ITATA EN PROFUNDO 3ERA parte: «EL VALLE TIENE UN PROBLEMA ESTRUCTURAL»

Publicado el 13 agosto 2021 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Juan Carlos Lagos, socio y miembro de la directiva de Cooperativa Vitivinícola Cerro Negro, también nos dice desde su mirada «Hay un lindo discurso, pero no hay políticas claras para que los jóvenes se queden en los campos».

Juan Carlos Lagos tiene 45 años y es tercera generación de productores de uvas para vino en Quillón, Valle del Itata. Con 20 hectáreas de viñedos familiares a su cargo, desde el año 2008 ha sido dirigente gremial de los viñateros de la comuna de Quillón; sirviendo de nexo entre los pequeños productos e INDAP. Lagos fue vice-presidente hasta marzo de este año, y es uno de los socios más jóvenes, de Coovicen, la Cooperativa Vitivinícola Cerro Negro que este año vinificó por primera vez más de un millón de litros de vino para su venta a granel, y ya empieza a embotellar sus vinos con marcas propias. Conversamos con él para sumar su particular mirada en este reportaje WiP.cl sobre el problema del bajo precio de las uvas para vino en la Región del Ñuble.


 

Itata en Profundo, 1era parte: Mega Cooperativa en Cucha Cucha-Arauco

Itata en Profundo, 2da parte: O aplican herbicidas o dejan morir sus viñas


“Ahora si miro atrás, me avergüenzo. O sea, no nos habíamos hecho la pregunta y no nos imaginábamos que las viñas grandes podían hacer negocio directo con nosotros. Y fue así”, dice Juan Carlos.


Quillón es una comuna del Valle del Itata plantada en su mayoría con la cepa Moscatel de Alejandría en sectores bajos o de vega. Entre sus viejos viñedos se han replantado variedades francesas en espalderas.

El contexto del problema

“Cuando empezamos a hablar de las viñas en INDAP, cuenta Juan Carlos Largos (directivo actual de COOVICEN), no éramos considerados en el aparataje estatal. Si ibas a INDAP no nos daban ni créditos. Había viñateros como beneficiarios, pero estaban atomizados y había muy poca ayuda… Entonces el 99% de las bodegas no tenían tanques de acero, ni maquinaria; estaban detenidas con la tecnología de los años 60, con muy mala infraestructura. Entonces empezamos a trabajar el tema gremial y postular a proyectos. Así se creó un Programa de Fomento Vitivinícola con el que empezó a llegar maquinarias, cubas, todo individual, para cada viñetero… Así estuvimos peleando con INDAP hasta el 2014…

Es bueno considerar que entonces muchas viñas estaban en cabeza y que Quillón es muy distinto al resto, explica el viñatero. La mayoría de sus viñedos están en la vega, lo que permite que las producciones sean más altas que en las laderas…

Todos sabemos que hay un gran comprador, sabemos que Concha y Toro manda, que sea legal o no… Después de haber ido a varias mesas nacionales para pelear el tema de los bajos precios de las uvas, y hablar que la Concha y Toro aquí y allá, sabíamos que no nos podíamos quedar siempre peleando por el precio… Me acuerdo en la última reunión con la Fiscalía Nacional de la República, se nos dijo: No van poder contra el sistema, formen cooperativas para mejorar precio de las uvas… Había que comenzar una carrera empresarial donde pudiéramos sacar uva y colocarla en otras empresas… Gracias a la ayuda de INDAP fuimos a Mendoza, a Italia, y nos dimos cuenta que en otras partes, no como acá donde las cooperativas están demonizadas, que  juntarse en cooperativas era la alternativa… La empezamos en 2015 con el tema de las uvas como primer objetivo. A los únicos que conocíamos entonces, eran los conchenchos (intermediarios)…»

Los conchenchos y su rol en la compra de uvas a pequeños viñateros.

«Los primeros que llegaron a comprar uvas fueron los envasadores de la región, explica Juan Carlos. Llegaban y compraban por cajón de uva, independiente del tamaño del cajón. Como el productor chico no tenía cajones, se los pasaban. Así fue como los cajones se fueron agrandando… Por eso, cuando empezaron a llegar los conchenchos a comprar por kilo, fue una ganada para el productor, además porque les pagaban; antes no siempre se les pagaba. Así se formaron los Centros de Acopio, los que en ese minuto eran vistos coma una salvación. Ellos sabían que la plata manda, pagaban en efectivo.

