LO COMPLEJO DE LA COSECHA 2021 EN LEYDA

Publicado el 10 agosto 2021 Por Diego Rivera /Enólogo Viña Garcés Silva

Diego Rivera, enólogo de Viña de Garcés Silva relata en detalle los eventos climáticos negativos que nunca antes experimentados con tal magnitud en el Valle de Leyda. Una alerta, sin duda, ante el cambio climático.

2021, año complejo como pocos. Así comienza Diego Rivera, enólogo Viña Garcés Silva, el informe sobre esta cosecha, además de describirla como reducida y marcada por eventos climáticos sin precedentes.

En WiP.cl compartimos gran extensión de su detallado relato desde invierno 2020 hasta fines de cosecha, ahora, justo en medio de un nuevo invierno alarmante en términos de agua caída. Para bajar todo el informe haz click aquí Informe de Vendimia 2021 VGS.


Como lo hemos hecho durante los últimos 19 años, hoy también nos tomamos un momento de calma para reflexionar sobre los últimos doce meses y entender los factores que marcaron esta nueva cosecha que hoy se está criando en casa.

Parte fundamental del hacer vinos es estar atento a los detalles que nos rodean, y como esos momentos influyen en nosotros y lo que hacemos. Hoy la reflexión es compleja. No fue un año fácil.

Si en el informe del año anterior (2020) hablábamos de una buena vendimia, temprana y algo cálida, con buenos rendimiento, asustada y apurada hacia su final por la pandemia que nos pisaba los talones, hoy hablamos con un poco de cansancio después de más de doce meses de lidiar con el famoso virus y de lo difícil de las relaciones humanas detrás de las mascarillas. Pero esta fue también una cosecha difícil debido a algunos eventos climáticos negativos que hasta ahora no habíamos experimentado en tal magnitud en el Valle de Leyda.

Quisiera resaltar que esta cosecha 2021 fue las más tardía de los últimos años (como muestra Gráfico 1), fuertemente influenciada por una primavera y un verano fríos y nubosos.

Una vendimia que, además, nos regaló dos días climáticamente muy adversos para el cultivo de la vid, ocurridos el 4 de octubre 2020 y 29 de enero 2021. Esto llevó a que esta fuera la cosecha más pequeña de los últimos diez años, con una caída de casi un 50% en los rendimientos, algo especialmente acentuado en Chardonnay y Pinot Noir.

Como ya lo hemos mencionado anteriormente, aún no podemos determinar una tendencia clara en los patrones climáticos y hablar con autoridad de si nos estamos calentando o enfriando. Pero en este lugar sí se evidencian extremos más fuertes, con años marcadamente cálidos versus otros muy fríos o con lluvias de verano o sequías prolongadas. Eso, en definitiva, es la esencia del cambio climático: la pérdida de patrones que antes distinguíamos con mayor claridad y regularidad. Pero no todo son malas nuevas.

 

También hubo en 2021 algunos hechos que nos tienen muy entusiasmados. Uno de ellos es que volvemos a tener una cosecha del espectro más frío, que siempre se distinguen algunos años después por esos extras de frescor y acidez que les otorgan una larga vida a nuestros vinos.

También es nuestra segunda cosecha enteramente orgánica desde el punto de vista agrícola, a la espera de la próxima que ya será con certificación en mano. En lo climático, esta fue claramente una añada complicada para este tipo de manejo, pero creo que tampoco podríamos haber logrado mejores resultados con una agricultura convencional.

2020-2021 DE CABO A RABO

Si bien, larga sequía sigue azotando muy fuerte la zona central de Chile, el último invierno (2020) nos dio una pequeña tregua y nos recordó cómo eran los inviernos de antaño. Con 299,4 mm repartidos durante la temporada agrícola 2020-2021, estuvimos muy cerca del promedio de los últimos 10 años, con meses de junio y julio especialmente buenos, sobre el promedio. Ello hizo que esta añada fuera muy positiva para reponer reservas de nieve en la cordillera y disponer de agua de riego para la época estival. Eso sí, cabe señalar aquí que el total de precipitaciones de la temporada está algo abultado por una lluvia completamente fuera de temporada que tuvimos entre los días 29 y 30 de enero del 2021.

Antes, después de terminar la cosecha anterior, justo se registraron records de temperaturas, tanto en los promedio de las máximas como en las temperaturas medias, con valores entre 1° y 2°C sobre las históricas. Ello hizo que algunos sectores del viñedo mostraran indicios de brotación muy temprana durante junio y julio, probablemente estimulada por las altas temperaturas de los meses anteriores.

La primavera del 2020 partió muy normal en cuanto a las condiciones climáticas, con un septiembre fresco y muy pocas precipitaciones. Fue a comienzos de este mes que notamos algunos problemas de brotación, los que creemos fueron producto de una combinatoria de factores. Entre ellos, el mayor calor otoñal que provocó una dormancia incompleta. Al estar las yemas más expuestas, quedan más propensas a sufrir un daño por heladas invernales. Esto no es el único factor, ya que también evaluamos las parras por posibles problemas de hongos de la madera y de bajo vigor en sectores acotados. Estos fenómenos pueden influir en las reservas disponibles necesarias para lograr el proceso de brotación completo, lo que observamos principalmente en variedades tempranas como Pinot Noir y Chardonnay. Hasta ahí todo parecía ser un problema limitado a un par de cuarteles con sólo algunos sectores que mostraban signos de mala brotación.

