ITATA EN PROFUNDO, 4TA PARTE: EL LEGADO QUE NO FUE DE FUNDACIÓN CHILE EN LA CUNA DEL VINO DE CHILE

Publicado el 23 agosto 2021 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Conversamos con Francisco Gillmore, fundador de Gillmore Wines entre otros proyectos, sobre esta innovadora y a la vez fallida iniciativa vitivinícola público-privada en el Valle del Itata.

Francisco Gillmore es el fundador de Viña Gillmore, un proyecto de vinos chilenos de alta gama que nacía en el secano del Maule el año 1990, y que hoy sigue adelante con una nueva generación al mando. Antes, Pancho Gillmore ya tenía experiencia en la compleja e incierta industria del vino, de la mano de Fundación Chile. Para este nuevo capítulo del reportaje WiP sobre el Valle del Itata, el inquieto e innovador empresario nos cuenta cómo se gestó el proyecto de viñedos y vino de la mano de Estado de Chile y la International Telephone & Telegraph Corporation (ITT), y que bien podría haber cambiado el futuro de este territorio 30 años atrás.

Francisco Gillmore, fundador de Gillmore Wines y socio de Rucahue Wines en sus inicios y de FCH en su proyecto vitivinícola del Itata.

Gillmore cuenta que en los años 80 Fundación Chile (FCH) creó un departamento agrícola, con Ricardo Poblete, como gerente. Poblete sería luego su socio. El proyecto comenzó con el cultivo de frutos del bosque (berries), pero de repente decidieron desarrollar proyectos en el tema del vino, dado el boom y crisis del vino y las uvas. Lo hicieron en la zona mayoritariamente productora, que eran las Regiones VII y VIII con las cepas País y Moscatel. Ambas regiones además, producían uvas que entregaban las grandes empresas y cooperativas. Era, explica, una manera de aportar al desarrollo de país.

“Lo primero que hicieron en los años 1992 fue traer profesionales extranjeros. En la FISA hicieron cursos de cata, cursos de bodega, cursos de vinificación y en ese tiempo, también, decidieron comprar en la VIII Región un predio que quedaba en Confluencia. Es la zona donde está hoy la planta de Celulosa de Arauco. Era un predio de 120 hectáreas.

Para sus viñedos, primero se trajeron plantas chilenas, se trajo un Cabernet Sauvignon de Roberto Echeverría, de Curicó, luego, material clonal de Francia. Así fue como se trajo Merlot primero, y después Syrah, Chardonnay y Mourvedre. Como trajeron plantas que debieron estar en cuarentena dos años, el desarrollo del proyecto fue lento. Las fueron plantando para hacer un vivero con el fin de hacer nuevas plantas y venderlas. En paralelo, empezaron  la política de asesorar a algunos empresarios de la zona, entre ellos Fernando Giner, dueño de la Hacienda Cucha Cucha en el predio que estaba al frente, del otro lado del rio. Hubo otros varios empresarios de Concepción muy interesados en los viñedos. Así, explica Gillmore, comenzó un desarrollo de cepas finas en Valle del Itata. Los que no quisieron participar, destaca, fueron los antiguos productores chicos, de Portezuelo, Guarilihue… miraban esto como poco factible.

Ya en el 1992 FCH estaba produciendo sus propias uvas; era poco pero se vendía a empresas grandes del Centro de Chile. Eran empresas, destaca Gillmore, que estaban partiendo y buscaban proveedores.

En el 1993 llegó Viña Calina (propiedad del californiano Kendall Jackson), la que compró todo el Cabernet. Bien recuerda, que sus vinos eran de Itata, aunque no se detallaba entonces en las etiquetas.  Entonces, FCH decidió hacer un joint venture para no invertir en una bodega, y así entramos yo y mi socio para formar juntos la sociedad Carpe Diem.

Era el año 1994, vinificamos en la Bodega Las Cañas, en San Javier (Fundo Racahue). Ahí produjimos vino a granel que vendíamos a las grandes viñas. Luego, la sociedad decidió embotellar, y así se produjeron los vinos Carpe Diem, los que se vendían sólo en supermercados de Santiago».

En esos años, cuenta Gillmore, «FCH hacía mucho análisis de calidad a productos que se vendían en supermercados, contacto que permitió entrar a sus salas de ventas, con algunos vinos, como el Ambrosía, con su inconfundible botella azul. También, cuenta estaban los Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot muy premiados. Las D.O. entonces aún no se usaban en las etiquetas. Eso fue recién desde el año 96.