Así crecieron unos 5 o 6 conchenchos, ahora con las romanas arregladas… En ese tiempo, como comité nuestro trabajo era contactarse con un conchencho y decirle: Señor por qué usted no nos compra las uvas, somos 100. El conchencho decía: Yo me instalo, compro y el precio lo vemos después. En eso estuvimos como 5 años, desde 2010 a 2015. Pasamos por cosas que comercialmente son una barbaridad. No nos decían a cuánto iban a comprar hasta que se empezaba la vendimia…

Nos decían un precio y luego pagaban otro. No te preocupes después pagamos más… El 2015 dijimos basta. Después de decidirnos, siempre tuvimos la ayuda, ya sea del Gobierno de Bachelet o de Piñera. Todos partían medio reacios pero luego trabajaban con nosotros.

Con un container y una romana comenzó la operación como Centro de Acopio Coovicen, en la Escuela G40 entregada a comodato por 20 años.

Así el 2015 partimos primero comprando y vendiendo uva. No teníamos instalaciones; ojo que no es lo más importante. Teníamos que pasar por un período de asociatividad. Con la ayuda de INDAP hicimos reuniones con CyT y el primer año nos compró, a nosotros y a otros dos más. Hicimos nuestro Centro de Acopio con un container y una romana. La municipalidad nos pasó a comodato la escuela por 20 años. Empezamos con todos los miedos que te puedas imaginar. ¿Y si después no nos pagan? Nos preguntábamos. Hicimos enemigos el primer año, pero nos salió bien. Siempre hablando con INDAP, diciendo que queríamos hacer vino. Así después de 4 años como cooperativa tenemos una bodega en la que vinificamos un millón de litros en 2021. Compramos 5 millones de kilos de uva; compramos a los cooperados y a clientes de la comuna… Ha sido un camino muy bonito…. Ahora sabemos qué vendemos, a cuánto, y pagamos lo que está en la pizarra.

Cómo administrar una Cooperativa, a propósito de problemas con SII de Cooperativa Cuvas de Ninhue.

«Por el lado estatal faltan organismos que eduquen a los socios y directores de la cooperativa sobre cooperativismo. Desde antes de Piñera y Bachelet se sabe es la solución, pero encuentro que no se han fundado bases solidad para generarlas», nos explica Juan Carlos.

Le mencionamos que este año supimos y comunicamos en WiP.cl, de un curso gratis de 200 horas on-line para formar cooperativas.

Coovicen hoy cuenta con una capacidad para vinificar un millón de litros de vino, y la logística que ello con lleva.

«Sí, pero aquí hay lugares donde no hay internet, nos contesta y continúa. Se trata de trabajar en las bases del cooperativismo, que son la educación a productores, socios, y directores, en todo ámbito organizacional. Pero también en su estructura, de sus contables y administrativos. Todos tenemos claro que las cooperativas son buenas, pero su quiebra depende de sus socios y directorio. Y si no los capacitan, lo más probable es que estas empresas fracasen, porque es difícil trabajar solo. Imagine trabajar con 100 socios. Es necesario que los productores tengan confianza entre ellos. Si no se educa a su directorio, no hay transparencia. A lo mejor, de parte del Estado, debería existir un centro de administración con abogados e ingenieros comerciales entre otros profesionales, que nos asesoraran.

También le mencionamos que cuando estuvimos en Coovicen, conversamos con su directiva actual y con Amparo Guiñez, quien es el vínculo técnico de la cooperativa con INDAP. Ella nos contaba que hoy se les hace auditoría a todas las cooperativas y que es muy difícil que no sean transparentes.

«Claro, hay un ente fiscalizador, pero falta el tema de educación, lo he planteado en muchas reuniones. Necesitamos cursos que vayan al corazón de las cooperativas, en cómo se administran y debe ser el proceso transparente para todos los socios. Cuando esa brecha se estreche, van a surgir más de buena forma.

«El problema fue que a ellos (sus conchenchos) les empezó a llegar menos uva. Les desordenamos el naipe. Para seguir haciendo negocio con Concha y Toro teníamos que pagar lo mismo que sus conchenchos».

Vender con sus propias marcas es el siguiente paso que ya ha dado Coovicen.

 ¿Por qué se ganaron enemigos con su propio Centro de Acopio?

