VERÓNICA COUSIÑO. ELLAS AL MANDO
“Creemos que el mejor Cabernet Sauvignon que podemos hacer lo podemos producir acá, en Macul. Y no sé nos ocurriría salir a buscarlo en otro lugar”.
Son las once de la mañana en la Viña Cousiño Macul, y su sala de ventas, instalada en sus centenarias bodegas, ya está llena de gente. La campana, que da aviso del inicio del primer tour del día acaba de sonar. La oficina de Verónica Cousiño, quien nos espera, está en un edificio cercano, mucho más moderno, propio de este siglo. Aquí, la viña comparte oficinas con Crillón, la inmobiliaria que desde hace dos décadas se ha encargado de lotear y construir urbanizaciones en este mismo terreno de Peñalolén. Es el mismo lugar donde en 1856 el matrimonio formado por Isidora Goyenechea y Luis Cousiño fundaron la viña.
El anuncio del año pasado, de un nuevo loteo de la propiedad de 300 hectáreas, para construir nuevas urbanizaciones no cayó bien. Para saber más sobre los planes de la familia Cousiño y el destino de su invaluable legado arquitectónico y vitivinícola atrapado dentro de la ciudad de Santiago, conversaremos con Verónica, séptima generación a cargo de la viña.
No suele usar maquillaje; sus ojos grises, caballera rubia y gran altura, llaman la atención por sí solos. Pero entre la multitud que visita la bodega esta mañana, Verónica pasa completamente desapercibida. Nadie parece sospechar que con apenas 36 años, es la directora comercial de esta viña familiar cargada, literalmente, de muchas historias.
Verónica es ingeniero comercial, y llegó a la viña, nos cuenta, el año 2008 como subdirectora de marketing; un cargo al que no pudo decir que no. Entonces la viña se enfrentaba a su profesionalización como empresa familiar. Nos cuenta que hubo cambios en el directorio, y llegó un nuevo gerente, Matías Ovalle. Arturo Cousiño, su tío, se dedicó entonces a formar una nueva área de finanzas, mientras su padre Carlos, tomaba la presidencia.
“Por mucho que se haya profesionalizado la empresa, siempre la familia ha estado metida, dice Verónica. Y me aclara: No estamos en bolsa, no tenemos socios. Mi padre y tío Arturo son muy activos y tienen un know how que nos han ido traspasando, demasiado grande. Trabajaron la viña cuando la industria del vino en Chile era nada, la conocen demasiado bien. Todo este tema de meter a la generación desde abajo y tratar de que nosotros algún día tomemos las riendas ha sido muy entretenido”, dice Verónica.
La nueva generación de recambio, de la que habla Verónica, está formada por ella y Elisa, su prima (hija de Emilio, el tercer hermano Cousiño), quien trabaja con todo lo relacionado al marketing y redes sociales.
No me deja de llamar la atención que dos mujeres representan la nueva generación de recambio, por eso le pregunto entonces a Verónica ¿cómo es que no hay hombres Cousiño de tu generación hoy en la viña?
Sí hay hombres en mi generación, pero mi hermano trabaja en la inmobiliaria Crillón, y todos los demás tienen su mundo. El hijo de Arturo trabaja en una consultora; mi hermana es cosmetóloga. Mi hermano chico estudia agronomía y todos dijimos ¡al fin vamos a tener un enólogo en la familia! Pero no, le gustan los arándanos… Yo llegué acá en el 2008, en un muy buen momento. Y es divertido porque no es de machistas que en el pasado hayan sido puros hombres en la viña, sino que biológicamente han sido hombres. La generación de mi papá son tres hermanos hombres, mi abuelo era hijo único, y mi bisabuelo fue el único hombre de su generación, porque sus dos hermanas se fueron a vivir a Europa y nunca volvieron a Chile. Y ahora nos tocó a nosotras. Yo soy la mayor de las primas, y cuando me ofrecieron venir a trabajar, me vine feliz… Nos tocó ser mujeres, como generación, en un momento cuando es demasiado bueno… Cada vez más las mujeres hoy influencian la compra, están mucho más empoderadas de sí mismas, y políticamente. Capaz que pueda ser una tontera, pero se ve bien una empresa con mujeres… La cosa es que cuando llegamos a esta viña que siempre había estado dirigida por hombres, nos dijimos: ¿quién es la viña en verdad? Porque tienes a la familia Cousiño que es muy tradicional, con mucha historia… y todo el mundo se imagina sacando telarañas a la familia. Pero nos dimos cuenta que el espíritu de la viña es el espíritu de una mujer hiper emprendedora que enviudó a los 38 años con seis hijos. Había partido la viña con su marido, y se quedó viuda, cuando Luis Cousiño tenía 40 años, murió en Perú. Entonces, recién empezaban a construir la bodega de acá (en Macul), y ella decidió seguir en 1870… Dijimos en verdad, siempre hablamos de don Matías y don Luis, y claro que tienen mucho mérito, pero quien terminó la viña fue Isidora Goyenechea. Entonces nos dijimos: ese es el poder que tiene la viña…
Desde fuera pareciera que el poder de la viña ha sido su historia, pero también da la sensación de que se han quedado detenidos, sin innovar.