El clásico Late Harvest de Moscatel de Alejandría Carpe Diem hoy está de vuelta en el mercado con su inconfundible botella azul.

FCH siguió participando de la sociedad, pero ahora hacíamos el vino para fundación Carpe Diem, e hicimos la marca Rucahue. También empezamos a participar en diferentes Ferias Internacionales. Con marcas 50% nuestras y 50% de FCH Chile. El año 2000 FCH entró en una crisis de dineros, y planteó la necesidad de vender el predio y como el predio no estaba en la sociedad, pero sí había un compromiso de primera opción de compra.

No compramos, porque con el tiempo el precio de mercado cambió (de US$1 millón en los 90, subió a más de US$2 millones para el 2000). Entonces,  plantearon hacer una licitación. Dijimos que sí, siempre que fuera abierta. Ya teníamos como Viña Rucahue muchos viñedos en la VII Región y comprar en la VIII no era prioridad. Esa licitación, la ganó Celulosa Arauco con una propuesta de US$ 4.5 millones. Entre que empezaban a operar, nos dejaron el predio para que siguiéramos explotándolo sin costo de arriendo. Para nosotros era una especie de indemnización. Había entonces 100 hectáreas plantadas».

Planta de Celulosa Arauco en Confluencia, Valle del Itata.

Gillmore destaca que Celulosa Arauco tenía otro predio para construir la planta de celulosa, pero éste se había dividido en cuatro partes debido a la construcción en el medio de la autopista del Itata y su acceso a Chillán.

«En esa misma fecha planteamos que los viñedos de FCH en la zona eran un proyecto simbólico para generar una mejora en la región, en la parte social, y que vendérselo a una celulosa iba a producir una reacción negativa. Entonces, les planteamos que estábamos dispuestos a comprar un predio más pequeño y al 4to año trasladar plantas ahí. Eso hicimos, así compramos el predio en Larki, hoy empresa Viñedos del Sur. Era un predio de 100 hectáreas (a 10 kilómetro s de Bulnes) donde trasladamos las plantas en un plazo de 4 años. Se trasladaron en total 80 hectáreas de viñedos; quedando 20 hectáreas en el predio de Celulosa Arauco, explica Gillmore. Además se construyó una pequeña bodega en la ciudad de Bulnes. La idea era que esa bodega asesorara a los agricultores y se hizo un convenio con Guarilihue. Gillmore recuerda que con ellos, se hizo un proyecto de innovación con fondos CORFO: era un espumante de mosto concentrado que se exportó a Nueva York. Allá se fermentó como espumante chileno, con la cepa Moscatel de Alejandría. Cuando a Guarilihue se les dijo aquí está el producto, deben seguir haciéndolo ustedes, no tenían capital ni soporte y lo abandonaron».

Vista del sector llamado Confluencia y la Celulosa Arauco desde Viña Cucha Cucha, ex Casas de Giner.

El año 2004 explica el empresario, FCH se retiraba de la sociedad y compraron su 50%. Así, ese año Carpe Diem se integró al grupo Rucahue. Hoy Rucahue vende sus vinos como Vinos del Sur y exporta un millón de dólares al año. Hasta el 2017 Gillmore participó como socio, llegó a un acuerdo y vendió. Sus hijos, a cargo de Viña Gillmore, no les interesó estar a cargo de esta otra rama del negocio.

«Durante el proceso en que retirábamos las uvas de Arauco, nos cuenta Gillmore, se produjeron los problemas que pensamos pasarían».

Como estábamos manejando el predio, desde Arauco nos pidieron que tratáramos de ayudar en su parte vitícola, y creamos un proyecto de vino premium para regalaban a sus clientes. Además, era para demostrar que las parras que estaban ahí daban alta calidad. Así se siguieron manejando sus 20 hectáreas. Por otro lado, se contrató a un ingeniero agrónomo que empezó a hacer asesorías gratuitas a las comunidades del sector. Y se hizo un vivero en el cual se hacían 250 mil plantas por año, las que se regalaban a las comunidades. Eso fue en los primeros años de Arauco, 2001-2002″.

Entonces, recuerda Gillmore, «el que gritaba más fuerte era Fernando Giner. Yo les recomendé a la gente de Arauco que comprara el predio de Fernando y eso hicieron.

«Entones, les dije que un negocio vitícola durante 40 años da perdidas, y que debían estar dispuestos a invertir, invertir, invertir. Por supuesto pensaron que lo podían hacer mejor que un chico. No consideraban que se los decía con fundamento».