«Concha y Toro  nos empezó a comprar, nos pagaba 100 pesos por el kilo de uva, más 10 pesos por el funcionamiento del Acopio. Como éramos chicos y sin fines de lucro, le pagamos 5 pesos más de los 10 a los productores, y nos quedamos solo con 5 pesos para funcionamiento. Pero como CyT trabajaba con otros 5 Centros de Acopio, nos dijo: No trabajo más con ustedes. El problema fue que a ellos (sus conchenchos) les empezó a llegar menos uva. Les desordenamos el naipe. Para seguir haciendo negocio con Concha y Toro teníamos que pagar lo mismos que sus conchenchos. Hace 3 años, CyT dijo: Trabajo solo con conchenchos… Tuvimos que buscar a otros compradores. Hoy trabajamos con RR, al final pagan lo mismo que CyT. Todos esperan a que salga la Concha y Toro con su precio, menos Viña Requingua, una empresa con Responsabilidad Social Empresarial; ahora son nuestro mayor socio comercial y nos da su precio en diciembre.

Como ves el sistema de precios que creó ODEPA. Una vez que se hizo, Jenny Llanos, presidenta de la Coalición de Viñateros, dijo que no servía.

Con ella trabajamos juntos, pero se radicalizó. Todo lo que se haga, para ella va a ser malo. Trabaja esa lógica… Si ODEPA al fin publica los precios, el problema es que están muy bajos, si INDAP financia cubas, no sirven; si se crea una cooperativa, las cooperativas son malas.

Entiendo que ella quiere que todos, los más de 4.700 pequeños surjan juntos; no sólo unos pocos…

«Eso es imposible, porque hay muchos que están muriendo o van a morir… El valle tiene un problema estructural, que es nuestra forma de conducción de las vides y la ubicación de la viña. Enológicamente pueden ser las correctas, pero no tenemos mano de obra, cómo llega. La mano de obra sólo sube su costo y las producciones son bajas, sobre todo en los cerros. El embotellar es la única solución para esas viñas en lomas.

No pretenderás vender uvas de 5.000 kilo por hectárea para hacer vino a granel. Con ese rendimiento para nosotros sí da, porque producimos en las vegas 35 mil kilos por hectárea…

Yo creo que hay que modernizarse. Debemos incluir nuevas variedades para el valle porque si bien tenemos historia, sí nos faltan también nuevas cepas. A la vez tenemos que aprovechar la poca agua, las condiciones edafoclimáticas. Lo romántico se debe juntar con lo moderno, para lograr algo interesante, porque ni uno ni otro por separado pueden dar buenos resultados.

¿Por qué no podemos regar una loma, por ejemplo?

A mi me encantaría regar una loma con una cepa que pueda vender su botella en $5.000; pero hay harto por hacer. Nos quedamos ahí. Han llegado asesores demasiado románticos, no son comerciales. Dicen que debemos quedarnos con las cepas de 100 años, pero no sé si el consumidor se va tomar ese vino sin color. Además, debemos meter maquinaria. Hoy esta viticultura es una forma de vida, no un negocio. Si queremos que perdure debe ser un negocio… La única forma de que un joven se quede es que le propongan un buen negocio para mantener a su familia. Los hijos no comen con una forma de vida.

Juan Carlos Lagos junto a sus hijas en QuillónJuan Carlos (en la foto con sus dos hijas más pequeñas) cuenta más sobre el trabajo en las 20 hectáreas de viñedos que suma su familia.

«No se ara la tierra, pero sí trabajamos con caballos y sí aplicamos productos para enfermedades con animales porque es lo único que se puede… Antes se hacía todo a mano, ahora no hay gente y cuesta caro. Este año no había gente para la vendimia…

Se protegen al aplicar productos químicos…

Claro, ha habido mucha educación a través del SAG. Pero falta de educación como organización, especialmente en tema cooperativas. En tema técnico también ha llegado asistencia técnica.

También hay un tema ecológico, de cuidado del medio ambiente. ¿Tienen formación en este tema? He visto en este viaje como todavía queman la madera de poda.

Educación ambiental hay, pero cómo le pides a un productor que tenga una máquina chipeadora (para cortar sarmientos), si apenas puede trabajar la viña.

Lo ideal es que los pique y no queme, pero para eso necesito mano de obra y transporte. Hay un choque cultural con el sistema productivo. Cómo le decimos a un productor que no queme su sarmiento. El trabajo de los más chicos en el campo ha sipo por tradición sacar el sarmiento y quemarlo, porque no saben podar… Su forma de vida va contra la mía, son choques.

“Hay un lindo discurso, pero no hay políticas claras para que los jóvenes se queden en los campos… Debería haber una diferenciación entre educación rural y urbana. Las escuelas rurales fueron el principal motor para que sus alumnos se fueran del campo».

 

Hay un problema de edad de los productores también. Entiendo no hay nuevas generaciones que quieran quedarse en el campo.