Los chilenos son críticos de todo, no sólo de Cousiño Macul. Siempre hay algo que está pasando que no es bueno. Cómo dice el dicho: uno nunca es profeta en su propia tierra. Es difícil. Unos critican porque pasa poco y otros porque pasa mucho. Yo creo que también obedece a que no somos muy mediáticos… Acá es capaz que no estamos jugando con variedades súper novedosas, pero sí en lo que a Maipo nos respecta. Entendemos y respetamos que Chile tiene miles de valles y que son todos extraordinarios, pero nosotros somos del Maipo, y este lugar es nuestra especialidad. Entonces ¿queremos crecer y comprar tierras en otros valles? Puede ser eventualmente, pero hoy no. Hoy somos Maipo, y nuestra expertice es hacer Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay. En la vanguardia vamos a estar siempre, pero en la agricultura, vamos a tratar de ser los primeros en traer cosas nuevas o probar máquinas nuevas en la bodega.
Hablando del Maipo, les ha tocado dar un paso importante, conflictivo para algunos, que es lotear paños de la viña de la mano de la Inmobiliaria Crillón; porque la ciudad creció y se los comió.
Crillón es una empresa que lleva 100 años, es de la familia. Partió construyendo la Galería Crillón en el centro de Santiago. Lo que pasa es que el apellido Cousiño está más ligado al vino, pero mi bisabuelo, Arturo Cousiño, se trajo la marca de los hoteles Crillón a Chile. Él desarrolló el barrio de Pedro de Valdivia Norte, y estuvo metido con su papá y tíos en la Galería Crillón, y en otros barrios más. Cuando en 1996 nos vimos en la necesidad de comprar tierras fuera de Santiago, porque la verdad es que ser vecinos de una empresa agrícola no es tan fácil. Yo me acuerdo cuando era chica, que venía para acá por la Avenida Vespucio y estaba llena de agua cuando regaban en la viña, debido al riego por tendido. Y no va a dejar de ser bonito tener el viñedo dentro de la ciudad, pero hablamos de una ciudad moderna.
También está el tema de la fumigación: es súper complejo para la salud de los vecinos. Aunque podrían haberse convertido a orgánicos…
El campo era de 300 hectáreas… nosotros tratamos de convertirnos a orgánico con algunos paños pero nunca funcionó 100%. Y sí, te puedes convertir, pero igual está el tema del riego; de que estás en mitad de la ciudad y de que hay externalidades.
En realidad se ve la viña como algo positivo para Santiago, pero también trae cosas malas; así como la ciudad afecta a la viña. La viña está dormida y gris desde mayo o junio, hasta septiembre. Los meses que justo necesitas más verdor en la ciudad. Entonces sí, por algo existen las zonas agrícolas y por algo la gente no arma zonas agrícolas dentro de la ciudad.
