EL CARMENERE QUE NO SE EXTINGUIÓ

Publicado el 27 diciembre 2023 Por Álvaro Tello, cronista e investigador vitivinícola @vinocracia en IG

Alvaro Tello recopiló de bibliotecas europeas y norteamericanas documentos históricos, nunca antes reunidos bajo un mismo prisma; los que permitirán fundar nuevos relatos sobre la variedad redescubierta el año 1994 en Chile.

Al parecer existen dos tipos de Carmenere en el mundo: uno que se extinguió o desapareció a raíz del ataque de la filoxera durante 1860 y que se redescubre en Chile para 1994. Y por otro lado existe un Carmenere que jamás se extinguió y al parecer, era resistente a la filoxera, para finalmente, disminuir su cultivo por tropiezos productivos. No se trata de un multiverso, sino de un nuevo punto de debate, porque en nuestro país se han construido diferentes relatos del Carmenere que parecen muy distintos a  los ofrecidos  por  la bibliografía europea, y que ahora recopilamos en un solo lugar para aclarar s u mito fundacional.


Nota: dependiendo del autor y texto citado, la palabra ‘Carmenere’ aparece con frecuentes intercambios o sentido en la disposición de sus tildes, por lo tanto y para una mejor aproximación a la fuente, se respeta el sentido y posición original de la acentuación, teniendo en claro que se trata de la misma variedad.


 

Uno de los rasgos más interesantes del Carmenere es la historia de la variedad que pesa tanto como el vino mismo. En ese sentido está bien dicho que Carmenere fue una de las variedades de importancia de la Gironda y como tal, su participación se ve reflejada en la posición de listas de variedades de importancia. Pero a medida que avanzamos por un extenso tramo bibliográfico durante el siglo XIX, comenzamos a cuestionarnos algunos hechos porque, si bien la teoría de la extinción convence, parece esconder las verdaderas razones de su declive.

Para llevar un orden de menciones comencemos en el siglo XVIII con Annales de Chimie de J.H. Hassenfratz (1798) donde la Carmenère se utiliza según el autor, para vinos de Médoc de 1ª calidad. El total de variedades utilizadas en estos vinos son “Carmenet, Carmenère, Malbek y Verdot […] plantadas en las llanuras cascajosas del Médoc, cuyo vino goza de tanta fama” (textual).

Para comienzo del siglo XIX la Gironda presentaba distintas variedades, como descubrimos en Topographie de Tous les vignobles connus de 1816 y escrito por André Jullien. En la página 199 para el Departamento de la Gironda muestra cultivos que no se describen con frecuencia para la zona, como el Muscat Noir y Gris, Malaga Noir y Gris, Pétouille, Alicante o Teinturier. Caso contrario las variedades de la mezcla de renombre, como Grande y Petite Vidure, Carmenet, Carmenère, Malbek, Gros y Petit Verdot.  Del Carmenere se dice que “produce vinos de color claro, finos, ligeros, de sabor agradable y con mucho bouquet”.

En pleno periodo de supuesta desaparición, se lanza el primer Estudio de Viñedos de Francia, del doctor Jules Guyot, impreso en 1868 y en el cual publica sus notas y observaciones como que “el Carmenère tiene muchas ganas de vegetar. En Ludon, vi una cepa de Carmenère cuyos sarmientos ya medían un decímetro y, justo al lado, una cepa de Carbernet-Sauvignon que aún no mostraba signos de vegetación. La Carmenère no es muy fértil; produce 6 barricas por hectárea, mientras que la Carbenet -Sauvignon produciría 12.” (*)

Lo curioso de este texto, es que no se menciona la filoxera, a pesar que el estudio fue realizado entre 1860 y 1867, pero vemos que menciona Carmenere para aquella década.

A continuación veremos que cultivos y reseñas de Carmenere se concentran entre 1870 a 1896, extendiéndose al siglo XX.