Patricio Middleton estuvo ahí, y la enóloga Ana María Cumsille (Viña Cucha Cucha), pero el resultado fue que cada año perdían plata.

Mi amigo en Arauco me dijo, pucha que tenías razón, nunca vamos a recuperar lo perdido. Lo que más ellos sintieron, es que no hubo asociatividad con la gente, con quienes creían que iban a ayudar. Los pequeños se sentían poco seguros de entrar al negocio con Arauco. Entonces, les dije que arrendaran todo el paquete a alguna viña grande, Concha y Toro, Santa Rita… Están locas por ir al Itata, pero al final durante la pandemia no sé en qué quedó. Ellos no querían aparecer arrancando las parras. Siempre plantearon que no lo harían.

(Vale destacar que para la cosecha 2021 Viña Cucha Cucha dejó de producir sus propios vinos y gracias conversaciones con INDAP prestó sus instalaciones a  la nueva Mega Cooperativa Vinos del Valle del Itata. Así fue como en abril de este año lograron vinificar para vender a granel o en botella,  entre 6 cooperativas del valle, 350 toneladas de uva  País.)

Lo otro, explica Gillmore, es que en la zona, en general son productores pequeños acostumbrados a llorar mucho y no están dispuestos a invertir. Si te paseas por Portezuelo, vez las bodegas antiguas, pero no hay inversión en infraestructura, no es como en Santa Cruz. Las sensación es que no había plata para eso. En Santa Cruz tampoco había plata, pero entendieron que la infraestructura era importante, y se encontraron además con Carlos Cardoen, quien invirtió. También lo hizo Viu, Bisquertt, y otros que también invirtieron en sus bodegas. En la VIII Región no hay ese nivel de empresarios.

Hubiera podido haber algunos empresarios de Concepción, pero se desilusionaron porque hicieron dinero fácil y pensaron que sería igual en el vino. Y el precio también ha sido muy bajo. Los márgenes no son para decir me tiro.

Recuerdo que un Ministro de Bachelet, hizo una planta/bodega de granel allá, nunca embotelló, es una de las bodegas grandes de acero. Luego vino el boom de las grandes y todos compraron tierras allá. Entre 2006 y 2009 se produjo el boom. En 2018 vendimos el predio de Larki a una inmobiliaria que quiere hacer parcelas de agrado. Se pagó mucho mejor que como predio agrícola. Teniendo agua, vendes a 60 millones la hectárea para parcelas de agrado. La agrícola, con suerte se vende entre 15 y 17. Se ha producido mucho de eso…

Los pinos se han ido apoderando del paisaje en el Itata. Emprendimientos de gente joven y enólogos buscan desarrollar proyectos sin mayor inversión en infraestructura, dice Gillmore. Apostando además, al enoturismo.

Lo que queda es un grupo emergente, de gente joven, además de enólogos, empeñados en sacar sus propias marcas con vinos más representativos de la zona, sin sofisticación y tratar de ganar en ese mercado. No van a invertir mucho y se van a ir piano piano, apuntando a una apertura del turismo a futuro. Y que tenga algún atractivo.

Con respecto a FCH dejó un gusto agrio en la boca, después de que por 20 años decían que incentivaron la creación de nuevos proyectos, en el año 2007 hicieron una ceremonia para los 30 años de su fundación y negaron que habían estado en el rubro vitivinícola.

El único desarrollo que no colocaron en la memoria fue el vitivinícola, cuenta Gillmore. Desarmaron todo el equipo, y hoy no están haciendo nada en áreas de producción básica. Iniciaron los salmones, los congelados, en el 79 comenzaron con las frutillas congeladas, siguieron con frambuesas, espárragos… Recuerdo venían gringos,  el hijo del Rey de los Green Beans, producía porotos verdes congelados. Hoy lo vemos como un mercado inmenso, pero estamos hablando de los años 79-80 en supermercados. Eso se abandonó, ya no hay desarrollo de las comunidades».

La ITT aceptó que su patrimonio en la Compañía de Teléfonos se usara en una Fundación de desarrollo de Chile, con la condición de que el Estado de Chile pusiera igual monto. Su creación fue con un capital de 50 US millones y los ex ejecutivos de ITT fueron sus primeros directores. Ellos compraron terrenos en Santa María, Santiago, y comenzaron a hacer negocios. En 5 años iba la capitalizándose en 75 millones, luego en 100 millones, formaban empresas y luego las vendían. Como creció se desinfló tras malos manejos en manos de gerentes muy políticos, piensa Gillmore.