«Si usted no propone un buen negocio no se van a quedar. Necesitamos programas serios a largo plazo, para 20 años. Si no hay programas que partan en Escuelas Rurales para que el joven se quede en el campo, vamos a terminar fraccionando los campos. La gente de la cuidad viene comprar los campos. Un programa serio no ha existido nunca, sólo buenas intenciones. Y le doy un ejemplo: Un joven que se tituló de Técnico Agrícola y empezó a trabajar en una empresa, y quiere volver y buscar ser usuario del INDAP, como ya es técnico, y tiene vehículo y casa propia, ya no es tan vulnerable. Entonces no puede ser usuario INDAP. Hay un discurso para incentivar a los jóvenes, pero en la práctica no hay incentivos reales para que se queden. Como cooperativa hicimos el intento, pero los jóvenes no dieron el perfil para ser usuarios INDAP…

Debería haber una diferenciación entre educación rural y urbana. Las Escuelas Rurales fueron el principal motor para que sus alumnos se fueran del campo.

¿Qué hacían en ese tiempo los profesores que era urbanos? Les decían a los alumnos: Se tienen que ir del campo porque aquí no hay futuro. No se creó el lazo con la tierra.

Y ahora, después de 10 o 15 años, no quieren nada con el campo. Sólo cuando están viejos quieren volver. Lo mismo pasó con las autoridades de la época. Dijo pinos, y si va a ser pinos, hay que sacar la gente de los bosques. Imagine que donde está la planta de celulosa de Arauco, estaba el proyecto de Fundación Chile, producían la marca Carpe Diem… Vendieron esos terrenos a los privados y eso nos retrasó por 15 años. ¿Por qué no fomentaron tema vitivinícola? Para el tamaño de Arauco, necesitaban pinos cerca. Después de que protestamos, quejándonos en las calles y diciendo que la celulosa era mala, ésta empezó a hacer cosas con los viñateros…

No se nos olvida que donde estaba la celulosa, iba a estar la modernización de este valle vitivinícola. Se les ocurrió a los de más arriba entregar el valle a las forestales…»

¿Cómo ves hoy a los bosques de pino y a Forestal Arauco?

«Los bosques de pinos y Arauco son muerte a la ruralidad. Cuando hablo de ruralidad, hablo de la viña, de la forma de vida, de la educación rural. Lo que han hecho es sacar a la gente del campo. Si se les saca el agua, esta generación aguanta, la próxima generación se va… y eso lo hacen sabiendo. En Itata le estamos dando agua a los campesinos en camiones aljibes…

Hay que decir lo malo, hablar de la desigualdad que ha ocurrido, pero no quejarse y quedarse… Yo me enfocaría en el cooperativismo, en la comercialización, en la producción, en distintos eslabones, trabajar es parte de la solución, incentivar el 10% de vinos premium, buscar alternativas para venta masiva, ley de fomento de cooperativas parecida a las del riego que hoy tienen las empresas agrícolas. Y que no tengamos que pedir plata todos los años… Trabajamos por 4 años, llega un nuevo Gobierno, primero nos audita, pasamos un año en eso, después se dan cuenta que vamos bien y cuando ya llevamos dos años trabajando viene el otro Gobierno. No hay trabajo de Estado a 10, 15, 20 años. No hay una política seria. Ahora están por cambiar, ¿y qué política va a venir? Es un problema que también nos retrasa. Y eso no habla bien de una política seria.

«Llevo 12 años en esto y cansa, nos dice Juna Carlos ya para finalizar la conversación. Yo creo que hay que darle tiraje a las nuevas generaciones, las que deben empoderarse. Uno de los errores de las dirigencias, cuando alguien tiene un mínimo de poder es que no lo quiere soltar. Yo creo que tiene que venir gente nueva. Sé que es un riesgo, pero uno debe estar ahí como socio con su experiencia. Si no se les motiva, se empoderan y el resto de los socios dicen: Está apernado. Así muere la asociatividad».

Víctor Vargas, a la izquierda, enólogo de Coovicen, junto a parte del nuevo directorio de Coovicen. Con chupalla el recién electo presidente Eduardo Enrique Carrasco y Amparo Guiñez, conexión con INDAP.

Pronto, continuamos este reportaje WiP con la  borrada historia de Fundación Chile en Itata, la mirada de un enólogo asesor, «la viña» con Responsabilidad Social Empresarial, un gran poder comprador y expertos con opiniones encontradas sobre los bosques de pinos.


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2 comentarios

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  2. […] de Llahuen, Centinelas del Itata, Ecoparras y Cubas de Ninhue;  así como Cooperativa Cerro Negro (COVICEN), la cual ganó concurso del año pasado. La comitiva de viñateros del Itata, formada entre otros […]

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