Parte de la concentración de textos que evidencian cultivos comienza con la recopilación de Le Messager Agricole impreso en Montpellier durante 1876, donde encontramos dos notas escritas por A. Pellicot, corresponsal de la Sociedad Central de Agricultura de Francia, miembro del Comité Central de Viticultura del Ródano, escritor para el Journal de Viticulture Pratique entre otros. En la crónica Des vignes en chaintres ou a la chissay (Pag.76) se entregan antecedente de variedades y su resistencia a la filoxera:

“En los pocos años que llevo estudiando la filoxera, he llegado a reconocer que nuestras variedades de uva tienen distintos grados de resistencia. La Mourvèdre es una de las primeras en sucumbir; la Pinot, Gamay, Grenache, Piquepoule, la Furmint Húngara y muchas otras tienen poca resistencia […]. En cambio, Colombaud, Cabernet, Carménère, son en general mucho más resistentes que el resto de las variedades francesas.

Hasta el momento no se habían descubierto anotaciones de su resistencia, lo que a primeras pone dudas sobre uno de los principales argumentos chilenos: que la filoxera fue causante de su desaparición. Acercándonos al final de Le Messager Agricole, un nuevo texto de Pellicot en la página 332 dedicado a la viticultura reafirmando sus dichos:

Aunque la mayoría de nuestras vides sucumbieron a los estragos de la filoxera, algunas resistieron más. Tibouren, Pecoui-Touar, Ugni Blanc, Colombaud especialmente, resistieron mejor que Mourvèdre, Grenache y Piquepoul. […] las variedades de poda larga, especialmente la Carmenère e incluso la Syra, siguen vigorosas en medio de las muertas y moribundas […]”.

Para 1887 Raimond Boireau imprime Culture de la Vigne, y sobre Carmenère escribiría que: “Muchos viticultores confunden esta variedad con el gros cabernet; tiene éxito en suelos ligeros; hemos visto algunos buenos ejemplares en Margaux, situados en la ladera sur de la ciudad; pero requiere un suelo no demasiado húmedo; en suelos húmedos, se hunde y produce poco: por eso se rechaza en muchos viñedos; el vino que se obtiene de ella tiene las cualidades del cabernet: es delicado y meloso. La poda debe realizarse de la misma forma que para el cabernet.”

Avanzamos a 1890 para revisar Les Vignes Américanes de Madame Veuve Ponsot, que describe: “Cabernelle o Carmenère pertenece a la misma categoría [del Cabernet Franc]. Es una antigua variedad de ladera muy vigorosa pero que tarda mucho en cuajar y florece con dificultad. Se distingue principalmente de la Petit Cabernet (Cabernet Sauvignon) por el tamaño de sus racimos; al igual que la Petit Cabernet, hay que vigilarla de cerca para evitar el oídio.

Les Raisins de Cuve de la Gironde et du Sud-Ouest de la France (1892), escrito por el presidente de la Sociedad de Horticultura de la Gironda, Joseph Daurel, incluye como novedad 15 láminas en colores de las variedades de uvas locales, seguido de un texto explicando las características de cada una. Llama la atención al igual que en otros textos consultados, ver al Carmenere de finales del siglo XIX reconocida como una variedad importante en el sentido de calidad, pero de menor importancia en término de cultivos: “En el Médoc, la mayoría de las variedades de uva son Cabernet-Sauvignon y Cabernet Franc, con algo de Merlot y Malbec. Algunos viñedos tienen Carmenère”.

Seguimos en el mismo texto de 1892 para revisar una mención que interesará a algunos enólogos chilenos quienes hace años vienen planteando la siguiente teoría: que el Carmenere jamás se extinguió y problemas productivos fueron los que mermaron plantaciones. Aquí va una seña que se afirma y abre camino a estos dichos:

 “Esta antigua y excelente variedad de uva se cultivaba en antaño ampliamente en Médoc. Debido a la excepcional calidad de su vino; junto con la Cabernet Franc, la Carmenère contribuyó a establecer la reputación universal de los vinos de la región. Como esta variedad no era suficientemente productiva, tardaba mucho en cuajar y además era propensa al corrimiento, se abandonó”.

