Tal como nos recuerda MeteoChile,  el fenómeno climático de El Niño se caracteriza por un calentamiento anómalo de la temperatura del mar en el Pacífico ecuatorial, pero también por una serie de perturbaciones en el océano profundo y la atmósfera adyacente.

Lo que se observa actualmente (inicios de junio 2023), explica el mismo blog Oficial de la Dirección Meteorológica de Chile, es un calentamiento sobre los 0.5°C por encima de lo normal en todas las regiones de monitoreo de El Niño en el Pacífico (ver las regiones acá), lo que se considera en rango El Niño. Mientras que, por debajo de la superficie del océano, las anomalías cálidas son aún mayores, las que eventualmente llegarán a la superficie, calentándola aún más.

Desde comienzos de año 2023, por debajo de la superficie del Pacífico ecuatorial se habían empezado a observar anomalías positivas de temperatura. Estas anomalías además de ser cálidas tienen la particularidad de desplazarse desde el occidente (Oceanía) hacia el oriente (Sudamérica)  a unos 150 m de profundidad alcanzando la superficie cerca de Sudamérica y luego expandiéndose hacia el Pacífico central. Estas anomalías daban cuenta ya desde entonces,  de la presencia de Ondas Kelvin oceánicas que se han propagado desde el mes de febrero, que avanzan de oeste a este y que en su avance favorecen el calentamiento de la superficie del mar. El origen de estas ondas son anomalías del viento del oeste en el Pacífico ecuatorial y suelen ser el origen de un fenómeno El Niño.

Estos datos ratificaban que los pronósticos de El Niño tienen un sustento físico y que el desarrollo del fenómeno era inminente.

En la atmósfera también ya hay evidencias de cambio. Los vientos alisios se han debilitado, principalmente, en el Pacífico cercano a Oceanía, donde se han observado importantes ráfagas de vientos del oeste y, en altura (sobre los 10 km) los vientos del oeste son más intensos también en el Pacífico oriental.

El último indicio de que El Niño ya está presente, es el aumento de las tormentas y precipitaciones sobre el Pacífico central y la disminución de las mismas sobre Indonesia y alrededores, sumando un importante ingrediente para el fenómeno.

La alerta para la producción vitícola, como para todos los agricultores en Chile, es que los pronósticos indican que estas condiciones no sólo se mantendrán en los próximos meses de invierno, sino que se intensificarán y mantendrían por todo lo que resta de 2023, e incluso hasta el verano 2023-2024.  Sin embargo, adelanta a destacar el blog Meteo Chile, los inviernos bajo la influencia de El Niño suelen ser más lluviosos en Chile central y más cálidos de lo normal, pero no son características que estén presentes en todos los eventos y con la misma magnitud.

En ese sentido, todos los eventos son distintos, explican,  ya que hay muchos otros factores que interactúan con El Niño. Por ejemplo, en  Santiago 6 de cada 10 inviernos El Niño es lluvioso. Si la pregunta planteara la frecuencia de inviernos con temperaturas mínimas bajo lo normal,  la respuesta sería: menor a un 40%. Es decir, la mayoría de los inviernos El Niño no son fríos con respecto a la temperatura mínima, en prácticamente todo el país (con excepción de la Patagonia). La frecuencia de que el invierno sea cálido con respecto a la temperatura máxima, en tanto,  es muy alta (>80%) para la costa del norte y centro del país; pero en Santiago es sólo entre un 30 y 40%.