ESTRELLAS EN PREMIUM TASTING CHILE 2022

Publicado el 11 octubre 2022 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Nuestra editora no cuenta de los vinos que emocionaron en el esperado evento de dos días en la capital. Hay novedades y muchos blancos.

Casa llena en el renovado Hotel Mandarín Santiago, con profesionales del vino y winelovers llegados desde diferentes ciudades de Sudamérica. Así se vivó el regreso de Premium Tasting en Chile, después de dos años de ausencia; un evento que ya va generando fieles seguidores en el continente, producido por los mendocinos Nicolás Alemán y Rodrigo Kohn.

Dentro de los ajustes de esta esperada versión 2022, decimos ¡WiPWiPHurra! por haber sumado por primera vez en Chile, la tarde de Seminarios Educativos abiertos público: entre los cuales, el más esperado fue “La revolución de los Andes”, con un panel chileno-argentino de lujo. Bravo, también, por haber sumado por primera vez a una mujer, la periodista y directora de la Guía de Vinos La Cav Ana María Barahona, entre los anfitriones/panelistas. Largo camino sí aún para llegar a la paridad de género al micrófono cuando se trata de presentar vinos.

Muy bienvenidos además los más de 20 maridajes en formato de tríos sobre duelas, los cuales llegaron a los más de 320 degustadores intercalados, como descansos, entre los 42 vinos de la noche del gran Premium Tasting.

Como resumen de los vinos degustados durante ambos días (29 y 30 de septiembre 2022) y que más nos emocionaron, vale destacar los vinos de pequeños productores presentados durante el seminario; los cuales por costos de participación no suelen estar en la gran noche. De ahí la relevancia de los seminarios educativos realizados en todas las ciudades donde ya llega Premium Tasting. Atentos por cierto, al próximo seminario Premium Tasting en Mendoza el 18 de noviembre.

En este grupo de vinos elaborados por pequeños y en pequeñas cantidades destacamos al nuevo País La Trinchera 2021 de Roberto Henríquez (ya agotado, lo sentimos) nacido de un centenario viñedo de apenas 2.5 hectáreas, descubierto por Henríquez a 500 msnm en la cordillera costera del Biobío. Un vino ligero y floral, de taninos suaves para lo que acostumbra mostrar la cepa; un País de altura sanito microbiológicamente hablando, y que nos recuerda a los mejores vinos de Criolla Chica o País que probamos hace poco de Jujuy (en el extremo norte y alto de Argentina), justamente de sus zonas más altas (a más de 1.700 msnm).

Curiosamente, en el vuelo “La revolución de los Andes” no tuvimos la oportunidad de probar vinos más allá de las fronteras de Mendoza, pero claramente no era la idea. Aquí el gran reto era sumar en un mismo panel, nunca antes visto por estas latitudes, a los grandes enólogos de Chile y Argentina. Entre ellos: Alejandro Vigil, Sebastián Zuccardi, Juampi Michelini y Matías Riccciteli de Argentina; Marcelo Papa, Felipe Müller, Marcelo Retamal y Francisco Baettig de Chile. Ya les contaremos, de los vinos que presentaron, pero vamos por partes.

Encantador también en la serie Vinos Extremos de Chile, el nuevo Cinsault Loma Seca de la serie D.O. de Viña Carmen, profundo, lleno de fruta roja, aunque con un dejo a brett (contaminación microbiológica) que se fue haciendo más evidente a medida que se iba abriendo en la copa.

Otra estrella de este seminario, bajo la curaduría y guía de Ana María Barahona, fue el nuevo blanco Pellines del Itata, mezcla de Moscatel, Semillón y Torontel de la enóloga Ana María Cumsille. Un vino cristalino, de un color dorado intenso con dejos cobrizos, de acidez exquisita, como sus aromas y vibrancia en boca. Atentos para cuando salga al mercado. Es sin duda, aunque haya muy poco, uno nuevo blanco chileno de las grandes ligas. Imperdible.

