SOBRE LECCIONES APRENDIDAS. 1ERA PARTE

Publicado el 07 marzo 2023 Por Mariana Martinez @reinaentrecopas

Conversamos con pequeños viñateros afectados por los incendios forestales del 2017; quienes entonces fueron las caras más visibles de la tragedia. Hoy, con parte de sus viñedos recuperados y vidas reconstruidas, tienen mucho que compartir de lo aprendido. También, identifican las urgencias.

DANIELA LORENZO, VIÑA GONZALEZ BASTÍAS (SECANO DEL MAULE)

Daniela Lorenzo junto a José Luis Gómez tuvieron más de 30 hectáreas, entre bosque nativo y viñedos afectados por los incendiados en 2017. Entonces, perdieron una hectárea de viñedos viejos del secano de un total de cinco, y más de 60 hectáreas de bosque nativo de un total de 120.

Incendios del 2017 en campo Viña González Bastías.

Lo primero que nos comenta Daniela al teléfono, con miedo de dejar el campo a punto de empezar vendimia 2023 y con los incendios siempre al acecho, es que puede ser poco empático decir a quienes han perdido viñedos y bosque “No te preocupes, va a brotar. Hay que procesar lo que pasó…”

LA EXPERIENCIA 2017 VERSUS 2023

«Nosotros tuvimos la experiencia de algo que jamás había pasado. Porque antes, cuando José hizo el vino ahumado, en el 2011-2012 de la viña que está arriba, en mitad de bosque nativo, el viñedo – que ese año se habían arado-  no se quemó, pero se ahumó, hubo uva que cosechar. Lo que pasó en 2017 en cambio, en ese mismo viñedo -ahora la mitad arada y la otra mitad no-  porque lo manejan dos familias diferentes- sí se quemó donde había pasto y no tuvimos uva que cosechar”.

Es la misma gran paradoja que hemos escuchado este año entre viñateros con parras quemadas en cuyos campos aplican principios de agricultura regenerativa y que por lo mismo, habían decidido no aplicar productos químicos para matar las hierbas,  ni arar.

“Paradoja, dice Daniela, porque efectivamente nosotros tratamos de hacer las cosas bien, y el viñedo de al lado con herbicidas no se quemó.  Si bien somos tradicionales, siempre estamos abiertos a nuevas cosas, y entre las cosas nuevas estudiamos la tendencia que dice que no hay que arar, pero José me decía: mira, esto no es mejor que esto. Quedamos ahora entonces en ir alternando e ir evaluando en qué sectores se puede y cuáles no. Porque prefiero un viñedo algo compactado en el suelo que algo quemado”.

El arado en González Bastías. El Gringo Poblete junto a su percherón, es una foto de @rincondelbagual

ARAR O NO ARAR, HE AHÍ EL DILEMA

El trabajo del arado, explica Daniela, se hace cuando está recién podado el viñedo en julio, después en septiembre, cuando la planta brota y ya está firme, se vuelve a arar pero en otro sentido, para que entre hileras quede más profundo y permita que el agua se dirija hacia en el centro de la hilera. “Cuando ya hiciste esa segunda labor de octubre, en enero y febrero ese pasto creció, pero es muy distinto si no lo haces, porque ese monte o pasto seco se entrecruza con los brotes de las parras. Hay que entrar a cortarlo antes de cosechar. En una zona húmeda complica mucho porque potencia los hongos, pero en una zona cálida y seca como ésta, esta capa hace un microclima y el suelo lo agradece. No tener pasto tiene el beneficio de proteger las parras de los incendios”.

En 2017 en la viña González Bastías se quemaron además los bordes de un viñedo en la parte baja, donde está la superficie de parras viejas más grande de toda la propiedad familiar. “Allí paramos el fuego apenas partió, era más fácil pararlo en la viña de abajo, que en el de arriba entre medio del bosque nativo. Este viñedo de abajo estaba arado y fue lo que pudimos salvar porque estábamos ahí protegiendo”.  De las 37 hectáreas de abajo, con su bosque nativo, en 2017 se quemaron 33.

SOBRE CORTAFUEGOS

Ese año 2017 habían abierto caminos en el cerro. “Ahora ves como el cerro que revivió, es el que está sobre esas terrazas o caminos. Fue una suerte… El fuego iba avanzando por los escalones pero a medida que avanzaba iba perdiendo fuerza. Al llegar al tercer cortafuego, no siguió avanzando.  Los viñedos que se quemaron, ya cuando llegó el invierno, durante junio, empezaron a brotar desde abajo”.

EL TRABAJO REALIZADO EN VIÑEDOS QUEMADOS PARA SU RESCATE

Con las parras quemadas del 2017, explica Daniela se hizo un trabajo gigantesco de cuidado, primero de arado, exponiendo bien el tronco para que brotara la zona de la base, ya que al ser parras tan viejas tienen raíces tan profundas que son capaces de brotar.

“Se van eligiendo los brotes más fuertes y se podan los demás.  Este trabajo se debe hacer con un conocimiento muy extenso de la parra”, acota Daniela, cuyo marido José, ha vivido en el campo de la familia toda su vida.

«Además, explica, hubo que cercar, para que no se comieran los animales los brotes. Trabajamos la viña con mucho esfuerzo durante tres o cuatro años. Funcionó, a la larga tienen una recuperación, aunque sí hay un porcentaje que no lo logró.