Una actualización del libro Bordeaux et ses Vins, de 1881, escrito por Adouard Féret, se imprime en 1893 para el mercado editorial de habla inglesa. En su actualización trabajó el mismo Féret y los productores catastrados. Féret perteneció a una familia reconocida en la Gironda por sus aportes editoriales, como la impresión de mapas de clasificación y en particular Edouard Féret, por haber escrito en 1873 uno de los textos etnográficos más importantes para la región en el siglo XIX. En todas sus obras el Carmenere está presente. En el capítulo quinto de Statisque Générale de la Gironde (1873), sobre cepas cultivadas en la Gironda, Féret clasifica las variedades en orden de importancia: en primer lugar el Cabernet Sauvignon y relegada a un tercer sub item los cultivos de Cabernelle o Carmenère (textual). Para Bordeaux et ses Vins de 1893 se mejora la descripción:

Los brotes tienen forma cónica y se abren a principios de marzo. Las hojas son más grandes que largas y se distinguen de las del Cabernet-Sauvignon por la epidermis superior, que es más fina y brillante; el pecíolo también es más largo y oscuro. El zumo es dulce y de sabor agradable, lo que hace de esta planta una de las mejores uvas tintas de mesa. […] Esta planta, a pesar de sus cualidades superiores, no se utiliza mucho, ya que el clima influye en su floración. Además, no da fruto hasta mucho después de la plantación”.

Féret apunta en varios párrafos y notas al pie cultivos declarados de Carmenere por productores como Chateau Abel-Laurent, Maucamps, d’Angludet, La Haye, y los dominios de L´Hermitage, Conseillant, y La Terrasse, de la comuna de Gauriac. Incluso se llegaron a declarar cosechas para finales del siglo XIX.

Veamos el texto Bordeaux et Le Gironde impreso en 1895 por la Asociación Francesa para el Avance de las Ciencias. En la página 298 el capítulo titulado Les Vins de Bordeaux, au point de vue chimique, contrasta una cosecha realizada dos años antes de la publicación: “La vendimia en el Médoc y en la región de Graves tiene lugar en épocas diferentes. Aunque a veces comienzan en agosto, esto es bastante excepcional; 1893 es una de las excepciones, al igual que 1822. En general, es a mediados de septiembre o a veces a principios de octubre. La vendimia se realiza lo más rápidamente posible, eligiendo las cepas más maduras y, cuando hay distintas variedades, las más tempranas. En este caso es el Malbec, seguido del Merlot y el Carmenère, y por último los Cabernets.”

Paul Pacottet es uno de los técnicos franceses presentes en Chile para el periodo entre siglos (XIX y XX) y que por extraña  y caprichosa razón, no goza de mucha popularidad en nuestro país. En Francia y Norteamérica sus textos aún se reeditan. Uno de ellos es Viticulture, publicado en 1917 donde, y bajo su perspectiva, declara que “Carmenère y Verdot se plantan en crus inferiores. Hasta ahora, el Médoc ha conservado algunas de sus viñas viejas de grand cru en pie franco, con la ayuda de insecticidas”. Independiente del comentario, reafirma su existencia para el siglo XX.

Para ver los aspectos legales de una cepa que aún se plantaba y producía, revisamos el Boletín del Comité Nacional de Denominaciones de Origen de Vinos y Espirituosos publicado en Francia durante 1944 y en la página 15 se ratifica que: “Considerando que, en efecto, el decreto de control del 14 de noviembre de 1936 especifica en su artículo 2 que los vinos con derecho a la Denominación Controlada Haut-Medoc deben proceder necesariamente de las siguientes variedades de uva, con exclusión de todas las demás: Cabernet Sauvignon, Carmenére, Merlot, Malbec, Petit Verdot”.

