaleza. Un descubrimiento muy lindo…»
«La Viña San Pedro invirtió, al igual que fondos del Gobierno a través de INDAP, para darles un anticipo a los mapuches para que pudieran plantar sus viñedos. Navarrete formó parte del proyecto como la enóloga experta en Pinot Noir, al ser parte del mismo grupo empresarial llamado VSPT.
No debemos olvidar que en la misma zona, INDAP también había iniciado años antes un proyecto piloto en busca del primer vino mapuche. Entonces eligieron a agricultores mapuches ejemplares en su capacidad de llevar adelante proyectos de innovación y les ayudaron a plantar media hectárea de Pinot Noir a cada uno. Con el cambio de Gobierno, nos contaron -cuando fuimos a visitarlos- se quedaron abandonados y sin el riego por goteo. Su mayor problema, después de decidir regar sus plantitas con baldes, fueron las chaquetas amarillas. Pero los productores siguieron adelante. Navarrete llegó a vinificar la uva de uno de ellos muy cerca de Galvarino. También, la Viña Aynco. Sabemos que cada uno de ellos está haciendo sus proyectos personales, pero aún no están en el mercado.
«Comenzamos ya con cinco familias, cada una es dueña de dos hectáreas y media; además tienen todo el apoyo técnico de la viña. Les hemos hecho un seguimiento vitivinícola muy cuidadoso. Además ellos trabajan dos hectáreas y media con mucha pulcritud. Abren la puerta de su casa y está el viñedo. Tienen la visión de cada planta, es como cuidar sus rosas, y eso sin lugar a duda le da un gran valor», cuenta Navarrete quien junto al equipo va varias veces al año a la zona.
Comenzaron con dos familias y ya se sumaron cuatro más, por lo tanto van en 15 hectáreas. «Lo bonito, dice la enóloga, es que cada vez más gente de la comunidad se quiere sumar al proyecto… Lo ideal, agrega, es que el modelo de negocio se pueda replicar para otro tipo de cultivos agrícolas. Hoy hay cabida para los arándanos, nogales, almendros, etc. Se trata de un proyecto atractivo para sacar a las familias del monocultivo, porque muchos están metidos en forestales y los más jóvenes emigran a las ciudades más grandes, y por lo tanto, las familias se disgregan».
El vino no podía tener un nombre más significativo. Tayú en mapudungun significa «nuestro». Navarrete explica que hace mención al trabajo en comunidad entre los mapuches y Viña San Pedro, para aludir el trabajo que han venido haciendo codo a codo. «Porque al final se entiende como un intercambio cultural, que es lo que hemos vivido en estos cinco años. Es todo compartir, y por eso se decidió poner nuestro».
El Tayu que probamos es 1era cosecha, 2018, y está hecho con la uva de dos familia a partir de 3 clones de Pinot: los 115, 777 y 828. Hay una familia que tiene los tres clones en exposición Norte, explica Navarrete. La otra con los mismos tres clones, los tienen en la exposición Sur. Son familias vecinas, separadas por un camino. Buchaheico está en la ladera oriente de la Cordillera de Nahuelbuta, con la vista al sur-poniente, con un suelo, explica, más degradado. «Son los suelos graníticos que tanto gustan para el Pinot Noir y con mucho cuarzo, porque le dan la vibrancia. El vino tuvo un 40% de barricas usadas del año 2011 y el resto de su guarda fue en recipientes de cemento y frude. «Tratamos de intervenir lo menos posible el vino para mostrar la identidad del lugar», dice la enóloga.
La gran pregunta que surge al ver la etiqueta de Tayu y la referencia a la línea 1865 de Viña San Pedro es esa: ¿Por qué no haberlo incorporarlo en la línea 1865, y no crear una marca nueva independiente, como lo hicieron con Despechados, o con Kankana, Tierras Moradas…?
La respuesta más que cuerda la daría Navarrete cuando se presentó el vino durante el seminario Descorchados del año pasado: “El vino hay que venderlo, debe ser sustentable, por eso está la espalda de 1865 que tiene una red tremenda de venta. Era más factible venderlo a través de esta red. Lo que no nos puede pasar, agregar, es que no se venda. Acá la idea es ser responsable y asegurar la venta del vino, antes de embalar a toda esta gente a cultivar con Pinot que no es una cepa fácil de vender… La idea es darle fluidez a las ventas y una vez que estemos seguros que el vino va bien para poder invitar a más familias al negocio.
San Pedro 1865 Tayu Pinot Noir 2018 de Malleco ($13.990) es de un delicado color rubí claro. En nariz recuerda a bayas frescas del sur, como las murtillas con sus notas a hierbas y tierra húmeda. En boca es liviano, seco seco, con algo de filo en su paso por la boca, y de acidez más que justa en su final. Su carácter podríamos decir que es más austero que exuberante y con notas de sangre fresca. Para beber en compañía sí o sí como aperitivo o junto a bocados salados del Sur: como truchas o salmón a la parrilla y papas chilotas, risottos con zetas o murtillas, conejos en cazuela…
2 comentarios
Andi jure dijo:
Me encantó! El artículo!!!
Vinos hechos con manos de mujer fue el título de un mini reportaje que hizo Tapia para el Wiken en el 2014 ! Lo uso mucho como un #
Bien Vivi Navarrete!!!
Pedro Cordova dijo:
Tengo la fortuna de haber probado uno hoy, una crema de zapallos y albacora, todo el rato rememora el sur, la tierra humeda, la uva campesina. Felicitaciones por el proyecto.