EN BUSCA DE HUELLAS GENÉTICAS PRECISAS

Publicado el 16 diciembre 2020 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Conversamos con Irina Díaz, investigadora en enología del INIA  para saber más detalles sobre el proyecto que busca una metodología de trazabilidad genético-molecular para los vinos de Chile.

El objetivo planteado por el nuevo Proyecto de Trazabilidad para los vinos de Chile, a desarrollar en conjunto con el INIA, FIA y empresas privadas no es menor. Y hasta hace unos años atrás simplemente parecía imposible de realizar. Para saber más sobre su metodología, alcances y cómo ser parte, conversamos con Irina Díaz Gálvez, parte del equipo enológico de la investigación de INIA. En esta conversación, dimos sin querer con un interesante hallazgo: saber que en el catálogo Internacional de Variedades (VIVC), Tamaragual, la cepa NN descubierta y desarrollada por el Centro Experimental de la Universidad Arturo Prat UNAP en Canchones, región de Tarapacá, es la misma genéticamente hablando que la Huevo de Gallo; ello según registros del INTA, Argentina ya en el año 2008. Más detalles de este hallazgo, que es uno de los objetivos a evitar entre muchos  de esta nueva metodología de trazabilidad, compartiremos más adelante en esta nota.

«La meta a largo plazo, dice Díaz es poder presentar el proyecto a la OIV y que lo tomen como su metodología oficial de trazabilidad».

Lo primero que le preguntamos a Irina Díaz sobre esta METODOLOGÍA DE TRAZABILIDAD DE MATERIAL GENÉTICO fue qué parámetros buscarán fiscalizar, entendiendo que el proyecto cuenta con la venia del SAG para detectar fraudes.

Ante la pregunta, Díaz explicó que para formular el proyecto se acercaron al SAG, institución que les abrió la mirada hacia la posibilidad de crear un método para detectar fraudes especialmente relacionados con la elaboración de vinos de origen con uvas de mesa. Una práctica ilegal en Chile, ya que según la ley 18.455 los vinos de Vitis viniferas y Vinos de Uvas de Mesa son productos diferentes con normas diferentes.

¿Y SOBRE EL POSIBLE FRAUDE DE AGUA DE LA LLAVE EN EL VINO?

Por supuesto, preguntamos TAMBIÉN sobre la detección de fraude a propósito de la autorización del uso de agua en el vino. Irina explicó que éste seguirá siendo un tema de competencia del SAG y no se incluyó en el proyecto debido a que la institución posee un equipo que analiza agua de diferentes orígenes. Este sistema, en base a análisis de agua recolectada de diferentes fuentes naturales, debería ser capaz de registrar el fraude de vinos con agua de la llave. Lo curioso, destacó la investigadora, es que no se haya tomado en cuenta en el momento de elaborar la ley que permite un máximo de agua de la llave en el vino, el hecho de que las empresas que producen mosto concentrado de jugo de uvas, sí podrían reutilizar el agua vegetal extraída en su elaboración para la elaboración de vinos sin que los equipos puedan detectarla como fraude.

ANÁLISIS DE ADN, MÁS ALLÁ DEL MATERIAL VEGETAL

Otro de los objetivos del proyecto, y tal vez el de más trascendencia internacional a futuro, es el de poder cruzar datos de información genética de las variedades con los datos de sus respectivos vinos, para así tener un método lo más seguro posible para asegurar la trazabilidad de los vinos. La meta a largo plazo, agregó Díaz, es poder presentar el proyecto a la OIV y que lo tomen como su metodología oficial.

Cepa Tamarugal, desarrollada por el Centro Experimental de la Universidad Arturo Prat UNAP en Canchones, región de Tarapacá. Hoy reconocida en la VIVC como sinonimia de la Huevo de Gallo argentina.

EL CASO DE LA TAMARUGAL 

Irina Díaz, explica que actualmente no existe esta metodología DE TRAZABILIDAD DE MATERIAL GENÉTICO a nivel mundial, aunque había dos estudios anteriores, en Italia y Francia; pero nunca se llegaron a poner en práctica. «Lo que hicimos nosotros en el INIA, fue aplicarlos; ver qué sí funcionaban y sumarles más parámetros científicos. Todo ello, con el objetivo de que sea un método lo más sólido posible… Queremos evitar, argumentó, que no nos pase el mismo error de la cepa Tamarugal».

