LA CEPA PAÍS EN CHILE, UNA HISTORIA DE 500 AÑOS QUE PARECIERA RECIÉN COMIENZA
De 7 Caníbales.com compartimos un abre boca de un pasado de dolores y vergüenzas, contado desde diferentes miradas, a través de la pluma de nuestra editora Mariana Martínez.
Lo novedoso en Chile y sus países vecinos hoy es hablar de la primera variedad que los misioneros trajeron a América. Es lo más excitante que está ocurriendo cuando se trata de variedades, dicen los críticos extranjeros. Pero hablar a la vez de sus nuevos y sorprendentes vinos desde el país llamado Chile, es abrir una herida profunda.
No es casualidad que la primera vez que vi un viñedo con viejas parras de la cepa País en Chile, no fuera ciertamente país. Estaba de visita en el secano del Maule y lo que logró llamar mi atención fue que los gruesos y retorcidos troncos estaban mutilados. Encima, en lugar de frondosas copas con hojas y racimos, había una bolsa llena de aserrín, y dentro, solitaria, clavada a ese tronco, una estaca de vid empezando a brotar. Eran varias hectáreas de este curioso y a la vez desolador paisaje. Me explicaron que habían injertado un viejo viñedo de la cepa país con cepas francesas, como Sauvignon Blanc, Merlot y Carmenère. Era la solución de los dueños de la viña para darle valor a estas plantas, pues sus uvas no tenían valor sostenible en el mercado. Sin riego alguno por más de cien años, en este territorio llamado secano, aprovecharían sus sabias y profundas raíces.
Más de 15 años después, supe que aquel viñedo en la ribera sur del Río Loncomilla ya no existe. Se arrancó igual que se han arrancado miles de viejos viñedos de País a lo largo de todo Chile, desde que las cepas francesas, especialmente la Cabernet Sauvignon, se convirtieron en las reinas del vino.
Las cifras, según registro del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), dicen que la País ha pasado de 15.990 hectáreas en 1994 a 10.442 en 2020; mientras la Cabernet creció de 11.111 hectáreas en 1994 a 40.053 en 2020.
Sólo dentro del Valle del Maule, donde se encuentra la mayor cantidad de País, los viñedos plantados prácticamente se han duplicado entre 1995 y 2020, pasando de 25.768 hectáreas a 53.5460. Adivinen cuál es la cepa estrella. Sí, la Cabernet Sauvignon.
Según los registros del SAG, todavía hay más de 2.600 hectáreas de País con más de cien años, la mayoría de ellas conducidas en el sistema en cabeza (conocido como gobelet, o vaso), sin alambres o soportes para la liana que es la vid.
Es un territorio llamado de secano o rulo, porque no se puede regar, y según nos enseñaron desde la academia, imposibilitado para cultivar cepas francesas en climas sin lluvias de verano. Un poco más al sur, entre el Valle del Itata y Biobío, donde no ha habido significativa variación en extensión o variedades en los viñedos plantados, también hay más de 2.500 hectáreas de ancianos viñedos de País.
Un dato relevante más: su propietario promedio es un campesino que posee entre 0,5 y 1,50 hectáreas. Si sacan la cuenta, son miles y cada año, según otro promedio, venden sus uvas a un precio por kilo que fluctúa entre los 100 y 150 pesos, menos de 0,25 dólares el kilo.
Estas cifras ayudan a entender por qué se han ido arranando poco a poco estos viñedos para replantarse con variedades o cultivos más rentables, como pinos y eucaliptos. Falta entender el motivo de su bajo precio. O por qué el Decreto 464 sobre Denominaciones de Origen de Chile, de 1995, le quita la categoría de cepas nobles, junto a la también tinta Cinsault, dejándolas fuera del listado de cepas que pueden lucir su origen en las etiquetas de los vinos finos de Chile.
Lo explica en el resto de la nota el agrónomo y enólogo Philippo Pszczolkowski, Director Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor.
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