Esta seña es útil para debatir su presunta extinción, puesto que no tendría sentido legal aceptar una variedad en calidad de «no existencia», o que se haya contemplado la tradición de cultivos o una futura replantación. La variedades para las AOC se incluyen ante la necesidad de regular las pertenencias de los viticultores, lo que siempre se ha considerado el espíritu de todas las AOC francesas. Sin embargo, en Chile y en algunas publicaciones norteamericanas se declara sin apoyo de documentos que “aún así, extinta, los comités permitieron que el Carmenere continuase en el decreto”. No hay mucho diálogo entre las realidades presentadas.

Para reforzar el sentido legal vemos el Bulletin de l’Office International du Vin de 1948, y nos dirigimos a la página 16 donde se recalca que “en las denominaciones de origen Médoc, Haut Médoc, Paulliac, Saint Stéphe y Saint Julien, las únicas variedades de uva autorizadas son Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Carmenére, Malbec o Cot, Merlot y Petit Verdot.” En la página 26 la regulación de poda para los viñedos de Graves permite 7 ‘ojos’, o yemas, para Cabernet Franc y Carmenére.

Frederick S. Wildman refuerza su presencia en la guía A Wine Tour of France. A Convivial Wine Guide & Travel Guide to French Vintages & Vineyards, publicada en 1976. Wildman señala que el carácter de los vinos del Medoc se mantiene intacto cuando el Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc se incluyen en altos porcentajes, y que en pequeñas proporciones participarían otras variedades como Petit Verdot, Malbec y por último Carmenere.

El siguiente texto podríamos situarlo dentro de los inicios de la globalización del vino que se dio a partir de 1976, posterior a la Cata de París dirigida por Steven Spurrier,  año cuando también reaparece una de las primeras obras de consulta escritas bajo el incipiente título de “cronista de vinos”. Uno de los pioneros en el género fue el ruso estadounidense Alexis Lichine, quien se inscribe en el Hall of Fame by the Wine Media Guild of New York, y también como hombre del año y personalidad del vino para Decanter de 1987. Lichine fue también uno de los primeros escritores de vinos en observar Burdeos y llamar a revisar las antiguas clasificaciones de la región, argumentando que estaban algo obsoletas. En su obra Enciclopedya of Wines & Spirits de 1972 indica lo siguiente sobre Medoc:

El Cabernet Sauvignon es la variedad de uva característica que contribuye en proporciones diferentes a los distintos [vinos de] Medoc, pero generalmente representa alrededor del 60% de las uvas utilizadas. El Cabernet Franc, el Merlot, el Malbec y la Petit Verdot se utilizan en menor cantidad, y el Carménère se incluye de forma infrecuente y contribuye en una fracción”.

Parte del jurado internacional del Concurso Carmenere al Mundo 2018 se refirió en un descanso en el que compartimos, al Censo de Gironda como una especie de “mito vínico”, y que según las voces presentes lo habrían visto o escuchado, agregando que dicho censo podría corroborar cultivos de Carmenere más allá de mediados del siglo XX, y que no se habría extinguido.

Parte de este censo se encuentra en un extracto de AWRI, o el Australian Wine Research Institute, que para 1977 distribuyó sus reportes y documentos anuales de investigación. Uno de los textos pertenece al científico e investigador senior Allan Antcliff, destacado por ser uno de principales enlaces de Australia y centros enológicos de Europa. Quien además se abocó a la búsqueda de viejos viñedos, cruces e incorporación de nuevas variedades. En la página 46 del compilado de AWRI, Antcliff hace una pregunta que decora como título: ¿Qué puede aprender Australia de las variedades de uvas europeas? De lleno, el investigador expone las cifras del Censo Vitivinícola de Gironda de 1968, donde se cuentan “22.255 hectáreas de Merlot, 10.818 de Cabernet Sauvignon, 9.404 de Cabernet Franc, 4.855 de Malbec, 501 de Petit Verdot y sólo 10 de Carmenere”.