En esta misma  serie,  destacamos otro gran blanco, el Viognier de Ventisquero Tara White Wine 2, sin añada (mezcla de años desde 2011, de ahí su definición como vino de solera, no de crianza con velo de flor), turbio al igual que su fantástica versión Sauvignon Blanc Tara 2021 mostrada el día siguiente (como Vino #2). Un Viognier extremo, sin duda, que tampoco sale aún al mercado; con más pomelo que flores en nariz y boca, y que habla de su origen frío en Huasco (Región de Atacama) con su deliciosa tensión y salinidad.

La serie que nos decepcionó por no cumplir las altas expectativas, hay que decir, fue la llamada “20 Años no es nada”, dirigida -no seleccionada- por el sommelier Héctor Riquelme; en la que algunos vinos simplemente no dieron la talla. Para ver la copa llena, destacamos nuestros favoritos: los dos blancos, dos leyendas: el fantástico Santa Mónica Semillón 2002 de la D.O. Rancagua (Valle de Rapel), jugoso, vivaz, delicioso. Así como el Chardonnay Sol de Sol 2002 de Aquitania, el cual tuvo en su fruta a momento de cosecha, para el beneficio de su complejidad aromática, algo de botrytis.

Vale mencionar la presencia de Felipe de Solminihac (cuatro de izquierda a derecha en la foto) durante el semanario y también la noche final, enólogo de antes y ahora de Sol de Sol y de todos los vinos de Viña Aquitania, quien presentó sus Chardonnay y su Cabernet Lázuli (Vino #32). Fue el único enólogo de su generación presente: la generación de los primeros grandes exploradores del vino de Chile. De experiencia insuperable, además de una humildad y particular sensibilidad que atrapó, como nadie y en varias ocasiones, la atención del ecléctico público.

Más que bien parados en la serie “20 Años no es nada” se mostraron los impecables Carmenere Terrunyo 2002 de Concha y Toro y el histórico De Martino Single Vineyard 1998; así como las grandes mezclas Triple C 1997 de Santa Rita y Liguai 2002 de Pérez Cruz. Bien parados pero sin mayor emoción: House of Morandé 1999, Montes Alpha Cabernet 2002, Manso Velazco 1995 de Miguel Torres y Maximiano Reserva Errazuriz 1989. Un ejercicio que nos deja para reflexionar: ¿afectó el servicio a vinos tan delicados? o fue la selección de añadas. Como fuera, esperábamos, cómo no, más grandes clásicos, muchos más complejos desde su gestación; los grandes de Cousiño Macul, íconos de Montes o de Santa Rita, Carmen o Concha y Toro. Don Melchor, ¿por qué no? Era la oportunidad de mostrar al panel de grandes enólogos argentinos los tremendos vinos que sí tenemos con más de 20 años.

Hablando del gran panel transandino, si hubiera sido una competencia, para mi nos hubieran ganado por lejos. Algo que solía pasar, especialmente gracias a los grandes y golosos tintos argentinos de Malbec, durante los 12 años que hicimos de Vinos de la Cordillera (junto a Enrique Chrabolowsky), actividades entonces solo por invitación y sin cobro por participar, de ahí, hay que reconocer tal vez su inevitable fin. Esta vez, en pleno 2022, los blancos argentinos también tomaron la delantera. Algo que sin duda nos habla de ese gran paso que ha dado Mendoza explorando hacia las grandes alturas de su Valle de Uco (por sobre los 1.100 msnm), buscando la frescura que no les da el clima continental a 500 msnm.

Patricio Tapia, el crítico que más cata los vinos a ambos lados de la cordillera, comentó que cuando le preguntan, para él las grandes diferencias hoy entre vinos de Argentina y Chile hoy sería que: los primeros están profundizando y los segundos explorando. Yo diría además, que las etiquetas más emocionantes de ambos lados son producto justo de las dos cosas; experimentar primero, y luego seguir profundizando.

Así lo dejó claro la que consideré la mejor serie de la noche del viernes, cuando se degustaron un total de 42 vinos solo de Chile. Esta serie fue la de los Pinot Noir junto con tintos de clima frío; la que me hace pensar que son los vinos más emocionantes que está haciendo Chile hoy con cepas internacionales francesas. Entre ellos: los Pinot  Noir Trama de Undurraga, Lot 21 de Viña Leyda y 1865 Tayú de Viña San Pedro; los tres nacidos de profundizar en nuevos territorios de la mano de nuevos materiales vegetales. Emocionante, además para partir,  el nuevo Cinsault de MontGras, de su línea Hand Crafted Rare, un vino elaborado, bajo la interpretación de la cepa de su asesor italiano Alberto Antonini. Así como el gran Syrah de Matetic (D.O. San Antonio) y la mezcla La Trampa de Casas del Bosque (D.O. Casablanca). Sin duda, 42 vinos son demasiado en cuatro horas de cata, por eso mientras más frescos y nerviosos, más se disfrutan.

