¿QUEREMOS QUE EL VINO SE ACABE?

Publicado el 27 noviembre 2020 Por Sergio Hormazábal @shormazabal

Sergio Hormazábal, columnista de WiP.cl, recién elegido Premio al Mérito Vitivinícola 2020 por sus pares, opina sobre la campaña nacional «Tintos de Verano» para promover consumo de vinos entre público más joven.

Se acerca el verano, aumentan las temperaturas y nos dan ganas de tomar bebidas refrescantes. Estas últimas semanas se ha comentado mucho sobre propuestas e ideas de disfrutar el vino de manera descomplicada, combinado con otros líquidos y así poder refrescar las gargantas de más personas. Por supuesto que hay opiniones diversas y posturas en ocasiones enfrentadas. Se esgrimen a veces comentarios como el respeto al productor, el origen y nuestra cultura. Por otro lado, opiniones respecto a que poco importa cómo se consuma, con tal que aumenten los litros per cápita… Démosle una vuelta más profunda al asunto.

Hablemos de tradición. En Chile se ha cultivado la vid por más de 300 años y se consume vino por un período similar. Tenemos siglos de tradición vitivinícola, pero también siglos de tradición mezclando el vino con diversos ingredientes. ¿Quién puede dudar que el “navegado”, el “clery” y el “borgoña” sean parte de nuestra cultura y nuestra historia? El vino mezclado con las generosas frutas de nuestra tierra como durazno, chirimoya, frutillas, naranjas, etc., son parte de nuestro relato colectivo. Esta práctica tiene exponentes más modernos y en extremo populares como el “Melvin” (claro, melón con vino), creados por la tradición colectiva donde los jóvenes, ese nicho en teoría esquivo, son los principales fanáticos. Y aunque no se tenga una fruta a mano, un hielo siempre es bienvenido cuando no alcanzamos a helar lo suficiente la botella o para darle un giro entretenido con rodajas de naranja a algún rosado o un tinto ligero. Pienso en eso y ya empiezo a salivar!

Viéndolo desde otro punto de vista, como enólogo, viticultor y viñatero, obviamente siempre prefiero que el fruto de mi trabajo, pasión y dedicación se disfrute ojalá como lo puse en la botella y a una buena temperatura para que pueda reflejar de manera fiel su origen y terruño. Pero en nada me ofende si los vinos más simples y accesibles que he hecho en mi vida son mezclados con hielo, frutas o jugos naturales. Muy por el contrario, creo que el descomplicar el vino y sacarlo de la ocasión ceremonial o la copa de cristal nos ayuda a incorporarlo a más personas, fundirlo con las costumbres habituales y derribar la barrera que a veces los que trabajamos en torno a él hemos construido sin querer.

¿Lo que importa entonces es que la gente compre vino da lo mismo para qué? Llevemos el ejemplo a un extremo absurdo. Supongamos que algún Youtuber pone de moda que el vino tinto es un excelente limpiador de baños o que los autos quedan más brillantes usando vino blanco. Las ventas se disparan, el vino se acaba y los baños y autos empiezan a brillar más que nunca. Para los inversionistas y financieros sería una excelente noticia y quizás también para muchos productores de uva. Se vende más, sube el precio y bajan los stocks. ¡Maravilloso! Pero… ¿Sería una buena noticia en realidad?

Es un ejemplo extremo pero que invita a la reflexión. Sin duda hay que bajar las barreras y las complicaciones para consumir vino, pero somos miles de personas, productores, campesinos, enólogos, hacedores de vinos y viñateros que tenemos amor al producto y no nos importa solamente cuantos litros se consumen per cápita, sino de qué manera el vino permea cultura, historia, relaciones humanas, origen, identidad y con lo que siempre muchos hacen gárgaras; el “valor agregado”.

Hay un sinnúmero de maneras de disfrutar el vino, solo o mezclado con productos locales, para que siga haciendo feliz a las personas, como lubricante social, como parte de nuestra cultura y como sustento para miles de familias, incluidos los dedicados a la producción de fruta. Creo que esa es la cruzada que debemos dar y el vino no se acabará nunca. Espero que así sea.

Sergio Hormazábal B. es Ingeniero Agrónomo-Enólogo de la P. Universidad Católica de Chile, Magister en Viticultura y Enología del ENSA Montpellier, Francia y Diploma Nacional de Enólogo Francés (DNO). Ha trabajado en proyectos vitivinícolas en Burdeos, Languedoc y Chile y ha estado ligado permanentemente al gremio de los Enólogos tanto en Chile como en el extranjero. Fue Presidente de ANIAE (Asociación de Ing. Agrónomos Enólogos de Chile) entre 2012 y 2014. Su principal motivación ha sido desarrollar de manera integral y sustentable proyectos vitivinícolas con sentido de origen, de alto nivel y con alcance global. Actualmente es Gerente de Producción & Viticultor Jefe en Viña Ventisquero y tiene su propio proyecto familiar “Viñateros de Raíz” en el Valle del Maipo. Miembro de Número de la Cofradía del Merito Vitivinícola y “Premio al Mérito Vitivinícola 2020”.

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