Por último, es noviembre de 1993 y faltan 10 meses para el redescubrimiento del Carmenere en Chile. Mientras tanto, la Oficina de Alcohol Tabaco y Armas (ATF) perteneciente al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de Norteamérica, imprime su Quarterly Bulletin, donde pueden revisarse todas las peticiones realizadas por la industria vitivinícola norteamericana. El comité revisor de la ATF publica en el ítem de ‘otras variedades’, que “tres encuestados solicitaron la inclusión de otras variedades de uva en la lista de denominaciones principales. Estas variedades son Vitis Vinifera que se han introducido en la viticultura de Estados Unidos en los últimos años y que ahora se utilizan para elaborar vinos varietales. Las bodegas Millbrook Winery, Mount Palomar Winery y Guenoc Winery solicitaron la inclusión de las siguientes variedades: Arneis, Carmenère, Cortese […], etc.”.

Ilustración de racimo de Carmenere de Anne Pieussergues, para curso ampelografía OIV 2023, realizado en Chile.

Esta plantación sería anterior a 1993 dado que ese año sólo se publica la petición de inclusión, y el Carmenere de Norteamérica ya se identificaba con el sinónimo de nuestros días, como variedad aislada, plantada y productiva, al grado que podía incorporarse a la lista de variedades oficiales. Las consultas sobre los sinónimos o nombres exactos de las variedades se le realizan directamente a la OIV, según señala el registro de la ATF.

La propagación del Carmenere californiano puede revisarse en Washington Wines and Wineries, The Essential Guide, de Paul Gregutt (2010), donde el propietario de Leonetti Cellar, Chris Figgins, habría plantado con su padre las primeras vides de Carmenère adquiridas a Guenoc Winery. “Se adquirieron en 1997 a la bodega californiana Guenoc, en forma de brotes de un viñedo recién plantado que, al parecer, era el primero de California”. Figgins asegura además  que “al año siguiente se compró una mayor cantidad y se plantaron cinco acres en Seven Hills East. Algunos de esos esquejes se compartieron con Mark Colvin y se plantaron por separado en Seven Hills y Mossison Lane. Colvin fue la primera bodega de Washington que elaboró un varietal de Carmenère”.

No se encuentran textos anteriores a 1994 declarando al Carmenere como variedad extinta o en otro tránsito similar. Sólo a partir de 1994 reportajes y documentos académicos la mencionan en un intermedio de extinción y redescubrimiento, sabiendo que la extinción implica una desaparición completa, radical.  Cuestión que, ya hemos visto,  no ocurrió, ya que la variedad se documentó y siguió cultivándose incluso en dos continentes.

Sin embargo, “extinción y redescubrimiento” son contrapesos narrativos utilizados con la finalidad de exagerar todas aquellas impresiones cuando se revela su verdadera identidad. Y dio buenos resultados, ya que el relato construido sacó provecho de lo que podría ser una anécdota sin importancia: en Chile se han descubierto otras variedades, como Palomino Fino, Romano, Cuyana, y más de una veintena de nuevos cruces en el viñedo sureño, pero estos hechos no generan revuelo. En cambio, el relato llamado Carmenere fue capaz de comprimirse y liberarse en pocas líneas, concentrándose en un problema pasado, un periodo de confusión y finalmente, una identidad develada que resuelve.

Los textos que hemos citado y extraído de bibliotecas europeas no fortalecen la causa de la extinción, la debilitan, y viene a ser clave preguntarse de aquí en adelante ¿qué queremos decir? o ¿qué tan real es lo que se va a contar? Después con respuestas y documentos en mano, veamos cómo se explica. O ¿cómo explicarían ahora que el Carmenere jamás se extinguió?

 


(*) Carbenet, Carmenet, Cabernet, Petit Vidure son sinónimos de una misma variedad. Interesante resulta que las primeras etiquetas de Cabernet de Viña Santa Carolina, del siglo XIX, decían Carbenet.


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4 comentarios

  1. La extinción o no de la cepa en el hemisferio norte parece no ser algo especialmente relevante a estas alturas por lo que se lee.

  2. […] Cambia la historia del Carmenere en Chile […]

  3. […] EL CARMENERE QUE NO SE EXTINGUIÓ […]

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