Pero lotear para construir casas también debió haber sido una buena oportunidad económica, no cabe dudas…
Cómo decir que no es así. Al final esto también es una empresa y si lotear hubiera significado pérdidas, uno dice me voy por otra dirección. No sé si esa dirección hubiera sido mejor, porque si uno dijera: si lotear 300 hectáreas en Peñalolén genera pérdidas, mejor la convierto en una chanchera… De repente uno tiene que ver cuáles son los costos y las oportunidades. Es difícil decir: voy a hacer un proyecto bonito de verdad. Y eso se hizo. En el 96 se trabajó con urbanizadores, se viajó por el mundo para ver urbanizaciones que se habían hecho; la idea siempre era tener algo bien armado. Porque ninguno de nosotros quiere tampoco ver la viña transformada en una fábrica de casas, donde no haya un lugar para caminar ni nada. Y ese master plan del 96 se ha cumplido prácticamente en forma fidedigna. Contempla áreas verdes, barrios cerrados y no tan cerrados, con plazas para niños. Los nuevos barrios van a tener ciclovías, se van a poder cargar autos eléctricos. Los primeros tienen un concepto muy de barrio, los nuevos desarrollos tienen un concepto más moderno, de integrar la vida de la familia a la ciudad, de tener restaurantes… Ahora estamos armando barrios más abiertos, con gente interactuando en las plazas. La idea fundamental es hacernos cargo de su desarrollo. Piensa que esta tierra nosotros la queremos muchísimo, no queremos verla transformada en cualquier cosa… Entre las áreas verdes hay un parque precioso que es la antigua arboleda de la viña que dividía los viñedos entre Norte y Sur, y hoy es un parque maravilloso. Vas el fin de semana y está lleno. La gente de otras partes no lo ha descubierto, pero hacen pic-nic, pasean sus mascotas…
La sensación, cuando anunciaron el año pasado el desarrollo de esta nueva etapa inmobiliaria es de ¡chao, se acabó! no va a quedar nada de las 300 hectáreas, pero me explicó Arturo Cousiño tiempo atrás, que sí hay un área verde que es intocable…
No es cierto cuando dicen que no va a quedar nada. Debemos pensar que: número uno nosotros tenemos efectivamente 52 hectáreas que son área verde, y eso es. No se puede hacer nada por orden del instituto que dice cuáles son las áreas verdes de Chile. Aunque yo quisiera, no podría. Si algún día alguien lo compra, tampoco podrá hacer nada diferente a lo que es hoy. Es decir, nosotros somos y siempre vamos a tener por lo menos 52 hectáreas de áreas verdes. Además, tenemos un trozo de viñas que no está metido en el master plan ni en el área verde; creo que son cerca de 40 hectáreas más de viñedos. Es decir, son casi 100 hectáreas que no se tocan, y eso es harto. Estas 52 hectáreas de áreas verdes forman el parque de la viña, que se va a abrir ahora a visitas. En las 40 hectáreas de viñas estamos replantado algunos cuarteles. Nosotros nos quedamos acá, vamos a seguir haciendo vinos en Macul. Tenemos más que entendido que nuestra cuna es Macul, y no sé si alguna vez vamos a parar de hacer los vinos acá. Tenemos que pensar que cuando empezamos a hacer el vino Lota, lo empezamos a hacer con las parras del cuartel 30. Hoy lo hacemos del cuartel 60, porque las parras antiguas también van bajando su rendimiento. Entonces estamos hablando de que en 30 años más no sé si el cuartel 60 va a estar rindiendo tan bien como lo está haciendo hoy. Por eso hay un plan de replantación, y el cuartel 60 si se toca, será de los últimos. Este plan lleva 20 años.
¿Qué vinos están haciendo hoy en el campo que compraron en Buin en los 90?
En Buin también estamos sacando vinos premium, iconos no porque no queremos tenerlos de allá. Pero Lota y Finis Terrae, hasta hoy, son vinos de acá, de Macul (Peñalolén), que no tenemos pensado ni siquiera en el futuro cercano, ni mediado, hacerlos en Buin. Porque creemos que el terroir es único. O sea, todo lo que podemos crear en Buin puede ser maravilloso, y podemos llegar a ser un vino igual de maravilloso que Lota, pero su esencia va a ser distinta. Por eso la bodega acá en Macul está pensada para grandes vinos. Además este año sacamos dos vinos que se llaman Jardín de Macul, y los lanzamos también justo en un momento controversial por lo del Jardín de Macul. La gente dirá: pero si están sacando el jardín. Pero también es para reforzar que efectivamente el jardín de Macul, en Peñalolén, va a estar siempre. (Ver información sobre nuevo tour a los Jardines de Macul acá).