Díaz se refiere al caso de la cepa Tamarugal, difundida en los últimos años como la primera cepa criolla (nacida espontáneamente lejos de Europa) descubierta en Chile, gracias a estudios del Centro Experimental de la Universidad Arturo Prat UNAP en Canchones. La cual, aparece hoy en el Catálogo Internacional de Variedades (Vitis International Variety Catalogue VIVC) como sinonimia de la cepa registrada en argentina por el INTA en 2008 como Huevo de Gallo. Díaz se adelanta a explicar que estos errores eran muy posibles años atrás, pero que hoy existe una tecnología mucho más avanzada que la que había antes, y que ya nos permite evitarlos.

La coincidencia se trataría de un hallazgo no menor, ya que Tamarugal fue registrada por el Centro Experimental Canchones, con el fin de ser los únicos que pueden propagar su material genético durante el plazo de 18 años. Este beneficio, del cual entendíamos (*) carecen las variedades Vitis viniferas nacidas espontáneamente en la naturaleza, aseguraba a la casa de estudios poder orientar sus nuevas plantaciones exclusivamente a donde a ellos les interesara. En este caso, el del desarrollo vitivinícola de la región de Tarapacá; tal como se expuso en el 1er Seminario WiP On-line 2020. Un caso, sin duda, inédito hasta entonces, al menos en Chile.

Cabe destacar que el Vino del Desierto, elaborado con la cepa Tamarugal había conseguido este año una nueva Medalla de Oro en el Concurso Catad’O Santiago Wine Awards.

En nuestro país, agrega Irina Díaz, ya en el INIA se había planteado que la cepa Blanca Ovoide, vinificada como espumante por Cooperativa Loncomilla, podría ser la misma que Tamarugal debido al parecido ampelográfico; lo que dejó la duda. Aunque, por una u otra razón no se buscó más antecedentes, hasta hace algunos años. Esta investigación científica, supimos, la está dirigiendo en INIA el investigador Patricio Hinrichsen, quien pronto publicará novedades formales sobre sus resultados.

Ante el hallazgo de Tamarugal como sinonimia de la Huevo de Gallo argentina (registro 25796), el equipo del Centro Experimental UNAP en Canchones, no ha respondido a nuestra consulta de por qué no lo han comunicado o refutado aún. El hallazgo nos lleva a recordar la historia del descubrimiento de la cepa Carmenère en 1994 oculta hasta entonces en nuestros viñedos bajo el nombre de Merlot, y cómo Chile logró sacar cuentas alegres al reconocer el error cometido sin mala intención.

Uva del Rey, en la foto, se encontró en un viñedo de Roberto Henríquez, en la zona de Millapoa. Ya está en estudio y propagación de su material. Es una de las tantas cepas antiguas que se han descubierto en los viñedos de Chile y representa un tesoro invaluable para genetistas y productores de vino.

CÓMO SER PARTE DEL PROYECTO  DE TRAZAVILDIAD DE VINOS CHILENOS

Según les contamos ayer, son ya parte de este proyecto de DE TRAZABILIDAD DE MATERIAL GENÉTICO, la Viña Lugarejo y la agrupación VIGNO. Díaz explicó a WiP.cl que muchos productores de Cariñena, tienen en sus campos otras viejas parras; aún dudan de su origen y por eso quieren saber con certeza qué son realmente.

«Nuestro objetivo, es incluir todo material dudoso, ya sea de viejos parrones, de vides salvajes, o de plantas desconocidas entre viñedos…»En este contexto, Díaz comunicó que la convocatoria para analizar material genético, que será verificado con todos los bancos de datos que existen, está abierta para quienes quieran hacerlo.

«Justo hasta antes de la pinta la información de ADN de las plantas es de mejor calidad».

Y nos atrevemos a decir, que es la oportunidad de hacerlo, pues durante el proyecto, aseguró Díaz, este costoso análisis de marcados genéticos será gratuito. «Justamente ahora, es el mejor momento para hacerlo, pues justo hasta antes de la pinta la información de ADN de las plantas es de mejor calidad».

Del complejo trabajo de análisis del material genético, está a cargo Nilo Mejía, biotecnólogo molecular de INIA La Platina.

Por otro lado, explicó Díaz a WiP.cl «nosotros, por el lado enológico, tenemos que generar una batería de ensayos, con distintos tipos de escenarios. Haremos análisis de mostos, de vinos, de mezclas de variedades, de diferentes tipos de vinificación, con defectos microbiológicos o de oxidación… Tengo que generar todas las alternativas que pudiera encontrar. Vamos a tener que trabajar mucho para no generar un error, porque la ciencia avanza demasiado rápido… Por eso necesitábamos del proyecto, para que el método sea robusto y capaz de identificar el material genético en cualquier escenario posible». Su trascendencia, agrega la investigadora, puede ser mucho mayor, pues sería aplicable también a las industrias de la leche, miel y aceites, entre otras.

Para ser parte del proyecto con material desconocido deben escribir al mail: idiaz@inia.cl


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