El problema mayor se produjo durante la madrugada del 4 de octubre de 2020, cuando una helada completamente fuera de pronóstico quemó alrededor de 40 hectáreas de viñedos. Esto nunca había ocurrido en los 24 años de existencia de Viña Garcés Silva. Sólo habíamos tenido daños esporádicos en pequeños bolsones ubicados en las partes bajas de pendientes cercanas a la Quebrada del Diablo (una gran franja de boque nativo que atraviesa nuestros viñedos) y que hemos decidido arrancar para no tener que luchar contra su condición natural más propensa a helarse en primavera. Esta vez el daño fue extenso y a lo largo de gran parte de la propiedad, afectando nuevamente a las variedades Pinot Noir y Chardonnay, cuyos brotes ya tenían unos 10 a 15 cm desarrollados.

Con el fin de contrarrestar en algo la situación que dejó la inesperada helada, hicimos una segunda poda para estimular una nueva brotación y cuyo principal objetivo fuera obtener un buen material para la poda 2021, más que buscar una gran producción. Esperamos que esta sea sólo una anécdota en nuestra historia y no sea un indicador más del cambio climático y que llegue para quedarse.

Después de una primavera relativamente fría, presenciamos un comienzo de verano que trajo temperaturas más altas, y pronunciadas amplitudes térmicas durante diciembre. Esto emparejó un poco el desarrollo del viñedo que, incluso en sectores no helados, se veía con algo de retraso.

Durante enero, el clima se fue enfriando, con neblinas matinales y días nublados, algo bastante típico para la zona. El cambio importante vino los días 29 y 30 de enero, con una fuerte lluvia de verano (que más bien pareció de invierno) la que precipitó 49,8 mm. Esto se produjo debido al fenómeno llamado “río atmosférico”.

Según los registros de la estación de Quinta Normal, una de las más antiguas de Chile, hay sólo 5 veranos con más de 40 mm de precipitaciones entre los meses de diciembre y febrero en los últimos 100 años en ese sector de Santiago, Región Metropolitana. La última vez que había ocurrido fue en 1945 con más de 80 mm acumulados.

Para dimensionar esto en el contexto local, nuestro archivo histórico registra un promedio de sólo 0,69 mm en enero, siendo lo más cercano el año 2011 con 8 mm. Como era de esperar, el efecto en la maduración y desarrollo de la uva fue bastante catastrófico. Ya a esa altura teníamos pinta casi completa en algunos cuarteles y en otros muy avanzada. Esto provocó una gran cantidad de partidura en las bayas por efecto físico del agua. Como ya había azúcar acumulada, a los pocos días empezamos a ver desarrollo de hongos.

Y a veces, como llueve sobre mojado, la abundante lluvia no sólo provocó daños en la fruta, sino que también hizo que se enfriara la temperatura ambiente y del suelo. Esto elevó la humedad relativa del aire a un 87% de promedio para el mes de febrero, lo que en la práctica fue como vivir dentro de una nube una gran parte del día. Así las cosas, el mes de febrero resultó el más frío y húmedo de los que tenemos registro. Con esas condiciones climáticas la madurez prácticamente se detuvo y tuvimos que esperar un cambio en la meteorología local para lograr comenzar con la cosecha.

Con la llegada de marzo se normalizó un poco la situación climática. A pesar de que seguimos con muchos días nublados, la segunda quincena trajo una leve mejora en las condiciones y nos dio una posibilidad de cosechar uvas con buenos equilibrios.

 

Comenzamos la cosecha el día 4 de marzo, la más tardía de los últimos años. Como siempre, los Pinot Noir del cerro Cordón Huinca fueron los primeros en ser vinificados. Fuimos especialmente cuidadosos en descartar fruta que no estuviera en óptimas condiciones, por lo que el uso de la mesa de selección fue fundamental.

Debido a los bajos rendimientos de algunos cuarteles, las cosechas fueron bastante reducidas por lo que el desafío aumentó: debimos hacer muchas mini vinificaciones usando pequeñas cubas de 500 a 1.500 litros y otros envases para poder diferenciar, lo más posible, el origen de la fruta.

Luego de tener la gran mayoría de los Pinot Noir en la bodega, el desafío fue cosechar las demás variedades, atendiendo a su avance de madurez, a la acidez (naturalmente elevada en esta añada) y a la presión de los hongos en cada cuartel. Finalmente logramos cosechar 223.000 Kg que se repartieron en 78 lotes de vinificación, recogidos este año totalmente a mano.

En total la acumulación térmica fue de 1.128 grados días entre agosto y abril (1.038 entre octubre y abril para comparar con las zonas Winkler), dentro del espectro de las cosechas más frías, sólo superada por la 2018 que es la más fría que hemos registrado. Fuente: https://www.uchile.cl/noticias/173924/prof-garreaud-analiza-tormenta-de-fines-de-enero-en-chile-central

Conclusiones

No es fácil ser positivos frente a lo complejo de una cosecha como la del 2021. Muchas veces da la impresión de que en el mundo del vino, al menos en el “Nuevo Mundo” vamos pasando de cosechas buenas a muy buenas y espectaculares en una escalera sin fin hacia lo magnífico. Pero esto es vida y naturaleza y hay un cierto grado de azar que de vez en cuando nos toca y nos llueve sobre mojado. Pero la historia también nos ha mostrado que en el mundo moderno del vino las cosechas difíciles y a priori no tan buenas son cada vez menos.

La mayor precisión en los análisis, la mesa de selección, algunas herramientas enológicas y el conocimiento del lugar nos ayudan a aminorar las dificultades. Y estas cosechas, que en el papel parecen complicadas, pueden terminar siendo de las más interesantes con el paso del tiempo.

Hay que pensar que en los vinos de esta añada tenemos alcoholes moderados, acideces altas y una cosecha con rendimientos medios a bajos. Dadas estas condiciones, estamos ciertos que, con el tiempo, estos vinos que hoy pueden parecer difíciles en su juventud van a brillar con luz propia en unos años más.

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