VAMOS A LA REVOLUCIÓN DE LOS ANDES

No lo vi venir, pero el día jueves el blanco más interesante de la serie entre los grandes de Argentina y Chile, por su gran salto en calidad, fue el Sauvignon Blanc de Matías Ricciteli, nacido de un viñedo a 1.700 msnm en el Valle de Uco. Explosión de aromas con sentido de lugar sí (es hierba fresca que se une a la fruta explosiva) pero además con una boca filosa, y potente, que logra encantar por su acidez, no asustar.

Entre los Chardonnay de ambos lados (una cata que por cierto siempre quisimos hacer) en la serie brillaron los de las alturas de Mendoza por su frescura y fuerza: Fósil de Zuccardi y White Bones de Catena. Sin duda el Chardonnay del Reta 2019 (mostrado el día siguiente) brilló más por su nervio que el 2020, mostrado en esta serie.

De Chile en este duelo de Chardonnay, el que mostró todo su nervio y elegancia fue Los Primos de Traiguén 2021, elaborado por Francisco Baettig. Hay allí manejo perfecto del uso de las barricas sumado a la frescura que da este nuevo lugar al sur de Chile. Misma destreza mostró con Los Primos Pinot Noir 2020, una pena que tampoco estuvieran en la noche del viernes, aunque confirma la sensación de que los Pinot chilenos están brillando como nunca.

Entre tintos, los  más impactantes fueron con los Malbec de las alturas de Uco, una vez más: Super Cal de Zuccardi, producto de profundizar en un lugar ya imposible en las alturas de suelos calcáreos; Riccitelli Malbec a 1.500 msnm 2019, y Zorzal El Barba 2018. Vinos que son tanto nervio y fruta negra, que ojalá hubieran ido en su orden detrás del delicado Pinot Pai de Tabalí, y detrás del Gran Enemigo Malbec de Gualtallary.

Los que emocionaron el viernes… noche de Premium Tasting Chile 2022

Ya lo dijimos, 42 vinos son demasiado en cuatro horas de cata, por eso mientras más frescos y nerviosos, más se disfrutan. Y así fue como más disfruté entre grandes tintos (más allá de nuestra serie favorita de tintos de clima frío) el elegante Pétreo Malbec de Caliterra 2019 D.O. Colchagua y el Roca Madre Malbec 2018 de Viña Tabalí (D.O. Limarí Andes), el nuevo Merlot Merlot de Tres Palacios ($25.000) o el Cabernet Sauvignon Dagaz D.O. Pumanque (Colchagua Costa).

Por estar lejos de su mejor momento, se perdieron grandes tintos aun muy jóvenes, como el nuevo La Parcelle 8 de Lapostolle 2018 ($139.000), o su hermano mayor Clos Apalta 2019 ($180.000). Mucho más impactó un menos conocido, Maquis Lien 2006 (principalmente Cabernet Franc y Carmenère) D.O. Colchagua; el que nos dice que el tiempo de guarda es clave para disfrutar corpulentos tintos de climas cálidos. El problema es que rara vez, en su mejor momento, los vemos en el mercado.

No mucho sentido, por su orden de aparición, tuvo el nuevo gran espumante de Carmen; sí mención especial merece la primera serie de blancos; con tres deliciosos Sauvignon Blanc (Outer Limits 2022 de Montes, Cordillera 2021 de Miguel de Torres, además del Tara de Ventisquero), y más adelante los Semillón de Bouchon (Granito 2020) e Isidore Vineyard de Garage Wine Co 2019, este último otra joyita que es digna de ser incluida entre los nuevos grandes blancos de Chile.

Pueden ver aquí los 42 VINOS Y MARIDAJE PREMIUM TASTING

 

 

 

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