LA TRADUCCIÓN EN LA COMUNICACIÓN DEL VINO

Publicado el 23 noviembre 2023 Por Marcianita Furlanetto Andrzejewski @letrasdovinho

Desde su experiencia como traductora vitivinícola, Marcianita Furlanetto nos advierte sobre las fallas de la IA y da las claves para resultados acertados, acorde con todos los demás esfuerzos de la cadena.

Dado que gran parte del vino chileno se destina a la exportación, y considerando que los mercados más relevantes para este rubro son Brasil, Estados Unidos, Asia y Reino Unido, la traducción al inglés y portugués es seguramente una parte fundamental de la comunicación vitivinícola. En Chile, existen diversos escenarios para realizar esta traducción, pero no todos son adecuados para todas las situaciones. Recientemente he visto casos en que los web managers o community managers han publicado traducciones inadecuadas de páginas web y posts en las redes sociales. Es para evitar estos ruidos que los invito a leer este análisis de las distintas opciones con las que cuenta una viña a la hora de comunicar sus productos a un público internacional.

La primera cosa que necesito aclararles es la diferencia entre el intérprete y el traductor. Ambos son profesionales que trabajan con la comunicación en un escenario multilingüe y multicultural; sin embargo, mientras el primero trabaja con la lengua oral, en tiempo real y en directo (por ejemplo, durante una reunión o conferencia), el segundo lo hace con textos escritos y en diferido, aplicando todos los recursos necesarios para consulta (diccionarios, glosarios, Internet, etc.). Por lo general, los intérpretes son nativos en por lo menos uno de los idiomas con que trabajan, y pueden dominar una o más lenguas extranjeras para interpretar.

En cuanto a la traducción, un escenario bastante común no sólo en Chile, sino que en otros países de América Latina, es el servicio realizado por un traductor que no es nativo en el idioma al que traduce. Ahora bien, es importante tener en cuenta que una buena traducción es aquella que precisamente nada hace sospechar que es una traducción. Y la verdad es que sólo un nativo cuenta con todos los matices de su lengua materna, los que logrará reflejar eficazmente en la traducción de los textos del vino.

¿Esto quiere decir que puedo encargarle este servicio a un nativo que no es un traductor? Depende. De hecho, a menudo la traducción vitivinícola la realizan profesionales del rubro, como enólogos o sommeliers nativos, y que tienen mucho conocimiento técnico. Pasa que muchas veces un nativo no tiene conciencia lingüística suficiente para darse cuenta, por ejemplo, de errores de concordancia.

Otras veces pasa que el nativo lleva tanto tiempo viviendo en el extranjero que se le olvidó cómo se dicen determinadas cosas en su propio idioma. Esto suele suceder principalmente con el portugués y el español –idiomas hermanos por excelencia–, pero también pasa con otras lenguas no tan cercanas.

Adicionalmente, por no conocer las reglas de la traducción y no estar acostumbrado a utilizar los recursos de consulta que utiliza un traductor, un nativo que no tenga conocimiento técnico suficiente puede confundir y traducir erróneamente términos especializados, como bastoneo, bazuqueo y pisoneo o degüelle y removido.

¿Y qué pasa si le pido una traducción a un traductor profesional nativo, pero que no es un traductor especializado? De todos los escenarios que estuve analizando hasta aquí, me parece el mejor. El traductor profesional, además de contar con consciencia lingüística suficiente por haber estudiado gramática no sólo en lengua extranjera, sino que también en su idioma materno, busca en los distintos recursos disponibles la manera correcta de traducir cada término, aunque no le sea familiar. Y es más, actualmente se ofrecen cursos de traducción vitivinícola, en modalidad virtual, para que los traductores puedan familiarizarse con los términos que utiliza la industria.

Chris Durban, ex-miembro del Comité de Relaciones Públicas de la Asociación Norteamericana de Traductores, en su guía Todo lo que siempre quiso saber sobre la traducción, comenta: “Un traductor es el lector más atento. A medida que va trabajando, puede detectar las erratas y las frases más confusas. Puede aprovechar para mejorar el original: es un valor añadido.”  Por cierto, en mi trayectoria he encontrado errores de tipeo en nombres de cepas y vinos, notas de cata y métodos de vinificación mal redactados, así como nombres de chefs, hashtags y cuentas de Instagram mal escritas, y en todos los casos los he corregido y avisado a mis clientes. Lo anterior me lleva a inferir que el mejor escenario para traducir la comunicación del vino es alguien que tenga la doble competencia, como lo es un traductor especializado.

Y por supuesto, en un año en que la inteligencia artificial ha ganado tanto espacio en las conversaciones en distintos rubros, me parece muy relevante discutir su uso en la traducción vitivinícola. Un recurso que se utiliza a menudo en la traducción es la traducción automática, con herramientas que funcionan más o menos al estilo de Google Translate. Por lo general se trata de una solución rápida y barata –que sirve mucho cuando uno quiere entender el sentido global de un texto redactado en otro idioma–, pero trae sus inconvenientes.

Si una viña desea traducir un texto que será publicado, necesita saber, primero, que la traducción realizada por la inteligencia artificial no se adapta al público que la va a leer, ya que no considera factores como género y edad; tampoco tiene en cuenta referentes culturales (puede traducir a portugués de Portugal en lugar de a portugués de Brasil, que es bastante distinto), y puede traducir nombres geográficos que no cuentan con un equivalente en otros idiomas (como Puente Alto, por ejemplo, que el otro día vi traducido en la cuenta de una viña en Instagram).

Segundo, la inteligencia artificial no percibe errores que puede presentar el texto original. Por último, puede ser poco eficaz para la traducción especializada. Para que entiendan mejor este último punto, los invito a pensar en los distintos significados en español de una palabra como corcho. O bien de la palabra cosecha. ¿Y qué decir de la palabra bodega en el mundo del vino? Sin duda es una solución rápida y que se ve como un gran ahorro, pero los errores que arroja la inteligencia artificial en la traducción pueden comprometer la credibilidad de una viña ante sus consumidores y su estatus en la industria. Así que, si la idea es utilizar la traducción automática para ahorrar costos, es fundamental que el texto resultante se revise por un traductor, antes de publicarse.

 Un rubro tan sofisticado como el del vino, que invierte tanto tiempo y presupuesto en la elaboración de un producto elegante, que no tenga defectos en sus aromas, necesita preocuparse de una comunicación adecuada –ya sea en las etiquetas, redes sociales, wine blog, fichas técnicas o a través de una página web– y no puede prescindir de una traducción hecha a la misma medida.

Si quieres hacer llegar el mensaje, la traducción no puede ser un ruido en la comunicación. Es esencial que la comunicación del vino siga haciéndose de manera adecuada en el idioma extranjero. Para ello, es crucial tomar la decisión correcta a la hora de traducir sus instrumentos de comunicación.


Marcianita Furlanetto Andrzejewski  es brasileña y vive en Chile desde el 2014, donde se dedica a la traducción, principalmente en el área vitivinícola, y clases de portugués con enfoque vitivinícola. Tiene un título en Química Farmacéutica y Bioquímica de Alimentos (PUCPR, Brasil), otro en Lenguas y Literaturas Modernas (ULB, Bélgica) y tomó el diplomado en Comunicación del Vino, en la Universidad Andrés Bello. Además de ser un tema y una bebida que le encantan, el vino le permitió reunir y aplicar su conocimiento en idiomas y las experiencias que trae desde distintas áreas.


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