En la Memoria 2019 de la Fundación Chile bien podemos leer el detallado relato de su origen y efectivamente no se podrá encontrar nada sobre su fallida participación en el rubro vitivinícola. Sí, sin embargo, encontramos este texto que relata la muy particular forma de dirigir y promover la fundación que tuvo su segundo presidente, Wayne Sandvig. El texto, tal cual a continuación, llama la atención por lo avanzado para la época. Consideremos que Wayne permaneció en el cargo desde 1977 a 1986.

“Una parte de las relaciones externas que Wayne realizaba, ocurrían en reuniones almuerzo con personeros del sector empresarial, del Gobierno, del mundo académico y diplomático. Más tarde propuso que para esas ocasiones se diseñara un “Menú Fundación Chile”, confeccionado solamente con productos introducidos al país a través de proyectos de la Fundación.

Entre estos productos estaban las ostras del Pacífico, salmones, abalones, hirame, productos de Procarne, espárragos verdes, jugo de arándanos y vinos del Valle de Itata.

Otro dato interesante que nos aporta el sitio web de FCH es que en 1982 creó la empresa Salmones Antártica, dando inicio a la salmonicultura de gran escala en nuestro país. Esta empresa fue comprada por inversionistas japoneses en 1988, «permitiendo que el sector privado constituya una fuerza impulsora de la industria. En 31 años, destacan, esta industria creció hasta alcanzar US$3,500 millones en exportaciones en 2013, casi el doble de lo que exportó la industria del vino el mismo año».

Hoy FCH está enfocada en la educación. Así lo explican en su sitio web: «La educación es un factor clave para la transformación económica y social, individual y nacional. Pero la educación escolar tiene que cambiar y preparar a los jóvenes para un mundo complejo con desafíos inesperados y, además, para que puedan satisfacer sueños y anhelos. Este cambio educacional está asociado a la adquisición de habilidades escolares para el siglo XXI, que comprenden: (a) Pensamiento crítico; (b) Creatividad: se nace con ella, pero también se puede adquirir; (c) Curiosidad: preguntar siempre; (d) Trabajo en equipo; (e) Comunicación: el siglo XXI es el siglo de la información y de la comunicación, es vital la transmisión oral y escrita de las ideas. Al adquirir las habilidades escolares para el siglo XXI, los jóvenes tendrán pensamiento propio y capacidad para resolver problemas desconocidos y lograr la autorrealización futura. Adicionalmente, estas habilidades les permitirán a nuestros escolares competir de manera ventajosa con los jóvenes de los otros países y con los robots del futuro. El problema central consiste en cómo se enseña cada una de estas habilidades. Esta es la agenda de trabajo de la Fundación Chile para los próximos dos años»

Se trata de la misma necesidad de la cual nos habló Juan Carlos Lecaros, viñatero del Itata, al referirse a la falta de educación ad-hoc en las escuelas rurales de la región del Ñuble en la 3era parte de este Reportaje «Itata en Profundo». Un punto en común, desde diferentes miradas, y que invita a querer saber si las escuelas rurales son parte de la agenda de trabajo de FCH y cuál sería su enfoque para motivar a que los niños no dejen el campo y, en cambio, generen desarrollo local sostenible para su comunidades.


WiP (Wine Independent Press) somos Prensa de Vinos Independiente, primer y único sitio web especializado en vinos de Chile y Sudamérica auspiciado por sus lectores, no por bodegas. ¿Qué quiere decir? Que en nuestro contenido publicamos noticias, no publicidad; y que tú eres nuestro cliente, no el producto.

Si crees que es importante que exista WiP.cl y quieres apoyarnos para seguir haciendo prensa de vinos independiente, puedes suscribirte una vez al año por sólo $19.900 aquí Renuevas tu apoyo por $16.500 acá


 

Artículos anteriores:

ITATA EN PROFUNDO: 6 COOPERATIVAS DEL ITATA SE UNIERON EN MEGA PROYECTO PARA SUBIR VALOR A SUS UVAS

ITATA EN PROFUNDO 2da Parte: O USAN HERBICIDAS O DEJAN MORIR SUS VIÑAS

ITATA EN PROFUNDO 3ERA parte: «EL VALLE TIENE UN PROBLEMA ESTRUCTURAL»

Deja un comentario

Verificado por MonsterInsights