Por cierto, por qué no usar la D.O. Peñalolén en vuestros vinos de acá?
Podría serlo. En algún minuto lo pensamos: por qué no le ponemos D.O. Santiago. Pero Maipo para nosotros es muy muy potente. Que no suene feo, pero nos sentimos dueños, pertenecemos a Maipo. El Maipo es nuestro lugar. Somos del Maipo. Podríamos poner subregión de Peñalolén y de hecho cuando presentó Lota en algunos países lo presentó como de la subregión. Pero acá, en Chile, ese concepto de subregión no se utiliza tanto. Acá recién están entendiendo el concepto de valles… Yo prefiero decir que tenemos dos campos: uno en Macul que es Maipo Andes, más al Norte en la ciudad, y el otro que también es Maipo Andes, pero 40 Km más al Sur, el cual ya está extramuros.
¿Cómo reciben fuera esta manera de presentarlos?
Hay mucha gente que sí entiende que hay vinos que vienen de esta parcela y otros de la otra. El terroirista lo va a entender mejor que nadie. Que Lota, Finis Terrae y los Jardín de Macul son de acá. Y los Antiguas Reservas todavía tienen algo de uvas que vienen de acá. Pero también que después producimos otros vinos, que tienen otras vinificaciones, otros precios, otros segmentos de público que vienen de un terroir distinto. A la gente le cuesta entenderlo más en Chile, porque es una marca icónica. La marca Cousiño Macul en Chile está en la mente de la gente junto a las Viñas Concha y Toro y San Pedro, pero cuando uno les dice que producimos apenas 250 mil cajas, no pueden creer lo chica que es comparado con el nombre que tiene. Afuera se entiende perfecto, porque es como preguntarle a una viña de Maipo por qué tiene viñedos también en Casablanca. Y tienen toda la razón y el derecho. Hoy, capaz es más raro ver una viña que siempre ha estado en el Maipo, se cambie al mismo Maipo. Nosotros no nos cambiamos de barrio, queremos mantenernos en el Maipo. Entre sí, los vinos van a ser un poco distintos, pero sigue siendo 80% de Cabernet Sauvignon lo que producimos, con plantas que vienen de una selección de masal de Macul para el Antiguas Reservas. Pero para los otros vinos son viñedos clonales.
¿Sigue pues siendo para ustedes el plus de Cousiño Macul tener plantas pre-filoxéricas?
Sí. Es un sello, nosotros creemos que nuestro Cabernet es distinto a otros.
Pero también podría jugarles en contra, todo lo que se habla de los problemas de virus, de la enfermedad de la madera. ¿Son problemas que quitan competitividad?
Es verdad, pero las empresas familiares tienen a veces una lógica, a veces se piensa más con el corazón que con la cabeza. Y por eso la línea Don Luis, no te voy a decir que la hacemos con plantas de selección masal, porque no. Pero estamos hablando de Finis Terrae, Lota y Antiguas Reservas. Entonces claro, sus viñedos son menos eficientes, pero también hacemos menos de esos vinos, y sus precios también son distintos. La calidad es lo que nos importa y tener el sello Cousiño Macul. Cuando yo quiero que alguien se imagine qué es Cousiño Macul en esencia, le digo que se tome una botella de Cabernet Antiguas Reservas. Es la esencia de lo que somos, es menos eficiente sí, pero también sino perdemos la identidad… Y sí, creemos que el mejor Cabernet que podemos producir lo podemos hacer acá, en Macul. Y no se nos ocurriría salir a buscarlo en un mejor lugar. Insisto que la lógica de la empresa familiar es distinta, nosotros nos sentimos identificados con el Cabernet. Para nosotros esta es nuestra casa, y queremos producir lo mejor en nuestra casa. Y no estamos pensando en irnos a otro lado.
Sigue el link para conocer más sobre los vinos que vienen en el futuro de Cousiño Macul. Para conocer los vinos legendarios de Cousiño Macul sigue este link.
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