Lo que hacemos con las plantas que se recuperaron es que no les exigimos, dan lo que dan. Si no sobrevivieron, hacemos un mugrón en su lugar con otra planta, y si la parra no está tan fértil, tenemos también la posibilidad de replantar. A esa viña nueva hay que regarla los primeros años para que sobreviva.

Es mucho trabajo, cuando es un viñedo antiguo, si tienes recursos, lo que más te importa de la vida es recuperar el viñedo. No sé si es económicamente sustentable, pero tampoco te lo preguntas».

UN TRABAJO LARGO, PRÁCTICAMENTE SOLOS…

Todo ese trabajo de recuperar los viñedos no se hizo con ayuda, explica Daniela. “Nadie vino. Me dio risa ver una foto de nuestros viñedos quemados en un trabajo sobre el impacto de los incendios y recomendaciones para vinificación. Igual se agradece que hayan puesto dónde fue tomada la foto.

«La ayuda que recibimos, y que agradecemos infinitamente, fue para darle alimento a los animales, reponer mangueras quemadas, cercar todo. Esa ayuda económica voló, no quedaron fondos para trabajar el viñedo…

SERCOTEC estuvo dispuesto a ayudar, con sus recursos compramos bins, bombas, algún estanque, y CONAF nos hizo corta fuegos alrededor de todo el territorio y cercó algunas zonas acá abajo donde estaba la casa. Pero cercaron de una manera que no sirvió de mucho. Porque usaron alambres de púas y por ahí los animales pasan igual.  Así es que reusamos los palos, pero tuvimos que sacar alambres y poner mallas ovejeras.

Por parte de  CONAF cortaron buena parte de árboles del bosque nativo quemado, dejaron algunos parados para que los pájaros tuvieran visualización, y también pusieron troncos cortados perpendiculares a las pendientes, para poder contener la erosión que provocarían lluvias del invierno, contener humedad y materia vegetal seco.

Por otro lado, explica Daniela, agregaron compost al suelo de los viñedos, frutales y huerta. Cada año lo generamos con nuestro material de vendimia; hacemos una pila de compost gigantesca. Mezclamos vegetal verde, con guano y orujo, vamos haciendo capas.

Hoy no hablamos de porcentajes de viñedos recuperados del incendio, porque con la pandemia se vino más familia a vivir al campo y repartimos viñedos para que hicieran su vino. Lo que sí hemos hecho es plantar nuevos.

LO APRENDIDO PARA ENFRENTAR INCENDIOS 2023

Entonces, en 2017, no teníamos agua, hoy sí tenemos en un estanque de 1000 mil litros, además de una red de mangueras y paneles solares para poder mover agua, por si nos quedáramos sin electricidad. Porque los cables de luz son los primeros que se queman en un incendio. Hacemos ensayos, hoy estamos en una mejor condición.

En pandemia además cerramos las puertas y nos dimos cuenta de la necesidad ser más auto sostenible: plantar frutales, mejorar técnicas para hacer huertas, invertimos para tener los paneles y agua, tenemos un lujo de riego para huertas frutales y para enraizar las viñas nuevas.

Cada vez vas a necesitar más viñas, porque cada vez está más difícil, y en eso estamos, plantamos 0.3 hectáreas al año. Es emocionante mirar el pasado… es una maravilla ver todo lo que producimos para nosotros y para otros.

Hablando positivamente, el aprendizaje fue tanto, agrega Daniela, que siento que no somos los mismos que si no hubiera habido incendios. Ahora, más que esperar a que alguien venga a cortar fuego, tú sabes que eres el responsable. No te sientas a esper que ellos hagan algo. Yo he visto echar glifosato a bosques nativos, qué poder tiene uno contra ellos…

Cuando pasó lo que pasó, decidí que tenía la opción de usar la energía para proteger lo que hacemos, o malgastarla contra ellos. Hoy tengo la sensación de que son irrelevantes, no puedo contar con su protección. Si se preocupan y ayudan a detener incendios genial, pero no voy a esperar que ocurra. Si me sale más caro protegernos, hay que cobrar el vino más caro, y hay que hacer más vino».

En cuanto a vinificaciones, dice, «si el viñedo se ahumó no se va poder hacer nada. En bodega hay que hacer maceraciones más cortas, pensando en poder apalear el impacto de humo en la uva».

LA IMPORTANCIA DE LA SALUD MENTAL ANTE TODO

«Ahora los incendios 2023 son una nueva catástrofe, mucho más grande. Serán meses sin luz, sin fuentes de agua, mucha necesidad muy básica. Para empezar a vivir, los aportes y mesas de cariño son muy importantes, pero es necesario hacer conciencia emocional de que no hay plata tampoco que ayude en ese proceso…

A mí la naturaleza me dio la esperanza al verla brotar de nuevo; si la naturaleza puede porqué no voy a poder yo.  Pero si yo veo humo hoy, siento miedo, un incendio es muy traumatizante, no he podido superarlo.

Por los incendios aún la zona no fuimos el sábado a Santiago para decir presente en el evento Juntos por el vino, hemos apoyado como hemos podido y estuvimos presentes desde acá».

Daniela nos menciona que se agradece mucho el atreverse a ir a la zona afectada, y poder conectar con los viñateros. “Que puedan recibir los mensajes de cariño, eso siente y agradece profundamente”.

«Hay días muy buenos y esos son los que valen la pena. Aprendes a decidir qué es lo importante. Que es necesario cuidarse la cabeza, lo veo con el Jose, él ha aprendido también que necesita sus espacios de descanso. Esta vez el daño fue más grande, da rabia que no sirvió de nada lo que pasó, ahora tal vez sirva, ojalá».

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